Escrito por Luis Roca Jusmet
¿Qué
es lo que puede aportar hoy la filosofía a la medicina? Lo primero que
hay que subrayar es que tanto la una como la otra se nombran de muchas
maneras, por lo que hay que clarificar desde el principio de qué estamos
hablando. Mi planteamiento de la filosofía no es metafísico sino
crítico, por lo que no pretendo construir una teoría metafísica desde la
que fundamentar la medicina o una determinada medicina. La filosofía
como actividad crítica quiere pensar las cosas de otra manera que como
ellas mismas se presentan. Sócrates, fundador de la filosofía, no es un
nuevo sabio sino aquél que cuestiona el supuesto saber de su época, es
decir las creencias sociales dominantes. Lo que puede por tanto aportar
la filosofía es una problematización de los discursos de las diferentes
medicinas existentes en nuestra sociedad, lo cual puede relativizar los
diferentes planteamientos, ver si son o no son compatibles entre sí y en
qué medida. Si la respuesta es positiva, pueden ser complementarias
unas con respecto a las otras, o, en caso contrario, deben plantearse
como opciones alternativas. En cualquier caso hay que evitar también el
relativismo del todo vale buscando criterios consistentes, a la
vez racionales y empíricos, que cuestionen prejuicios encubiertos pero
que dejan cada cosa en su lugar.
Mi
definición de medicina es que es un conjunto de prácticas con eficacia
curativa que se justifican a través de un determinado discurso. Esta
eficacia curativa la defino de una manera operativa y por tanto
cualquier práctica que se mantiene la tiene necesariamente. El
antropólogo Lévi-Strauss definía la eficacia simbólica para describir
la situación de una práctica que genera unos efectos por la confianza
que la sostiene, aunque se derive exclusivamente de la fe que se tiene
en ellos. En este sentido cualquier práctica que cure,
independientemente de porqué, es en principio medicina. La medicina es
históricamente una práctica social necesaria que se ha desarrollado de
manera empírica y que a partir de esta experiencia ha ido elaborando un
discurso teórico más o menos estructurado para fundamentarla. Es una
construcción social que está relacionada con otras muchas prácticas
sociales y que por ello no es independiente de ellas. Creo
que aquí tendríamos que entrar en una aportación de la filosofía de la
ciencia que es la noción de paradigma (entendido como la matriz
conceptual de las que surgen los conceptos y las prácticas de cada
discurso) para ver en qué se fundamenta cada discurso médico.
En el mundo occidental (y con él en todo el planeta a través de la
globalización actual), domina una determinado paradigma, que es la
medicina científico-tecnológica. Esta medicina tiene un carácter
hegemónico pero no único, porque coexiste con otras prácticas médicas
que dependiendo del lugar tienen un carácter más o menos marginal, pero
siempre secundario con respecto a aquélla (exceptuando por supuesto
sociedades tradicionales en las que todavía no domina la globalización).
Esta medicina tiene relación en una primera etapa con la revolución
científica que se da en Europa en los s. XVII-XVIII y con el dominio del
sistema capitalista que se inicia en esta época. En una segunda época
se corresponde con lo que se llama el capitalismo globalizador, que se
inició en el siglo XX y se vuelve a desarrollar ahora a comienzos del
siglo XXI. La historia de la medicina construida por la propia sociedad
occidental tiene también, como casi todas las historias, algo de mítico.
El mito es considerar a Hipócrates como su fundador, cuando Hipócrates
tiene seguramente más que ver con las medicinas tradicionales, como la
naturista o con otras modernas como la homeopatía. Pero la función que
tiene este mito fundacional es que se utiliza a Hipócrates como Padre
fundador que constituye un Orden médico que da a sus representantes
una posición de poder y un estatus elitista. A partir de aquí se va
constituyendo una medicina tradicional cuyo guía teórico era Galeno y
que no tiene nada que ver con la medicina hegemónica de la actualidad
pero a la que se le da artificialmente una continuidad. Por supuesto hay
un proceso de transformación que va de la una a la otra pero quizás, al
igual que en la ciencia moderna, acaba convirtiéndose en algo
estructuralmente diferente.
En
todo caso, pienso que en la constitución de la medicina
científico-tecnológica hay que señalar los siguientes pasos
fundamentales:
1.
