Autora Ana Azanza
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Presento en este vídeo a Michel Serres (1930), filósofo,
marino, historiador de la ciencia, deportista, amante de los grandes espacios,
sean desiertos, sean las cumbres del Himalaya. Profesor en universidades de los
cinco continentes, fiel a su idea de que un docente que no ponga en contacto su
saber con todas las culturas y sensibilidades sería hoy profesor a medias. La
ciencia está mundializada, pero también la enseñanza, por eso lleva más de 30
años en Stanford y se ha paseado por Sudamérica, Sudáfrica, India, Corea. Ha experimentado
que lo que en unos países se entiende con una explicación de un minuto en otros
se necesita una hora, es decir, sabe muy bien que el hombre con h mayúscula de
la filosofía no existe.
Michel Serres es a su vez un hombre de mundo y del mundo, que
cuando está en altamar siente el planeta de manera especial como el único lugar
habitable, nuestra raíz, nuestra casa, también nuestra tumba. Antes de escuchar
sus entrevistas y conferencias que están en Internet, pensaba que desde la
muerte de Leibniz se habían acabado los filósofos capaces de aunar una visión
de conjunto sobre el saber humano. Michel Serres es capaz de esa visión
“panóptica”, una capacidad de síntesis apabullante basada en un acercamiento
humilde a todas y cada una de las ciencias actuales. El documental en 12
capítulos “La legende des sciences” es una muestra de su conocimiento
enciclopédico.
Miembro desde 1990 de la Academia Francesa
se ha preocupado por la vulgarización de los conocimientos científicos. Dicha
tarea no le ha alejado de sus raíces, antes bien con frecuencia recuerda que se
crió navegando sobre el río Garona al lado del que nació, y por él que llegó al
mar. Como oficial de Marina participó en la reapertura del canal de Suez tras
la guerra que enfrentó a las potencias coloniales con Egipto.
El mar es una de sus pasiones, altamar, alta aunque sea
llana. Alta montaña, desierto, los casquetes polares, lugares inhabitables que
hacen sentir la tierra, este planeta que algunos dicen está vivo, pero que
Michel Serres, aunque la ve como sujeto de derecho “Le contrat naturel” (1990),
asegura que le falta la característica de lo vivo: reproducirse. Frente a los
filósofos de “piso” o de “biblioteca”, Michel Serres es un filósofo del
planeta. Me parece relevante a este respecto su faceta deportiva, en general
los filósofos que conozco no son amantes del desgaste físico. Es un intelectual
que ejercita no sólo su mente leyendo,
escribiendo, enseñando, sino también su cuerpo a través de aventuras vividas en
esos rincones distantes e inhóspitos.
Y no son sólo palabras. ¿Qué llevó a Michel Serres desde las
matemáticas y la Marina
a la filosofía? un acontecimiento de consecuencias catastróficas, la explosión
de Hiroshima. Entonces algunos físicos que investigaban la energía atómica “se
desviaron” hacia la biología o la medicina, fue el caso de Schrödinger que
escribió tras la guerra “What’s life?”. El progreso científico indefinido se
encontró con una primera refutación histórica que llevó a la crisis de
conciencia en los físicos y al nacimiento de la epistemología como ética de la
ciencia. Entonces Serres escribió “Tanatocracia”, libro que le valió algún que otro
disgusto profesional, no todos habían escuchado como él el trueno de Hiroshima
ni habían entendido su significado.
Entre los autores que han inspirado su vida está Simone Weil,
su reivindicación de la importancia del trabajo manual ayudó a muchos filósofos
de su generación. El gran cambio del siglo XX es la desaparición de la
agricultura, en 1900 el 80% de la población vivía y trabajaba en oficios
relacionados con el campo. Al acabar el siglo casi no llega al 1%.
Julio Verne, fue el propagador de la ciencia en el siglo
XIX, contó historias que han resultado proféticas y Michel Serres estima que
hoy nos falta el narrador de la ciencia para niños y adultos. A mí parecer él
puede perfectamente ocupar su lugar, es lamentable que el documental “La leyenda de las ciencias” no esté traducido en español y que no se haya
proyectado en la televisión en nuestro país.
Simone Weil, en la guerra civil española, de miliciana con los anarquistas |
En “Rameaux, espoir et esperance” (2004) defiende que un
filósofo debe saber ciencias exactas y ciencias humanas, matemáticas, física, química,
biología….los grandes lo hicieron. Prototipo de sabio no sólo por esos vastos
conocimientos que se ha preocupado de adquirir sino por su capacidad de juicio adquirido
en su propia experiencia vital.
