El futuro hunde sus raíces en una historia natural (antropología) y en una historia del espíritu (psicología). En este blog reflexionamos sobre los vínculos y los desencuentros entre esos dos polos, en dirección a una anhelada armonía que unifique felizmente lo que somos. No sólo aquello de que estamos hechos, sino aquello a lo que aspiramos soñando y obrando.
miércoles, 1 de junio de 2011
Soma y Pneuma
Pneuma y Soma. Psique, animus, anima, corpus, humus, homo. Somos un ser complejo. Como el gigante Anteo, somos hijos de la Tierra. Un puente tendido sobre un abismo: materia y energía, potencia y acto; causas, efectos, formas y fines; predisposiciones y proyectos; sensibilidad y percepción, memoria y fantasía, comprensión e invención.
Partimos de lo pesado y nos desvivimos por alcanzar los reinos de lo etéreo o tocar las tetas de las diosas. Placer y poder, resignación, dolor y servidumbre. Dos caras de lo mismo. Deseo y frustración. Necesidad y libertad. Polvo de estrellas, nostalgia de estrellas. Nostalgia del espíritu, que es algo más que el aroma de los buenos vinos.
Espíritu y Cuerpo, como un ángel cabalgando a un tigre o un diablo alimentando a un cerdo. Desengañémonos: no somos "almas bellas", aunque debamos aspirar a serlo. El espíritu también tiene sus pecados inconfesables, que afectan a la carne y la desordenan. La carne, sus particulares apetitos y pasiones, pero constituyen la fuerza del espíritu y la sal de la tierra. Nada grande se hace en el mundo sin pasión.
El futuro hunde sus raíces en una historia natural (antropología) y en una historia del espíritu (psicología). La antropología no para de cambiar la filogenia del homínido feroz y compasivo que también somos, gracias sobre todo a los descubrimientos paleontológicos. Erectus, habilis, ergaster, antecessor, heidelbergensis, neanderthal, sapiens, ¡y el perturbador enano de la isla de Flores!
La psicología, con su manojo de escuelas y tendencias, compensa sus complejos de inferioridad y su mala fama de magia laica usando la estadística y las matemáticas como una retórica y un crédito de cientificidad y rigor, en parte estéril. Las neurociencias apenas arañan los complejísimos pálpitos de ese reloj cuántico que vive y crece escondido en nuestro cráneo.
No somos animales, ni el mundo es para nosotros un mero conjunto de estímulos. Tenemos puesto en el mundo y la configuración del kosmos depende de nuestra acción creadora. No somos dioses, pero tampoco somos mecanismos computadores. Sin embargo, la etología muestra lo que nos hermana con las bestias, y las ciencias de la computación ofrecen reflejos de aspectos parciales de nuestras capacidades cognitivas. La lógica, por su parte, muestra su corazón tautológico y su periferia persuasiva, pura "fuerza ilocutiva".
Hemos de aceptar que somos un cuerpo con vida espiritual y una vida espiritual capaz de ordenar los movimientos del cuerpo, o lastrada por él. Y necesitamos encontrar un equilibrio entre condicionantes y aspiraciones.
El imperativo apolíneo del "conócete a ti mismo" no vale por sí mismo sin un propósito que lo vuelva inteligente. "Conoce las piezas para conservar su buen funcionamiento"; o tal vez: "reconstrúyete según un designio razonable, armónico, inteligente", o más humildemente: "descubre el orden que te constituye, guárdalo y el orden te conservará a ti".
Nota bene
Parece que la voz 'psyque' (alma, mente), significó primero en griego arcaico mariposa; la de la ilustración se llama Pararge aegeria -popularmente, Maculada-, y fue retratada a fines de mayo en la Loma de Úbeda, dispuesta a echarse a volar en cualquier momento, en el sotobosque de un almezal, sobre un montón de hojarasca. En el frescor de la sombra, buscaba un rayo de sol que la animase.
'Pneuma', la palabra que escogieron los helenísticos para exhalar su espíritu, significaba soplo, aliento, pero también llamarada, ángel y demonio, espíritu divino y, en fin, viento de la fortuna y prosperidad.
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