La victoria teórica del mecanicismo y la matematización introducida por
Galileo y sobre todo por Descartes en el siglo XVII, que se
consolidará por Newton en el siglo XVIII. El alma siempre se había
entendido como un principio vital y a partir de Descartes se
identificará con la mente, sustancia pensante. La vida forma parte
entonces de la sustancia extensa que es el cuerpo y se entenderá como
producto de mecanismos específicos que operan en él. A partir de aquí
hay toda una serie de estudios basados en la comprensión del cuerpo y de
la enfermedad como mecanismos. El mecanicismo derrotó al vitalismo . De
la matematización ha surgido el dominio de la estadística y de la
cuantificación.
2.
El triunfo de la mirada anatómica de Bichat (s. XVIII-XIX). La
comprensión de los tejidos del cuerpo como la base para la anatomía, la
fisiología y la patología . La conclusión es que no hace falta una
concepción orgánica de tipo global para entender la enfermedad sino un
estudio individual de cada tejido. El cuerpo se descompone así en piezas
y mecanismos que pueden ser estudiados aisladamente. Combinado con el
descubrimiento de la anestesia en 1840, tiene como consecuencia una
valoración progresiva de los cirujanos, cuya labor pasa de considerarse
un trabajo subordinado al médico al de un especialista del cuerpo, que
adquiere un estatus muy elevado. El cirujano no sólo repara sino que
también sustituye o incluso transforma muchas veces, guiado
exclusivamente por el deseo del paciente de mejorar su aspecto (cirugía
estética).
3.
La formulación del paradigma cientificista de la Medicina moderna con
Claude Bernard (s. XIX). Es el momento de constitución de la Medicina
experimental: la medicina tenía que tener una base científica y ésta
sólo se podía adquirir en el laboratorio como interacción de la
fisiología, la patología y la farmacología. El hospital va adquiriendo
el lugar central para la medicina y sus investigaciones.
4.
El entusiasmo despertado por la teoría de la enfermedad como infección a
partir de las investigaciones de Pasteur (Francia) y Koch (Alemania)
durante la segunda mitad del siglo XIX. Es la concepción de la
enfermedad entendida desde la teoría microbiana de los gérmenes como
agresores externos. Pero la consecuencia no deriva en un interés por la
inmunología como teoría sobre las defensas naturales sino que es
capitalizado por las empresas farmacéuticas para promocionar las vacunas
y los antibióticos.
5.
El descubrimiento de la genética como predisposición interna a la
enfermedad y el desarrollo de toda la investigación orientada a la
adquisición de patentes y la creación de unas expectativas desmesuradas
respecto a sus posibilidades .
6.
La invención de la enfermedad mental y la confianza en los fármacos
como los medios adecuados para curarlas o paliar sus efectos. Este giro
lleva a una medicalización progresiva de la sociedad en la medida en que
cuestiones que hasta entonces se consideraban intrínsecas al ser humano
(dolor, desánimo) pasan a ser consideradas formas de malestar que
pueden ser tratadas médicamente (antidepresivos, estimulantes,...). Y la
medicalización progresiva de la infancia al generalizar de manera
indiscriminada diagnósticos como el de hiperactividad o déficit de la
atención. Estamos aquí, por supuesto, con uno de los mayores negocios de
las multinacionales farmacéuticas.
Éstos
son unos aspectos, entre otros muchos, que creo que vale la pena
destacar para ver un proceso que nos ha conducido a un determinado
lugar, en el que nos encontramos hoy. Y de esta situación actual
marcaría los siguientes aspectos:
1.
Desarrollo de una medicina tecnológica centrada en un espectacular
desarrollo de la cirugía y la microcirugía . Este es el aspecto en el
que hay que celebrar el éxito, siendo el único peligro su utilización
injustificada (que la hay). Pero el avance tecnológico de la medicina ha
supuesto la pérdida del arte de curar.
2.
Proliferación progresiva de fármacos. Podemos considerar que algunos de
estos fármacos juegan un papel positivo, que otros son discutibles
(vacunas) y que unos terceros son negativos, que siguiendo el popular
refrán es peor el remedio que la enfermedad. Los efectos negativos de
los fármacos, vistos en su totalidad, son importantes, ya que la
iatrogenia se convierte en una causa importante de enfermedad .
3.
