martes, 30 de diciembre de 2014

EL GEN NO ES EGOÍSTA NI PUEDE SERLO


Suele suceder que los científicos deseen generalizar o universalizar sus hallazgos y hagan filosofía, metafísica, psicología, e incluso teología, aunque ésta sea negativa. Y suele suceder que, al meterse en camisas de once varas, lo hagan con palmaria simplicidad, ligereza o temeridad. O con alguno, varios o con todos esos modos de generalizar.

Un caso sonado es el del famoso biólogo Richard Dawkins. No contento con negar taxativamente la existencia de los dioses, e incluso de Papá Noel, pretende que todo el mundo crea que los dioses no existen, creencia ésta que, como su contraria (la de que los dioses existen), está bien lejos de poder ser demostrada. Es de esos ateos, cada vez más abundantes, que militan o profesan su ateísmo, más allá del agnosticismo o el indeferentismo escéptico. Considera una misión (en cierto sentido zubiriano, misión religiosa) combatir dogmas religiosos, supersticiones y pseudociencias, en nombre de una Razón que no están dispuestos a compartir con nadie más. 


No me extrañaría que en un futuro inmediato, los grandes conflictos de religión, al menos en nuestro Occidente nihilista, se celebraran entre sectas ateas. Por ejemplo entre la secta que proclama “Dios existió, pero ha muerto”, la que proclama “Dios no ha existido, nunca existió y jamás existirá”, y la que afirma dogmáticamente: “Aunque Dios no exista, debemos creer en la posibilidad de construirlo”. Un conflicto así serviría de argumento para una fábula de robots de Estanislaw Lem, el cual ya imaginó inteligencias artificiales en un planeta remoto dedicando todo su inhumano talento a buscar a Dios, no como Machado, entre las sombras, sino en la secuencia del número π. Estos formidables teólogos en red consideraban sin embargo estúpido querer convencer a nadie de la existencia de aquello que buscaban, pues el persuadir a otro es una cuestión puramente psicológica, política o retórica. Querer cambiar las creencias de los demás no era para los teólogos de Dictonia auténtica Teología. 

(Y la teoría del gen egoísta no es, obviamente, auténtica biología, lo mismo que es discutible que la hipótesis del big bang sea pura física.)

Pues bien, a parte de sus polémicas contra religiosos, religiones, e incluso contra los cuentos de hadas y quienes creen en ellas, Dawkins se hizo famoso por su teoría del gen egoísta, según la cual somos máquinas ingeniosas construidas por y al servicio de la perpetuación del gen, auténtico protagonista de la historia natural y de la otra, la historia más o menos civilizada. Aunque la cultura humana tuviese por protagonistas a los “memes” (el análogo neurológico de los genes, o sea, unidades de información que también pugnan por sobrevivir en nuestras cabezas), los memes también servirían a los oscuros intereses de los genes.

En su sugerente libro Pienso, luego río, John Allen Paulos se hace eco de la teoría reduccionista de Dawkins, para refutarla con dos sólidos argumentos:

En primer lugar, si la conducta y cultura humana está determinada por el deseo de autoconservación de nuestros genes (¡y ya es mucho atribuir interés, deseo o instinto a un gen!), entonces ¿por qué diferentes culturas con el mismo acervo genético, engendran comportamientos tan diferentes?

Segundo. Siempre se podría argüir que no son nuestros genes los egoístas, sino un enlace químico que hay en ellos y que trata de perpetuarse y replicarse a sí mismo. Reductio ad absurdum.


A estos dos argumentos de John Allen Paulos, añado uno filológico  o, si se quiere, estrictamente lógico: ¿Cómo podría ser egoísta, algo sin ego? ¿o selfish algo sin self

¿Os imagináis a un gen haciéndose un "selfi"? (palabra esa de moda como el narcisismo que expone) ¡Pues eso sería lo que buscan sin cesar los genes, esos narcisistas, una imagen de sí mismos, una réplica en el tiempo, por eso, los muy cabr... nos alientan y alimentan para que los reproduzcamos, y luego, programada nuestra obsolescencia, cuando ya no les servimos para que se repliquen sanos, nos dejan morir sin compasión, egoístas y despiadados...

Tan parecidos a nosotros, ellos, tan "humanos demasiado humanos", los genes de Dawkins, y los de cada uno de nosotros, claro.

10 comentarios:

  1. No está mal para terminar el año y empezar el nuevo. Dawkins se lo ha tomado muy en serio su lucha contra las creencias religiosas. organiza debates públicos incluso en los que se mide con algún creyente, sea musulmán o cristiano.
    La verdad que son formas inconmensurables de ver la vida.

    Me ha gustado bastante lo de Ursula K Leguin en su novela "sci fi" El relato. En el planeta Aka no tienen sistema o religión con sus autoridades y sus obligaciones, sino el Relato, escuchan las narraciones antiguas a los que las conocen, son historias que gustan porque están bien contadas. A veces no se sabe donde empiezan ni donde terminan. Pero si saben escuchar, ayudan tanto al que escucha como al que cuenta.

