lunes, 20 de junio de 2011

Una lectura etnográfica de los campos de concentración


En el corazón de la zona gris (Paz Moreno Feliú, Trotta, 2010) es un trabajo etnográfico que reconstruye las relaciones humanas cotidianas en el universo concentracionario de Auschwitz, mediante la lectura contextualizada de un amplio conjunto de fuentes documentales, entre las que destacan las memorias de los supervivientes con sus perspectivas plurales.

Mientras que la utopía revolucionaria soviética pretendió instaurar una economía sin mercado y una sociedad sin clases, el proyecto ideológico nacional socialista basaba su utopía en una política eugenésica y de repoblamiento neocolonialista de Europa del Este por alemanes "arios". En tal proyecto se insertaban los campos, con objetivos en conflicto (ej. el valor de la mano de obra de los judíos) y que fueron variando entre 1933 y 1945, al vaivén de los proyectos políticos del III Reich y las necesidades de la economía de guerra.
La entrada en ese escenario utópico de los campos constituía una ruptura total con los vínculos de origen de los prisioneros, marcada formalmente con rituales de paso (desposesión, desocialización, despersonalización y agregación) y con una nueva economía política del espacio -aislamiento y desubicación-, y del tiempo -supresión de relojes y calendarios excepto para las élites. Estas estaban integradas por los prisioneros alemanes, comunes o políticos, que actuaban como kapos por delegación de los mandos de las SS. Esta estructura de gobierno permitió regentar los campos con un número muy reducido de oficiales y personal civil.

En el nuevo marco vital del Lager [campamento], el único vínculo con el mundo exterior era el trabajo, concebido por los prisioneros como la única vía para su supervivencia, lo que de hecho entrañaba colaborar en su propio exterminio (la “zona gris” de Primo Levi.) Por ello puede afirmarse la compleja conexión entre la “solución final” y el trabajo como mercancía ficticia (es decir, según Karl Polanyi, la transformación de las relaciones personales de trabajo en un objeto sometido a las leyes de la oferta y la demanda). La autora descarta que se tratara de una variante esclavista del capitalismo, entendiendo que las relaciones laborales creadas en los campos de trabajo responden al concepto de instituciones económicamente pertinentes (Max Weber).

En esa discontinuidad radical con las relaciones de procedencia resultaba relevante, por un lado, la creación de relaciones sociales entre los prisioneros basadas en la jerarquía, que generaban clientelismos siempre inestables y, a nivel horizontal, la atomización de los grupos étnicos, nacionales y sociales y el fomento de antagonismos entre los mismos que suscitaban desconfianza y hostilidad; y, por otro, un peculiar sistema de circulación de bienes y servicios, al que llamaban “organizar” (organisieren), palabra clave en la LTI (lengua tertii imperii, V. Klemplerer), ejemplo extremo del concepto de reciprocidad negativa descrita por Marshall Sahlins, por la quiebra de la moralidad respecto a los demás sujetos en los actos precisos para la supervivencia de los prisioneros, que conllevaban hasta tener que procurarse una escudilla para comer. Frente a la moral compartida pero ambivalente de la reciprocidad generalizada, esto es, la acción de compartir todos los bienes con los próximos según sus necesidades, la subsistencia de los prisioneros desposeídos vino a depender de los aspectos negativos del don, teorizado por Marcel Mauss (tomar, pedir o guardar, en lugar de recibir, dar y devolver). Esa “organización” vital se extendía en un espectro que iba desde el intercambio más o menos equitativo hasta conductas claramente predatorias, como el hurto o el robo, según una escala de valores morales ad hoc que jerarquizaba el bien o el mal dependiendo de que la víctima fuese un compañero, un fallecido o un enemigo.

En las memorias del músico Simon Laks se relata la existencia en Auschwitz de un comercio ilegal de “escala inimaginable”, por la afluencia continua de bienes valiosos que traían los prisioneros, especialmente desde Hungría, puesto que los alemanes les incitaban a llevarlos consigo para subvenir a sus necesidades, y de los que eran completamente desposeídos en la propia rampa de entrada. Tal comercio se dividía en un sector interior, de artículos de necesidad (alimentos y ropa), y otro exterior de bienes de prestigio (joyas, licores, caviar…), articulado en las redes de relaciones jerárquicas (entre los Prominenten, miembros de las élites, con SS y trabajadores civiles). Igualmente existían lugares de mercado diferentes según las personas intervinientes y los bienes de que se tratara; dos patrones de valor: pan y, fundamentalmente, cigarrillos, que servían igualmente de medio de cambio y pago; precios fluctuantes por la inflación, e incluso grupos nacionales especializados en “organizar” (las griegas.)

Tal situación demuestra, en primer lugar, que las relaciones económicas se recomponen en cualquier contexto con instituciones ya conocidas y otras nuevas. Igualmente, como sostiene Moreno Feliú, la imbricación de la moralidad en el sistema socioeconómico como parte constitutiva del mismo, con diferentes graduaciones según el tipo de relación entre las personas y no tanto por la proximidad familiar o vecinal entre las mismas, que era el criterio de Sahlins, poniendo de relieve la ambigüedad inherente a las relaciones de reciprocidad.

Sin embargo, la segmentación organizativa de los campos no impidió el establecimiento de alianzas de amigos. La resistencia moral interior de los prisioneros se encarnó en la creación de leyendas de muertes heroicas. En una de ellas, la de la Bailarina, una mujer muy bella, de vida libre, objeto de la lascivia de los nazis, defiende su honor matando a un jerarca y suicidándose después. En otra, la de los amantes Mala y Edek, consiguen escapar juntos para contar al mundo las atrocidades de Auschwitz pero son capturados, aunque también reivindican el derecho a morir por su propia mano antes que ser cruelmente sacrificados para público escarmiento.
Tales leyendas, que se repiten con ligeras variantes en las memorias de las víctimas, recuperaban la aspiración a la libertad y dignidad en el imaginario colectivo de los prisioneros, resolviendo las contradicciones entre la colaboración de las víctimas con su propia explotación y la inalienable aspiración a la defensa de la humanidad en cualquier situación, en los términos del análisis de Eric Wolf en Cultura, ¿panacea o problema?
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Si os interesan los temas relacionados con el Holocausto, en este enlace tenéis un relato magnífico para ilustrar gráficamente esas decisiones radicales, la economía de la elección a la que se refiere Paz Moreno Feliu http://eternamentekfk.blogspot.com.es/2013/08/eternamente.html
Para saber más sobre el autor, podéis acceder en el enlace http://mujeresparalahistoria.blogspot.com.es/2013/08/kfk-la-literatura-abisal.html

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