Pérdida de la subjetividad del enfermo . En la medicina
científico-tecnológica no hay un sujeto enfermo (con una biografía y una
situación actual directamente relacionadas con la aparición de la
enfermedad) sino enfermedades objetivas que se concretan en individuos
(que sólo valen como ejemplos). Esto no sólo nos hace olvidar la
singularidad del enfermo sino también el medio social que como tal puede
generar las patologías (forma de vida, condiciones laborales,
hábitat...). Esto lleva a una deshumanización de la medicina y también a
una despolitización del tema de la salud, en el sentido que no nos
preguntamos por el tipo de sociedad en que vivimos y cómo podría
transformarse en una sociedad mejor.
4.
Instauración de la biopolítica como administración de la vida de los
ciudadanos por parte del Estado a través de una medicalización
progresiva de todos los ámbitos de la vida personal. Sistema universal
de Salud (en algunos países). El Estado controla al ciudadano y sus
hábitos , la salud es un tema político, se convierte en algo público .
Las multinacionales farmacéuticas buscan un mercado cada vez más amplio
hasta el punto de “inventarse” enfermedades para un determinado fármaco.
Aquí hay muchas cuestiones para tratar, unas positivas pero la mayoría
negativas.
Este
proceso ha generado un malestar progresivo que lleva a son los sujetos
enfermos a buscar alternativas frente a los límites y efectos negativos
de la medicina científico-tecnológica. Esto ha provocado la aparición
de medicinas que se han presentado como opción alternativa a esta
medicina científico-tecnológica. Entre este amplio espectro creo que
podemos recoger tres grandes grupos:
1. Las medicinas tradicionales de otras civilizaciones (china, india,...)
2. Las medicinas occidentales marginadas por la hegemónica: naturista, homeopatía.
3.
La medicina cuántica, como intento de integrar las medicinas
tradicionales y una medicina científica basada en nuevos conceptos
científicos que supuestamente no integraría la medicina hegemónica (como
la física cuántica).
Tenemos
pues el paradigma de la medicina convencional, el de la medicina china
como muestra de las tradicionales, el de la homeopatía, el de la
medicina naturista y el de la medicina cuántica. Y hay que añadir aquí
otro paradigma que merece ser tratado que es el que aparece en el libro
“La enfermedad como camino” Es un punto y aparte porque no es un
discurso que fundamenta una práctica determinada pero si introduce una
ontología de la enfermedad que tiene muchas implicaciones.
Aunque estamos en una sociedad dominada por el discurso médico cientificista, el carácter abierto y pluralista propio de nuestra época hace que éste coexista con otros que, no por no ser hegemónicos, tienen un carácter marginal. La noción de paradigma la formula un historiador de la ciencia, Thomas S. Khun, el año 1962 y produce un gran impacto entre los científicos y filósofos.1 Define el paradigma como “Una realización científica universalmente reconocida que, durante cierto tiempo, proporciona modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica. Se sitúa siempre en un contexto histórico y determina los criterios de clasificación, de las posibilidades y de las limitaciones de un campo de saber.” Siete años más tarde escribe una post-data (que aparece en las siguientes ediciones del libro) en la que formula una nueva definición de paradigma como “una matriz disciplinal que incluye unas generalizaciones simbólicas (principios teóricos), unas partes metafísicas (analogías, modelos implícitos, metáforas), unos valores y unos ejemplos compartidos. Esto quiere decir que en toda ciencia hay mezclados aspectos descriptivos y normativos, y por lo tanto siempre interpreta los hechos, nunca los muestra como un espejo. Señala también la inconmensurabilidad de los diferentes paradigmas, ya que parten de planteamientos básicos radicalmente diferentes. Cualquier intento de traducción es, por tanto, fallido. Posteriormente, el año 1987, matizará estas cuestiones. Khun insiste en que no se pueden definir los términos de una teoría con el vocabulario de la otra porque no hay una medida común. Pero que sean inconmensurables no quiere decir que no puedan compararse. Porque el hecho que los términos de una teoría con paradigma diferente no pueden traducirse a otra no quiere decir que no haya interpretación posible por alguien que domine los dos lenguajes. Es cuestión de entender lo que cada cual quiere decir en su teoría, a través de sus conceptos y compararlo con lo que dice el otro, ya que la referencia es común. Es decir, aunque el significado de enfermedad sea diferente para un homeópata, para un médico cientificista y para un acupuntor, hay un referente común, ya que los tres piensan y hablan sobre el mismo proceso que le está pasando a una persona. A partir de esta interpretación de lo que dice el otro, aunque no sea posible la traducción puede serlo el diálogo.