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    1. La ficción nos salva de la realidad. Nadie se conforma con la verdad.
      A veces pienso que el politeísmo o la mitología son menos peligrosas que las religiones del libro o del Dios único. Una sola Idea que tiraniza a todas las demás, he ahí la causa del fanatismo.
      Pero no sublimemos la tolerancia griega. A Sócrates le condenaron por impiedad, a Protágoras le quemaron su libro sobre los dioses, tal vez más escéptico que ateo, y Anaxágoras tuvo que poner pies en polvorosa por negar la divinidad del astro rey. Pero nada puede salvarnos de la misantropía si no nos proponemos la construcción del hombre según una idea más elevada que la que nos podemos hacer sensatamente de él mismo a la vista de sus hechos.
      En cualquier caso, me parece pertinente denunciar la inmoralidad, especulativa, de cualquier determinismo...
      Te regalo una humorística reducción al absurdo:
      - ¡Juan, te dejo porque eres un cabrón y me has puesto los cuernos con mi prima Rosi!
      - Qué ignorante. ¡No sabes que la infidelidad varonil depende del alelo 334 del cromosoma 12, señora mía! ¡La culpa es del alelo!

      Poseídos por el gen, como antaño lo estuvimos por el diablo. Así nos libramos de la pesada obligación de responder por lo que hacemos, también llamada "responsabilidad". Si le decimos al ser humano que no existe la Voluntad, la Libertad o la Justicia, que son mitos, es muy probable que no haga el menor esfuerzo por desarrollarlas o mejorarse. Esta idea está en Huarte, el pensamiento de lo divino nos diviniza, porque la imaginación nos construye, es la verdadera fuente del yo ejecutivo, eso mismo de lo que carece el gen.

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  2. Hola José, Ana, y todos...

    Entre la humorada de las sectas ateas, que me arrancó una gran sonrisa, y el argumento lógico del final, lo he disfrutado realmente. Me parece que estos científicos anti Dios vienen de lejos, pues, si no estoy muy confundido, a la par que se construía la ciencia moderna también se construía eso que retroactivamente llamamos el "cientificismo". Y éste último siempre tuvo algo de dogmatismo religioso al revés: la misma unilateralidad apodíctica pero al servicio de una visión del mundo sin Dios.

    En cuanto al argumento lógico, me parece más profundo de lo que podría pensarse a causa de su sencillez: creo que has dado en el clavo al señalar de algún modo que lo que no puede reducirse a la lógica científica es el fenómeno mismo de la yoidad, el sefl, es decir la conciencia despierta de sí.

    Una vez leí que un matemático brillante rechazó un premio que le querían otorgar (pues había resuelto un problema que nadie antes que él había podido resolver) diciendo: si un problema intelectual tiene solución, la única recompensa legítima para quien la encuentra es justamente haberla encontrado. :-)

    Algo del mismo tipo puede decirse de esta cosa rara que es el "saberse a sí mismo como sí mismo"... ¿tiene explicación científica? Me parece que la única manera en que la ciencia puede explicar eso es convirtiendolo en otra cosa. Y ese convertirlo en otra cosa, tal como el premio para el orgulloso genio, lo desvirtúa.

    Un abrazo

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    1. Siempre tan amable en tus comentarios, Max. Algunos no se dan cuenta de que el modelo mecanicista naufraga desde hace ya tiempo, también científicamente donde se impone un modelo probabilístico, indeterminista, porque la vida no es mera máquina, ¡y no digamos la vida creativa e inteligente! Mientras existan las personas, estas serán siempre algo más que sus condiciones históricas, sociales, educativas, genéticas... Pero la ciencia -no siempre- se conforma con dominar una naturaleza que no entiende, y lo que domina ya no es naturaleza, sino objeto tecno-natural. Nietzsche se dio cuenta del lado artístico de toda creación, incluida la ciencia, y del lado reductivo y simplificador de la cuantificación científica. Solo cambiando incesantemente podríamos entender lo que deviene sin cesar: empatía del espíritu con el espíritu o del cuerpo con el cuerpo del mundo, un mundo tal y como lo pensó Platón, con psique e inteligencia.
      A fin de cuentas, la vida es primeramente emoción. El concepto aspira a la transparencia, pero el símbolo no, porque incorpora los tintes de las emociones. Y lo decisivo es saber que no se puede pensar con puros conceptos, todo pensamiento, también el científico, incorpora símbolos, como tú bien sabes, cuando no lo hace reposa en la identidad aburrida y aburriente de la tautología.
      No niego que un gen pueda aspirar a la supervivencia, conatus llamaba Spinoza a ese misterio. Pero es gracioso, y contradictorio, que quienes niegan dogmáticamente la teleología (Monod acepta cierta teleo-nomía) en la evolución de los organismos complejos, no tengan más remedio que atribuir al gen "aspiraciones, propósitos, intereses" y, por fin, "egoísmos"...

