viernes, 14 de julio de 2017

ESPIRITUALIDAD ¿RELIGION ASUNTO PRIVADO?

 Ana Azanza



Frente a manipulaciones espirituales y fundamentalismos varios de los que lamentablemente algo sé me propongo dar voz en este post a dos personajes que desde una perspectiva religiosa uno y una respectiva puramente secular el otro, me parecen marcan un camino hacia una "sana espiritualidad" o como quiera llamársele.

martes, 11 de julio de 2017

NICOLÁS SALMERÓN Y LA "CONSILIENCIA"

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Semblanza 


Nicolás Salmerón ejerció como presidente de la Primera República española durante mes y medio en 1873. Dimitió porque no quiso firmar condenas de muerte. Catedrático de Metafísica en la Universidad de Madrid y uno de los krausistas más medidos e inteligentes, nació en Alhama la Seca, Almería, de padre liberal. Estudiando filosofía y letras en la Universidad de Granada cuajó amistad con Julián Sanz del Río y Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, para toda la vida. La Restauración borbónica lo “depuró” de su cátedra en 1875. Se exilió en París donde fundó el Partido Republicano Progresista. En 1885 recuperó la cátedra y luego fundó un periódico La Justicia. Aunque murió en Francia, sus restos reposan en un cementerio de Madrid, cerca del mausoleo de Francisco Pi y Margall, su predecesor en la presidencia de la República. En su epitafio consta: “Por la elevación de su pensamiento, por la rectitud inflexible de su espíritu, por la noble dignidad de su vida, dio honor y gloria a su patria y a la humanidad”. Se añade y se recuerda que “dejó el poder por no firmar una sentencia de muerte”.

Ciencia vs. soberbia especulativa


En su Prólogo al libro de Hermenegildo Giner[1]Filosofía y Arte (Madrid, 1878), Nicolás Salmerón comenta los méritos de la obra: su sentido universal, la indagación reflexiva y sistemática, y la profesión de la ciencia como maestra de la vida. En el contexto del krausismo español de la época, defiende a este frente a quienes “se satisfacen con aprender motes para librarse de estudiar las cosas”. Escribe Salmerón que, al contrario que el dogmatismo escolástico, anclado en un saber osificado y formulario, que no respeta la libertad de pensamiento y conciencia sin los cuales es imposible el progreso de las ciencias[2], Sanz del Río, el introductor del krausismo en España, no uniformó mentes ni se precipitó en conclusiones, aunque merece ser considerado maestro del “sistema de la conciencia”, pues siguiendo una “disciplina de la idealidad” no formó sabios presumidos, sino diligentes investigadores, siendo así iniciador de nuestro renacimiento filosófico: “sólo pueden los soberbios vituperar lo que no alcanzan a concebir”. Admite Salmerón, eso sí, que nuestro genio nacional propende a una idealización fantástica[3]. Y es de suponer que incluyera ya en esta “idealización fantástica” al propio krausismo, pues el amigo almeriense de Sanz del Río y Francisco Giner de los Ríos evolucionó desde el idealismo filosófico hacia el positivismo cientifista[4].

Reunificación de las culturas


Interesa reseñar aquí cómo Salmerón se declara partidario de lo que hoy se llama consiliencia, de la reunificación de las dos culturas. Es decir, a favor de una reflexión filosófica que tenga en cuenta el saber probado de la ciencia así como una ciencia que no se desvincule de la reflexión ética y estética; a favor de un pensar que busque la unidad indivisa de la realidad, superando el dualismo que ha vuelto hostiles a Física y Metafísica, superando el dualismo entre empirismo e idealismo, entre objetivismo y subjetivismo. Y esto por un motivo de peso: pues del fondo de la experimentación brotan datos especulativos y la especulación filosófica necesita conocer los datos de la observación y la experimentación naturalista para no edificar su edificio sobre nubes.

Nicolás Salmerón muestra talento profético cuando fija el punto de concierto, o consiliencia, en el conocimiento del cerebro, en lo que él llama Psicología fisiológica y nosotros llamamos hoy Neurociencias.

También ensalza el interés didáctico y educativo de la obra de Hermenegildo Giner de los Ríos que prologa, ya que busca encarnar la verdad en la virtud en vez de esterilizarla con intelectuales abstracciones. Y es que la formación interna del espíritu no se logra sin arte.
Como afirmó Schopenhauer, todo lo físico es al propio tiempo metafísico. Hay continuidad entre lo de abajo y lo de arriba, el cuerpo y el espíritu. Así, la evolución de lo inconsciente debe explicar la producción de la conciencia en el mundo. Dos hechos encuentra Salmerón innegables al respecto:

1. La correspondencia entre el sistema nervioso –particularmente el cerebro- y los grados y funciones de la conciencia.

2. El hecho de que no somos conscientes (“conscios”) de todo el alma.

Salmerón da pruebas de un optimismo racionalista, idealista: la razón “inside”, en el fondo de todo mecanismo natural, es fundamento de sus relaciones esenciales. No extrañe por ello que entienda la filosofía como búsqueda, en el mundo de la conciencia, de los principios de la razón, y como una interrogación por las leyes de la vida racional.