Aunque estamos en una sociedad dominada por el discurso médico cientificista, el carácter abierto y pluralista propio de nuestra época hace que éste coexista con otros que, no por no ser hegemónicos, tienen un carácter marginal. La noción de paradigma la formula un historiador de la ciencia, Thomas S. Khun, el año 1962 y produce un gran impacto entre los científicos y filósofos.1 Define el paradigma como “Una realización científica universalmente reconocida que, durante cierto tiempo, proporciona modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica. Se sitúa siempre en un contexto histórico y determina los criterios de clasificación, de las posibilidades y de las limitaciones de un campo de saber.” Siete años más tarde escribe una post-data (que aparece en las siguientes ediciones del libro) en la que formula una nueva definición de paradigma como “una matriz disciplinal que incluye unas generalizaciones simbólicas (principios teóricos), unas partes metafísicas (analogías, modelos implícitos, metáforas), unos valores y unos ejemplos compartidos. Esto quiere decir que en toda ciencia hay mezclados aspectos descriptivos y normativos, y por lo tanto siempre interpreta los hechos, nunca los muestra como un espejo. Señala también la inconmensurabilidad de los diferentes paradigmas, ya que parten de planteamientos básicos radicalmente diferentes. Cualquier intento de traducción es, por tanto, fallido. Posteriormente, el año 1987, matizará estas cuestiones. Khun insiste en que no se pueden definir los términos de una teoría con el vocabulario de la otra porque no hay una medida común. Pero que sean inconmensurables no quiere decir que no puedan compararse. Porque el hecho que los términos de una teoría con paradigma diferente no pueden traducirse a otra no quiere decir que no haya interpretación posible por alguien que domine los dos lenguajes. Es cuestión de entender lo que cada cual quiere decir en su teoría, a través de sus conceptos y compararlo con lo que dice el otro, ya que la referencia es común. Es decir, aunque el significado de enfermedad sea diferente para un homeópata, para un médico cientificista y para un acupuntor, hay un referente común, ya que los tres piensan y hablan sobre el mismo proceso que le está pasando a una persona. A partir de esta interpretación de lo que dice el otro, aunque no sea posible la traducción puede serlo el diálogo.
En segundo lugar utilizaré también la noción de modelo, tal como la
presenta el antropólogo François Faplantine, en un estudio etnológico
muy riguroso que publicó en Francia el año 1981 sobre los sistemas de
representaciones etiológicas y terapéuticas en la sociedad occidental
contemporánea. Lo hará a partir de fuentes históricas, entrevistas a
médicos y pacientes y del estudio de la literatura médica dirigida al
gran público y de textos literarios en los que aparece la enfermedad de
forma significativa. Faplantine define el modelo como una construcción
teórica que interpreta (de manera consciente o no-consciente, implícita o
explícita) la enfermedad y la curación. El término modelo es más
restringido que el de paradigma, por lo que consideraré que el segundo
tiene un sentido más amplio que el primero.
Se trata por tanto de comparar los paradigmas y modelos (para lo cual
es interesante considerar las metáforas utilizadas) dejando claro que
dos modelos diferentes son sólo relativamente contradictorios si
comparten un paradigma común que posibilita un lenguaje común. Pero si
los paradigmas son diferentes entonces son absolutamente
contradictorios, por lo menos a nivel teórico, ya que no hay un lenguaje
común y por lo tanto son inconmensurables.
Los
discursos que consideraré son el oficial- cientificista, el
homeopático, el de la medicina tradicional china y el de la llamada
medicina cuántica.