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  3. Muy buena la crítica y genial lo de las sectas ateas. :-) Esta teoría del gen egoísta es paradigmática de muchas ocurrencias actuales que no resisten el análisis del mero sentido común pero se difunden pareciera que sin resistencia entre un público entrenado para que tragar acríticamente cualquier información que provenga del ateísmo cientifista. Aquí está en juego la anulación del sujeto y la cosificación del ser humano (fuente de todo tipo de atrocidades) y para ello es básico lo que apunta Máximo: estudiar un asunto ignorando su verdadera naturaleza y reduciéndola al ámbito que nos interesa (aquel en que es experto el autor, por supuesto), desvirtuando la cuestión por completo. Hace poco leí un ensayo de C.S. Lewis interesantísimo llamado "La abolición del hombre". Dice allí sobre esto:

    “De entre los científicos modernos, no es el más grande el que percibe con seguridad que el objeto, una vez eliminadas sus propiedades cualitativas y reducido a mera cantidad, es totalmente real. Los científicos pequeños, y los pequeños seguidores acientíficos de la ciencia, sí podrían pensar eso. Las grandes mentes saben muy bien que el objeto, si se manipula de este modo, es una abstracción artificial, porque se han omitido aspectos de su realidad. Bajo este punto de vista, la conquista de la Naturaleza se nos presenta ante una nueva luz. Reducimos las cosas a mera Naturaleza con el fin de poder “conquistarlas”. Siempre estamos conquistando la Naturaleza, ya que “Naturaleza” es el nombre que damos a lo que hemos conquistado de algún modo. El precio que se paga por la conquista es el de tratar las cosas como mera Naturaleza. Toda conquista de la Naturaleza incrementa el poder de ésta. Las estrellas no son Naturaleza mientras no podemos pesarlas y medirlas; el alma no es Naturaleza mientras no podemos psicoanalizarla. Arrebatar potencia a la Naturaleza es también hacer capitular las cosas ante la Naturaleza. En la medida en que este proceso se detiene cerca de la escena final, bien se puede sostener que los beneficios superan a los inconvenientes. Pero tan pronto como afrontamos el peldaño final de reducir nuestra propia especie al nivel de mera Naturaleza, todo el proceso se viene abajo, pues esta vez el sujeto que pretende obtener beneficios y el que resulta ser sacrificado coinciden (...) Pero una vez que hayamos entregado nuestras almas, es decir, que entregamos nuestras personas, el poder que se nos otorga no nos pertenecerá. Seremos, de hecho, esclavos y marionetas de aquello a lo que hayamos entregado nuestras almas."

    Y bueno, en realidad lo que quería al comentar era preguntar cuál es el título del relato de Stanislaw Lem del que se habla en el post, pero me resulta imposible no extenderme con estos temas...

    Un saludo y muchas gracias por la reflexión.

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    1. Me ha gustado mucho su comentario, Pola, y la cita de C.S.Lewis, del que me declaro un ferviente admirador. No he podido encontrar la obra de Lem en la que aparecen los teólogos de "Dictonia". Citaba de memoria, y la memoria, ya se sabe, inventa.... Seguramente, lla referencia es de Ciberiada o de los Diarios de las estrellas. Respecto a Lewis espero que le guste mi recensión de su trilogía celestial: http://signamemento.blogia.com/2012/072301-la-trilogia-celestial-de-c.-s.-lewis.php

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    2. Muchas gracias por el dato (quería retomar la lectura de Lem desde que leí la genial "Solaris") y por el enlace a la reseña. Tengo pendiente también la trilogía de Lewis de la que me hablaron hace muy poco. :-)

      Un saludo.

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  4. El gen egoista es un libro repleto de interesantísima información biológica. A mí me encantó leerlo por ese motivo, por más que la teoría de la que parte me parezca radicalmente equivocada. Para mí, la razón es su total incapacidad para dar una explicación plausible del altruismo. Lo que no acabo de entender de Dawkins es por qué se embarca un biólogo de altura como él en batallas teológicas de tono furibundo. No quiero decir con esto que un pensador sea incompetente para opinar fuera de su disciplina, pero es que los titulillos de algunos capítulos en sus libros, como" Por qué es casi seguro que no existe Dios", no sé si me mueven más a la risa o a la compasión. Aún así, sus libros me interesan.

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    1. Evidentemente, si los genes no pueden ser egoístas porque no tienen ego, tampoco pueden ser altruistas porque carecen de la conciencia del otro, que por cierto seguramente es más genuina que la propia (self), aunque en nuestro siglo de narcisos tendamos a pensar lo contrario.

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    2. Lo que defiende Dawkins es que solo puede haber un altruismo en favor de los parientes más próximos, porque en esa autorrenuncia hay, en realidad, una inversión en beneficio de los propios genes, para que puedan seguir existiendo los descendientes. Es decir, el altruismo no sería más que otra estrategia de supervivencia del gen egoísta. Pero eso deja fuera de explicación a la Madre Teresa de Calcuta, al voluntariado social...

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