Qué es conocimiento. Monismo


Por conocimiento entiende Salmerón la compuesta interior relación de presencia e intimidad, siendo pues la unidad que la verdad exige no una hipóstasis trascendental, sino una relación de comunión inmanente entre lo conocido y el que conoce, entre objeto y sujeto, de sustantiva presencia objetiva y auténtica e íntima recepción subjetiva. No hay pues una división radical entre objeto y sujeto como han pretendido el materialismo y el espiritualismo. No es el espíritu el que conoce, sino todo el hombre en su unidad metafísica y en su concreción física, que son inseparables.

Apuntando hacia una concepción monística del mundo y del humano Nicolás Salmerón se opone a todo dualismo. No cabe pensar ya la fuerza como abstracción de la materia; son la misma cosa. Contra el dualismo cita tres hechos: los reflejos, los instintos y la inspiración. Y añade como mérito de Hermenegildo su consideración de la Ética como parte de la Biología.

Reflejos, instintos e inspiración


En torno a esos tres hechos antes señalados ofrezco aquí un texto del filósofo y activista político:

“Notaremos tres puntos capitales desconocidos e inexplicables por el tradicional dualismo: los movimientos reflejos, cuya faz interna o espiritual y consiguiente carácter teleológico confirman, desde las funciones más elementales de los animales interiores hasta las más complejas y elevadas del espíritu humano, la indisoluble composición de lo físico y lo psíquico, a la par que autorizan a distinguir, pero sin separar, el elemento inconsciente y el elemento consciente en la actividad anímica; el instinto, que partiendo de impulsos nativos, adaptándose al medio ambiente, desarrollándose y aún modificándose con el hábito y extendiéndose desde las más rudimentarias necesidades de la vida física hasta las más elevadas aspiraciones del orden moral, acusa la acción inconsciente y concreta del todo en el individuo; y por último, la inspiración, que brotando del seno misterioso del espíritu se encarna en el genio, y engendra los reveladores y profetas de todos los tiempos, y hace lucir el Deum passus est [sic] en horas solemnes de la historia”.
Notas

[1] Hermenegildo Giner de los Ríos (Cádiz 1847- Granada 1923) fue pedagogo, jurista y político español, vinculado a la Institución Libre de Enseñanza que fundó su hermano Francisco.
[2] Salmerón refiere a “el fatal legado de la imposición dogmática con que el catolicismo ha petrificado la conciencia”, y opone la letra muerta del dogma a los métodos de investigación y a la autonomía de la conciencia “que hace de la ley que halla en sí misma divino dictado”: “por el verbo de sus obras le conoceréis”.
[3] Para una formidable y consciente “idealización fantástica” léanse los grandes tratados de Juan Larrea, sobre todo La espada de la paloma y Razón de ser, donde apuesta poéticamente por una tercera Edad del Espíritu (como Eugenio Trías, dicho sea de paso), en cuya realización cabe al idioma y a la cultura españolas un papel protagonista y heroico.
[4] Salmerón, hijo de un médico liberal y afiliado al Partido Democrático permaneció cinco meses encarcelado por sus ideas políticas junto a Pi y Margall en 1867, bajo el reinado de Isabel II.

jueves, 6 de julio de 2017

EL MAGO DEL NORTE Y EL DESCENSO DE LA PALABRA

Crítica de la Ilustración y filosofía del lenguaje
en Johann George Hamann




“Así, también nosotros, entonces, habiendo ascendido al monte de la Transfiguración divina, podemos contemplar las vestiduras de la Palabra, es decir, las palabras de las Escrituras y los elementos visibles de la creación, vestiduras brillantes y gloriosas en sus respectivas enseñanzas acerca de Ella”
San Máximo el Confesor


Introducción

El objetivo de este trabajo es presentar, a modo de introducción, algunos de los puntos fundamentales de la obra del filósofo alemán Johann George Hamann (1730-1788). Se trata de un autor poco o mal conocido por el público culto en general, pues incluso en el ámbito académico es pasado por alto o se lo estudia muy rápidamente y sin profundizar en sus textos. Las traducciones de su obra a nuestra lengua son escasas y apenas es posible encontrar unos pocos textos introductorios. Se lo ve a menudo como una figura excéntrica que desentonaba con el ambiente cultural de su época, un pensador polémico que se atrevió a cuestionar a Kant sin molestarse en comprenderlo, un filósofo mediocre, un irracionalista, un conservador reaccionario, una rara avis en el Siglo de las Luces. 

Sin embargo, ninguno de estos epítetos le hace justicia, y aunque actualmente pueda pasar casi inadvertido, lo cierto es que su obra no dejó indiferentes a quienes conformaban los círculos intelectuales de su tiempo. Ejerció una influencia notable y decisiva en la formación del movimiento literario, estético y filosófico Sturm und drang, nacido como respuesta al estéril racionalismo especulativo de la Ilustración, así como también en el Romanticismo posterior. Fue leído y admirado por autores de la talla de Herder, Jacobi, Humboldt, Goethe, Schelling y Kierkegaard, entre otros.