El paradigma de la medicina cientificista se basa en una antropología
materialista-mecanicista, un método hipotético-deductivo y analítico, un
modelo ontológico y negativo de la enfermedad y un modelo de
intervención alopático. Como referencia utilizaremos el artículo
anterior. El hombre es visto como un cuerpo material, es decir que ocupa
un espacio (anatomía) que desarrolla unas funciones mecánicas
(fisiología). El dualismo cartesiano, que consideraba que el hombre era
un alma (mente) y un cuerpo se va reduciendo a una concepción monista en
la que la mente pasa a sustituirse por el cerebro y todo queda por
tanto reducido a una sustancia física. El método es científico, es decir
hipotético-deductivo, lo cual quiere decir que siguiendo a Galileo se
plantea una hipótesis que tiene unas consecuencias que deben ser
contrastadas con diferentes experimentos en un laboratorio. Es analítico
porque se analiza cada pieza y mecanismo del cuerpo de la manera más
precisa, independientemente del resto del cuerpo. El modelo de la causa
de la enfermedad es a la vez endógeno (causa interna) y exógeno (causa
externa), pero sobre una misma concepción; la patología está provocada
por una lesión orgánica o un mal funcionamiento de un mecanismo (que
puede deberse a una deficiencia genética o accidental ) o a una agresión
externa (biológica, química o física) La enfermedad es una entidad que
existe como tal, es maléfica y debe ser combatida por todos los medios,
a nivel de causas si es posible y sino a nivel de síntomas.
Pasemos ahora al paradigma homeopático, para el que tomaremos como
referencia a George Vithoulkas, un autor reconocido ampliamente por los
homeópatas. Lo que constatamos de entrada es que el paradigma
homeopático se basa en una antropología vitalista de tipo
espiritualista, un modelo empírico inductivo y sintético, un modelo
relacional y ambivalente de la enfermedad y un modelo de intervención
homeopático. La concepción vitalista es dualista y podemos remontarla en
la historia de nuestra cultura a Platón7: el hombre es dual, tiene una
parte inmortal, indivisible e inmaterial (alma) y otra parte mortal,
divisible y material (cuerpo). El alma es el principio de la vida y esto
quiere decir que es el que informa al cuerpo dándole vida y que la
diferencia entre un cuerpo vivo y otro muerto es la presencia o ausencia
de alma. El alma humana, siguiendo a Vithoulkas, es inteligente y es la
fuerza vital que construye armónicamente el cuerpo, fluye a través de
ésta, no es material y puede estar sana o enferma. Los síntomas son
procesos defensivos del cuerpo para equilibrar esta desarmonía interna
del principio vital, que desequilibra todo el conjunto y son útiles
además porque nos hacen ver esta desarmonía profunda. El proceso
maléfico va del exterior al interior, de abajo a arriba, lo cual
conduciría finalmente a afectar los órganos vitales y, en último
término, al cerebro. El proceso defensivo va del interior al exterior y
de arriba hacia abajo y éste es positivo, una de cuyas manifestaciones
es lo que los homeópatas llaman una crisis curativa, que lleva a un
empeoramiento coyuntural de estado del paciente para fortalecer la
fuerza vital: los síntomas van desapareciendo en el orden inverso de su
aparición.
El método de investigación homeopático es empírico e inductivo, se van
probando remedios y una vez comprobamos su eficacia lo generalizamos
hasta formular un principio universal. La enfermedad no es una entidad
real sino el nombre que damos a un desequilibro. La concepción es
sintética porque lo que hay son enfermos, entendido en toda su
globalidad, y no enfermedades, que no son sino el nombre que damos a los
desequilibrios concretos de cada persona enferma, cuyo trastorno es
siempre dinámico. El remedio homeopático no es material sino energético,
responde a una vibración que genera una resonancia producida por la
misma sustancia que produce la alteración, ya que partimos del efecto
del semejante y no del contrario. Igualmente los efectos serán más
grandes cuanto más pequeña sea la dosis, por lo cual es más potente un
remedio energético no material que otro que sí lo sea.
Finalmente pasaremos, antes de entrar en la comparación, al paradigma
de la Medicina Tradicional China. A diferencia de las dos anteriores no
forma parte de una misma cultura, no tiene unos orígenes comunes (que se
remontarían a Hipócrates) ni son relativamente modernas. La anterior
tiene un carácter milenario, responde a una cultura y a una lengua
radicalmente diferentes. Hay aquí una diferencia de vocabulario que
tiene implicaciones conceptuales, cosa que no ocurre entre la medicina
cientificista y la homeopática, que tienen un lenguaje común. La
antropología que está en la base de la medicina china no es dualista
pero tampoco monista en el sentido de la ciencia actual. No es
espiritualista pero tampoco materialista, el hombre es visto como una
unidad de shen (de difícil traducción, tiene que ver con la actitud y la
conciencia), jing (similar a lo material pero diferente) y el qi
(principio vital). Es vitalista y no mecanicista. No hay una ontología
de la enfermedad, es relacional porque es un desequilibrio, por lo que
hay enfermos y no enfermedades. El método es empírico e inductivo. El
modelo causal puede ser endógeno (un desequilibrio interno) o exógeno
(provocado por la alimentación o las energías perturbadoras: calor,
frío, humedad, sequedad...).