La revolución de la agricultura, la revolución del cuerpo es
la del siglo XX por el crecimiento de la esperanza de vida. En 1900 era de 30
años mientras que los niños nacidos en la actualidad serán centenarios. Y esto
afecta a muchos aspectos como el matrimonio que no es el mismo, cuando la vida
se ha alargado tanto. Michel Serres observa que hace un siglo las personas se
prometían fidelidad a diez años a vista, las muertes en el parto eran
frecuentes. Hoy cuando se contrae matrimonio de por vida el asunto es mucho más
serio dado el aumento de la esperanza de vida. No es el mismo matrimonio. Tampoco
el dolor ni la muerte tienen el mismo sentido. Recuerda que el cuerpo es un
concepto central en el cristianismo, en el que tantos artículos de fe llevan
esa referencia: nacimiento, muerte, resurrección, encarnación…
Todas las morales eran doloristas en la antigüedad, el dolor
era un elemento cotidiano, para el rey y para el último de sus súbditos. Había
que aprender a soportar el dolor. Tras la segunda guerra mundial se
descubrieron sulfamidas contra las infecciones, analgésicos, anestésicos,
antibióticos que han cambiado el cuerpo de la humanidad. Michel Serres es a
este respecto un optimista de la ciencia. El dolor ha desaparecido de nuestra
vida cotidiana. Antes de 1945 de diez pacientes que esperaban en la consulta
del médico, 4 eran sifilíticos, otros 5 tuberculosos y el último padecía
cualquier otra enfermedad, Tras los avances médicos citados, los primeros 9 han
desaparecido y sólo ha quedado el décimo.
Particularmente relevante es el arte de Michel Serres para
señalar el divorcio entre ciencia y filosofía. La formación que se imparte en
las universidades da lugar a dos grupos muy separados, “los de letras” y “los
de ciencias”, que él llama respectivamente “cultos ignorantes” y “expertos iletrados”.
La ciencia va muy rápido y los filósofos no están formados, son, somos víctimas
del divorcio ciencias-letras. Michel Serres escribió el “Tercero instruido” con
vistas a remediarlo.
La confianza ciega en la ciencia de un Emile Zola se terminó.
La ética de las ciencias empieza en 1947. Primero fue la Física , luego la química, más
tarde la biología…todas las ciencias se ven actualmente llenas de inquietud y
problemas
Escribió “Hominiscencia” (2001) contra la abundancia de
angustia expandida de los medios de comunicación, las malas noticias venden. Ya
lo sabía Aristóteles que señalaba el terror y la piedad como las pasiones
necesarias para mover el corazón de la gente, los managers de los grandes
medios han leído a Aristóteles y explotan estas pasiones al máximo. Tomemos el
caso de las llamadas “vacas locas”, cuando se expandió el miedo a la enfermedad se
mataron en Inglaterra millones de animales. ¿Fue esa matanza necesaria? Michel
Serres confiesa que de joven tuvo fiebre aftosa, tras una semana infernal, se recuperó sin más
tragedia. La ciencia mide y hace ver los peligros, pero la ciencia no es un
riesgo en sí misma. Los riesgos que acechan a la humanidad son la competición,
la avidez de riquezas y el deseo de aplastar al adversario.
No está seguro del dicho baconiano “saber es poder”. Todos
los poderosos son ignorantes. El saber contribuye al poder, es quizás un
contrapoder. Se multiplica el saber por Internet, la barbarie, la tiniebla en
Internet. El último libro de Michel
Serres “Petite Poucette” (2012) hace referencia a un cuento infantil
tradicional. Petite Poucette es hoy una mujer joven de menos de 30 años, que
nació cuando la revolución digital ya era un hecho cotidiano, que viaja en el
tren de cercanías, y que juega en su móvil o MP3 manejando los pulgares con
habilidad pasmosa. Es una chica y no un chico, Michel Serres homenajea así a
las mujeres porque tras 40 años en la universidad dice que los mejores
estudiantes han sido mujeres. Quizás porque la sociedad les exige más para
llegar a lo mismo.
Es un optimista tecnológico. Como el “plato de lengua” que
le sirvieron a Esopo, las nuevas tecnologías pueden ser la mejor y la peor comida.
Invita a observar el cuerpo del que está ante el ordenador y comparar con el
del que ve la tele. O el cuerpo del que conduce y el cuerpo del acompañante, el
uno está en tensión y el otro relajado, ¿cómo está el cuerpo del que escucha y
del que mira? La posición del cuerpo indica si el sujeto está activo o pasivo.
Entre las historias que le contaba su abuela figura la del
obispo Denis. Saint Denis estaba predicando al pueblo de Lutecia cuando una
cohorte de legionarios romanos entró en el lugar y el general que los conducía de
un tajo le cortó la cabeza al obispo. La leyenda asegura que el santo cogió la
cabeza bajo el brazo y se dirigió al lugar donde quería ser enterrado. Precisamente
allí se levanta desde la edad media la basílica de saint Denis al norte de París.
Michel Serres ve en esta imagen del santo que lleva la cabeza a cuestas la
figura de lo que nos ha traído la era digital, nuestra imaginación, memoria,
razón están en el ordenador, en nuestra mano.
Saint Denis |
Interesante introducción a Michel Serres, Ana. Otra de mis cuestiones pendientes, seguro que vale la pena.
ResponderEliminarUn abrazo