miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ciencia, sueños y visiones en la obra de Swedenborg


Dado que la mención circunstancial de Swedenborg en el blog despertó cierto interés en el mismo, en este post quiero trazar a grandes rasgos un semblante del visionario sueco. Pero la obra de Swedenborg es muy extensa y compleja, por lo cual a la hora de presentarlo se plantea la cuestión de sobre qué aspectos de la misma poner el acento. Pues bien, inspirado por una acertada observación de Blom Dahl, me ha parecido que un relato biográfico centrado en la búsqueda intelectual –que es a la vez espiritual- del visionario sería lo mejor.

La observación en cuestión es la siguiente: dice Blom Dahl que la emergencia de las visiones en la vida de Swedenborg, fue, más que una experiencia puramente mística como se suele asumir, la respuesta frente a una crisis de tipo gnoseológico. Pues, ya desde sus comienzos como científico, y luego cada vez más a medida que su búsqueda se desarrollaba, Swedenborg estaba sumamente interesado en comprender la unidad entre el mundo sobrenatural estudiado por la teología y el mundo natural estudiado por la ciencia.

Visto así, la irrupción de la experiencia visionaria en su vida, vino a dar cuenta de aquello que antes, infructuosamente y durante años, había buscado en aquellas disciplinas.

A la luz de esa idea, entiendo que el itinerario intelectual y personal de Swedenborg puede dividirse en tres etapas claramente diferenciadas: una puramente científica, otra que camina a medias entre lo científico y lo teosófico, y por último la etapa visionaria. Ahora bien, si, por un lado, esas etapas pueden diferenciase con bastante claridad, por otro lado, resulta igualmente claro que se implican mutuamente y que deberían ser entendidas como momentos de una totalidad que alcanza su pleno sentido en la etapa final.

Dicho sea de paso, ese modo de comprender el recorrido como una totalidad cuya realización plena se alcanza al final, puede parecer hegeliano, pero, de hecho, es totalmente swedenborgiano. Ya que en una de sus obras del período medio Swedenborg, aunque no se refería a sí mismo, dijo lo siguiente:

"… sólo en la última, que corona la obra, puede aprehenderse la relación de las cosas que la precedieron, y sólo en ella resulta manifiesto el acuerdo entre las discordancias aparentes"

Pues bien, de mi parte trataré aquí de hacer patente, de un modo breve y general, la relación entre las ‘cosas precedentes’ y la última que ‘corona la obra’ en el caso del propio Swedenborg. Veamos...

El científico teórico y práctico

Emanuel Swedenborg nació en Estocolmo en Enero de 1688 en el seno de una familia acomodada y culta. Su padre era un obispo luterano que quiso proporcionarle a Emanuel la mejor educación posible dentro de su país y su época. Así, lo envió a estudiar en la universidad de Upsala, de la cual el joven Emanuel egresó a los veintiún años con un doctorado en Filosofía y Letras. Y luego, en lugar de seguir la carrera diplomática como deseaba su familia, se dedicó a las ciencias exactas y sus aplicaciones prácticas. Ciencias que en su tiempo se agrupaban bajo la denominación general de mathesis, y comprendían la física, óptica, astronomía y otras disciplinas afines.

domingo, 17 de noviembre de 2013

DE LA INVESTIGACION DEL CEREBRO A LA MEDITACIÓN

Entrevista traducida por Ana Azanza

"Congregados los sentidos, surge el alma" 

Bioy Casares



¿Cómo hace nuestro cerebro para crear la imagen de uno mismo?

El físico Christof Koch (1956) investiga el origen de nuestra conciencia.
Nuestro cerebro está formado por kilo y medio de agua, proteína y grasa. ¿Cómo es posible que de esa tambaleante masa puedan salir todas nuestras vivencias? Los pensadores más optimistas se asustan ante la pregunta. Christof Koch sin embargo afirma que el enigma de la conciencia se puede descifrar. Causan sensación sus experimentos con los que ha descubierto las células del cerebro que reconocen a las estrellas de Hollywood.
El millonario Paul Allen de Microsoft ha invertido una fortuna en el  Allen Institute for Brain Science en Seattle, dirigido por Christof Koch. Es vegetariano, porque dice que incluso en los gusanos se puede reconocer huellas de la conciencia.
ZEITmagazin: Señor Koch,¿podemos a la vez hablar y disfrutar conscientemente de la comida?
Christof Koch: Probablemente no. La conciencia requiere normalmente atención. Y por lo general sólo se puede estar atento a una sola cosa. Cualquier otra cosa la enmascara. Si está usted en una conversación muy animada, aunque las papilas gustativas de su lengua se exciten, notará poco el sabor de la comida.
ZEITmagazin: La atención es por tanto un filtro. ¿Qué es la conciencia?

viernes, 8 de noviembre de 2013

Luz en las tinieblas. Historia y terapia onírica

Hypnos (Sueño)
Nadie discute que los sueños forman parte de nuestras vidas. Otra cosa será el grado de realidad que les asignemos. ¿Trascendentes o banales? ¿O tal vez una mezcla de ambas cosas? Las representaciones oníricas, ¿son basura de la memoria?, ¿desahogos inconscientes de deseos socialmente inconvenientes?, ¿procuran satisfacciones vergonzantes?, ¿u ofrecen advertencias del espíritu? 

Para Jung estaba claro que el sueño es como un teatro en el que el soñante es escenario, actor, apuntador, director de escena, autor, público y crítico. Somos protagonistas de nuestros sueños, pero también involuntarios pacientes de pesadillas. 

En su excelente libro El mundo bajo los párpados (Atalanta, 2011), Jacobo Siruela comienza demostrando la relevancia histórica de los sueños, para acabar proponiendo un cambio radical de actitud respecto de ese reino (mundus imaginalis) que la razón positivista o el prurito crítico, tan totalitario a veces, desprecia.
Indudablemente, los sueños forman parte de la historia cultural humana. Un ejemplo es el de la periodista judía Charlotte Beradt que se dedicó a reunir durante seis años más de trescientos relatos oníricos. Anoto que ninguno de ellos tenía nada que ver con complejos freudianos ni lujuriosos y edípicos deseos reprimidos, pero sí ofrecían un factor común: la herida psíquica que producía en los soñantes el clima social de la Alemania del Tercer Reich. La mente de los durmientes, que nunca para, producía escenarios oníricos donde una perversa arquitectura transparente privaba de intimidad al avatar del yo, aboliendo las paredes. Y es que los sucesos históricos y sociales pueden ejercer un “agobiante peso subliminal” (…) “sobre la porosa vida nocturna de los durmientes”.