Si comparamos los tres paradigmas hay tres opciones posibles a
considerar. Una es que son tres paradigmas incompatibles y por tanto
inconmensurables. Otra es que algunos de estos paradigmas son
compatibles y otros incompatibles y una tercera que son compatibles.
Considerar los tres como incompatibles sería la conclusión literal
porque los modelos son diferentes. Ahora bien, creo que los modelos de
la homeopatía y de la medicina tradicional china pueden ser compatibles
aunque sean diferentes. Sería un tema a desarrollar. En cambio ambos me
parecen incompatibles a nivel teórico con la medicina cientificista.
Hacerlos compatibles a nivel práctico se puede hacer desde varias
opciones. Una sería la teoría ficcionalista, que plantea que cualquier
teoría es un modelo convencional que no se corresponde con la realidad
pero que tiene que valorarse por sus resultados empíricos. Es una teoría
relativista que niega la posibilidad de llegar a la verdad, por lo cual
los tres serían tres ficciones aceptables si funcionan. Otra opción es
reducir una práctica médica al discurso de la otra. Por ejemplo es lo
que hace la medicina cientificista cuando dice que la acupuntura
funciona por razones científicas diferentes de las que plantea la
medicina china (hormonas, terminaciones nerviosas) y que la homeopatía
lo hace por la sugestión del efecto placebo. Estas dos opciones las
descarto porque creo que hay que mantener la noción de verdad y que sólo
puede entenderse una práctica médica desde el discurso que la sostiene.
Quedan entonces dos opciones. O considerar que cada discurso es parcial
y por tanto que hay que relativizar su paradigma, que es sólo
aproximativo. En este sentido podríamos decir que hay un nivel
espiritual que trata la homeopatía, otro energético que trata la
acupuntura y uno físico-químico que trata la medicina cientificista.
Pero es evidente que esta relativización da la hegemonía a la
homeopatía, mientras que aceptar un nivel energético (que sería el de la
homeopatía y el de la medicina china) y un nivel físico-químico) sería
un paradigma que cuestionaría sobre todo el de la medicina
cientificista, que es el que se pretende exclusivo y tiene por tanto el
carácter más totalitario.
El problema queda abierto porque el único intento que se ha hecho de
buscar un paradigma integrador de todos los anteriores, que es la
medicina cuántica, me parece fallido. Su pretensión es muy ambiciosa, ya
que intenta integrar en un nuevo paradigma la sabiduría tradicional
espiritualista con la nueva ciencia einsteniana y cuántica. Me parece
excesivamente sincrético y mezcla líneas de pensamiento totalmente
diferentes en un eclecticismo muy a la New Age que me parece poco
consistente y riguroso. Esto al margen de que la doctora Nogués plantee
cuestiones teóricas y prácticas muy interesantes, que me consta que lo
hace. Como ejemplo: la concepción de energía de Einstein es una
concepción matemática plenamente inscrita en la física científica y no
tiene nada que ver con la energía entendida como principio vital de las
otras medicinas. De hecho Wilheim Reich, que fue el que intentó hacer
esta analogía, recibió un rechazo completo por parte de Einstein, que lo
consideraba especulativo y poco científico.
Es decir, que
hay paradigmas diferentes entre la medicina cientificista, por un lado,
y el de la homeopática y la china, por otro. Que estas dos presentan
modelos diferentes pero podríamos realizar un paradigma común. Respecto a
la llamada medicina cuántica plantea cuestiones interesantes pero falla
en su proyecto de realizar un paradigma integrador.
