jueves, 6 de diciembre de 2012

Globalización. Formación. Europa y su legado.



Autora Ana Azanza

En este vídeo Sloterdijk trata el tema de la globalización, entendida en el sentido propio, globalización se da cuando se hace del mundo un todo esférico, un globo. Así los presocráticos, los filósofos griegos y en especial los estoicos que pensaron el mundo como un todo y se dieron por satisfechos. Habían encontrado el “truco” de Dios, cómo funciona el mundo y cómo Dios actúa en él, su entusiasmo dio lugar a la llamada ilustración griega. La inteligencia humana como sucursal de la divina. El modelo de la esfera como representación lógica y racional de la totalidad conforma la primera globalización.

Hubo que esperar siglos para que algunos intrépidos europeos, casualmente españoles y portugueses, se pusieran a construir barcos e hicieran posible dar la vuelta a ese “esfera”. Ellos proporcionaron la prueba fehaciente de que lo del “globo” no era sólo una construcción intelectual. Pero las primeras circumnavegaciones fueron una aventura demasiado arriesgada como para repetirlas alegremente. La segunda globalización dejaba la enormidad de la tierra en su punto.

La tercera y actual globalización, se caracteriza por introducir velocidades inhumanas en el mundo humano, y por lo que no sin cierta ironía descubre Sloterdijk, hoy todo el mundo es vecino de todo el mundo. No sabemos muy bien las consecuencias que se van a seguir de esta situación de vecindad global.

Consideraciones sobre la educación, la formación o “Bildung” alemana, y cómo esa formación se incrementó y difundió en Europa con instituciones inventadas para hacerlo a partir del siglo XVI. La formación está en el centro de nuestras sociedades modernas. La formación que da lugar al “estar en forma”, obsesión de nuestro mundo. Es difícil el juego de palabras que hace Sloterdijk en español por la diferencia “ser” y “estar”. “Ser” se ha convertido en “estar en forma”, en francés e inglés, el verbo es el mismo y el juego de palabras queda más redondo, de “être” hemos pasado a “être en forme”. Alude por supuesto al “souci de soi” foucaultiano.

El tema del crédito que no se puede devolver es dolorosamente actual. Las culturas sobreendeudadas favorecen la visión apocalíptica de las cosas. Esa visión crece en especial en los países islámicos que sueñan con el Apocalipsis de Occidente. Inquietantes pronósticos de Sloterdijk sobre las promesas de felicidad para los africanos que ven la prosperidad en la televisión sin poder disfrutar de ella.

Rémi Brague por su parte, se centra en Europa, su “ser” histórico, su misión ya cumplida de crisol de culturas y fermentación del pensamiento antiguo. No comparto su visión negativa de su propia generación, la de la posguerra, ni la visión de Europa como un estudiante poco capacitado que si hace horas extra es capaz de llegar a algo. Tampoco me parece muy justo decir que es la iglesia la que empujó al nacimiento del poder civil independiente de lo religioso. Cuando los papas medievales querían monopolizar lo sagrado, defendían su propio territorio de ingerencias.

Compara las grandes civilizaciones de la Edad Media, la curiosidad que ha caracterizado a Europa antes que a nadie por los demás pueblos y culturas. Los sucesivos renacimientos europeos han sido posibles por haber guardado esa herencia griega y judía.  España como lugar de transmisión jugó su  papel en la Edad Media con los traductores de Toledo.

La separación de lo político y lo religioso, de lo práctico y lo religioso la ve Remi Brague como una aportación del cristianismo. Incluso cuando Constantino lanzó como él dice su OPA sobre la iglesia hubo resistencias al poder político en los monjes que se retiraban al desierto. 

2 comentarios:

  1. Gracias, Ana, por compartir este interesante documental. Para internautas despistados como yo, una advertencia previa: hay que activar el botón de subtítulos.
    Antes de entrar en materia, me gustaría recomendar a los profesores de filosofía un libro de Sloterdijk estupendo para sus alumnos: “Temperamentos filosóficos” (2010), en Siruela. Es una recopilación de las breves introducciones que el autor escribió para una colección de ediciones de obras de los grandes filósofos de la historia. Una joya.
    En cuanto a la globalización, mientras veía el documental intenté hacer recuento de las diferentes disciplinas que se ocupan de la materia: Historia, Economía, Política, Antropología (en las subdisciplinas Económica, Política y Urbana sobre todo) y también la Filosofía. El mismo Sloterdijk tiene una obra al respecto, “En el mundo interior del capital: para una teoría filosófica de la globalización”. Resulta atractiva la posibilidad de un enfoque interdisciplinar aunque tal vez haría falta, como tú apuntas, un poco de tiempo más para ver a dónde nos lleva esta tercera globalización.
    Me han llamado la atención muchos detalles de las entrevistas pero destacaré solo dos. A partir de las palabras de Remy Brague he tenido la impresión de que, en términos de Kuhn, estamos ante dos paradigmas socio-político-culturales y religiosos o éticos en lucha para regir nuestras vidas. Uno, el occidental, que nos deja la “ilusión constitutiva” (Sloterdijk) de la libertad de elección y de la posibilidad de acceder a un mayor nivel de riqueza (estratificación social laxa) en sistemas formalmente democráticos. Otro, el islámico, que, como un sistema completo y cerrado, pretende regular la totalidad de los aspectos de la vida. Como se postula como alternativa para sustituir al cristianismo - y a nuestro modo de vida occidental-, y no se para a pensar en medios ni en derechos y libertades en su afán expansionista, no sé si estamos en condiciones de defendernos por culpa de nuestro decadente pasotismo. Brague indica que respeta profundamente la aspiración del islamismo a lo sagrado o santo en el comportamiento de sus fieles pero no dice nada de su totalitarismo y fanatismo, a los que no ponen freno esas teóricas buenas intenciones. Nos pierde la corrección política. En fin, es un problema demasiado complejo y relevante para nuestro futuro como para despacharlo con comentarios superficiales y apresurados como este.

    Otro asunto que me gusta mucho más es el que suscita Sloterdijk, al contraponer la parálisis intelectual de los bizantinos en la edad media a la vitalidad del Renacimiento italiano: los primeros habían conservado la sabiduría de los griegos, tenían la despensa llena de las grandes obras pero no sabían ya qué hacer con ellas. Los italianos, en cambio, las recibieron como agua de mayo, tenían apetito de “mercancías filosóficas” porque necesitaban respuestas para sus nuevos problemas. ¡Hambre de filosofía! Increíble. Pero hay más. Tiempo después de esa gran recuperación del legado de la antigüedad, leemos en “Pequeñas crónicas” del historiador Carlo Cipolla, que el padre Mateo Ricci escribió sobre la China del siglo XVI que era una sociedad que honraba y encumbraba hasta tal punto a artistas y filósofos que en ella ningún individuo dotado de ingenio perdía el tiempo con el estudio de la medicina y las matemáticas. ¿En qué punto de nuestras respectivas culturas se desvió la atención desde el amor a la sabiduría a la pujanza de la ciencia y la tecnología? Son preguntas retóricas. Todos sabemos cuándo y por qué sucedió, pero no cómo desandar el camino. Y buena falta que nos hace.

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  2. El que suscita lo de la parálisis intelectual de los bizantinos es el otro, Remi Brague. En cualquier caso Europa está muy venida a menos después de un pasado de muchas luces y muchas sombras, parece que las sombrar van a poder con nosotros. Traigo a colación un texto de un filósofo que quizás devore esas navidades, el bohemio (actual Chequia) Jan Patocka:

    «De vez en cuando veo revistas francesas [...] Ustedes y sus amigos del Oeste son (o mejor podrían ser) los depositarios de todo cuanto de mas refinado, profundo y verdadero hay en el patrimonio de la humanidad. Tienen los medios técnicos y son responsables de ellos, pero: ¿dónde está vuestra responsabilidad moral? [...] Vivimos en un tiempo de autosupresión de Europa. Por autosupresión entiendo el proceso a través del cual la Europa creadora de una civilización racional y, por ello, universal, dimite ella misma de las prerogativas temporales que el hecho de haber sido la primera en poseerla le había procurado». Finalmente: «la traición nada salva, acaba por perderlo todo».
    Lo decía en los 50.

    Hoy Onfray diagnostica que Europa está acabada, las civilizaciones tienen su tiempo y el Islam, lleno de gentes dispuestas a morir por la causa está más en forma que nosotros. Nos quieren hacer morir por el euro, pero desde luego no es un autosacrificio querido por nadie.

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