Mis conclusiones son las siguientes: Cada una de estas medicinas tiene
que tener unas instituciones formativas independientes de las otras y no
tiene sentido plantear, como se hace, que la homeopatía o la medicina
china sean especializaciones de la medicina cientificista. Otra cosa es
que los que se forman en homeopatía o medicina china deben conocer lo
que la ciencia dice a nivel de anatomía o fisiología como un elemento
complementario. A nivel práctico se puede combinar pero siempre
trabajando con paradigmas diferentes que, para hacerlos compatibles,
tienen que considerarse parciales, incompletos (sin llegar a la teoría
ficcionalista). Queda abierto el diálogo y la posibilidad de buscar un
paradigma integrador pero seguramente es más probable que todas estas
medicinas puedan resultar compatibles por la vía de la aceptación de su
carácter parcial y, por tanto, incompleto.
recuerdo que trataste este tema en otra ocasión. Muy interesantes y desconocidas consideraciones sobre las diferentes medicinas y sus propiedades curativas, sus cómos y sus porqués. Estas reflexiones las deberían de leer y hacérselas a sí mismos los médicos y demás personal sanitario, plantearse los fundamentos de su trabajo, los fallos, lo que de otras tradiciones médicas o curativas se puede aprender e incorporar.
ResponderEliminarAdemás de que hoy vemos que hay enfermedades en vez de enfermos también se echa en falta en nuestra medicina tecnificada y cada vez con medios de diagnóstico y curación más finos, la parte humanista. La ciencia no cura, a veces me pregunto si algunos profesionales son dignos del título que ostentan, no por saber farmacología, anatomía, patología, física y química y por obtener buenas notas en la carrera se es un buen médico. Me parece que no basta, hay un lado de acompañamiento en el sufrimiento y en la miseria del estar enfermo que es fundamental, aunque no cure, pero los médicos ganarían mucho si fueran más cercanos. No se puede empatizar con todas las dolencias y dolientes, se comprende. Pero las pocas veces que he tenido relación por ahora con profesionales más de cerca a veces parecía que en vez de estar hablando de un ser humano estaban hablando de una máquina, de una cosa, que no era su problema ni se hacían cargo. Una sensación de mucho desapego que si estás enfermo te pones más enfermo todavía.
Como supongo que ningún médico leerá me permito decir estas cosas. Y si alguno lee mejor, que hagas las reflexiones desde la experiencia concreta de la práctica médica. Esto por el lado del médico.
Tenemos también el lado del paciente, ¿qué grado de confianza se otorga a cada uno de estos modelos o paradigmas? créerselo me parece que forma parte del curarse...
Gracias Ana por el comentario. De todas maneras el otro artículo del que hablas me lo publicó una revista médica convencional y el que hay aquí, en dos artículos, una de homeopatía. Por lo menos algún sectores está recpetivo.
ResponderEliminarUn abrazo
en el anterior comentario hubo un absurdo error, en vez de "hagas las reflexiones" era "haga las reflexiones", que algún médico reflexione no me refería a tí. Lo releo y parece un reproche
EliminarTranquila Ana, entendí el sentido. Un abrazo
ResponderEliminarEl pensamiento clínico ha desplazado, ilegítimamente, en muchos aspectos al pensamiento ético. Lo que considerábamos vicios hoy se consideran enfermedades, las drogadicciones, por ejemplo. Sin contar con que muchas de ellas son consecuencia de una mala clínica, o de un excesivo horror al dolor. Así, tenemos a una inmensa porción de viejos y niños drogados con receta. ¿Por qué? Es más fácil tomarse una pastilla que cambiar de hábitos.
ResponderEliminarEl verdadero fundador mítico de la medicina científica es Asclepio o Esculapio, ese al que Sócrates manda, última voluntad, seguramente irónica, pues la droga q le está matando tbn le libera de achaques, sacrificar un gallo.
No creo q el paradigma científico -corregible, desde luego-, sea comparable con la homeopatía o la acupuntura (por respetables q sean estas prácticas). Y prueba de ello, de sentido común, es q todo el mundo acude a un hospital donde se practica la medicina científica cuando teme por su vida...
Bueno José, para mí la medicina científica es el paradigma pero se le escapan cosas y estas otras medicinas pueden aportar elementos interesantes si los médicos tienen una mente abierta. Pueden ser medicinas que han capatado lo que se escapa al pardigma dominante. En China según que tipo de enfermedad se va a un médico de formación occidental o tradicional. La homeopatía nos enseña que hay un sujeto que enferma y la medicina china que el cuerpo es integral.
ResponderEliminarUn abrazo