jueves, 2 de abril de 2020

HUESOS DE LA CADERA


Los homínidos volvían una y otra vez a los árboles

 Ana Azanza por la traducción

Según las últimas investigaciones el paso de arborícola a “animal criado en suelo” no debería entenderse de manera tan líneal como lo solemos hacer.

Estamos hablando de un estudio detenido sobre el aparato locomotor de uno de nuestros antepasados, el parántropo


Paranthropus - Wikipedia, la enciclopedia libre
Foto de parántropo, Wikipedia

Se suele explicar del siguiente modo, el mono bajó del árbol se puso de pie para poder ver mejor y poder andar y voilà!, fue un hombre. Pero las cosas no parecen haber sido tan fáciles como en esta clásica explicación de los orígenes de nuestra especie.  Más bien los principios de la humanidad hicieron un recorrido complicado, con vueltas y revueltas a los antiguos modos.

El arbusto humano comienza con otro árbol, es decir, el árbol genealógico humano. Si bien alguna vez se pensó que una línea directa conduce desde los primeros primates hasta el Homo sapiens, recientemente se han ido concretando avances y retrocesos. Y es que las especies que ya se habían separado se mezclaron repetidamente entre sí. Ocurrió cuando ya el género Homo se había separado de su pariente más cercano el chimpancé hace 4-8 millones de años. Volvió a ocurrir cuando sapiens se apareó con neandertales o Denisovas men.

De ahí que dadas tantas conexiones y cruces los investigadores prefieran usar la expresión de “arbusto” en vez de simple “tronco” del que procedemos. Lo que hay antes de sapiens es un “arbusto troncal”.

Los antepasados del Homo pasaron de andar de rama en rama al suelo y vuelta a las ramas. La caminata sobre dos extremidades no parece estar tan relacionada con el surgimiento de nuestro género como se pensaba hasta hoy. Cuando la diversidad de grandes simios e incluso de humanos era bastante mayor que la actual, existieron una serie de especies que no tenían ningún interés en encajar en la simple imagen de una línea recta que condujera a Homo, habitante a tiempo completo del suelo de caminar bípedo. Las evidencias para esta afirmación las trae el Rudapithecus que vivió en la actual Hungría hace 10 millones de años. Este personaje vivía preferentemente en los árboles, a pesar de que caminar erguido le resultara más fácil.

Un equipo de investigadores acaba de publicar en "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS) que ciertos pre humanos posteriores a Rudapithecus también caminaban sobre dos extremidades pero prefirieron volver a su vida arborícola. 

El equipo dirigido por Matthew Skinner de la Universidad de Kent examinó en dos esqueletos procedentes de Sudáfrica la estructura interna de los extremos superiores de los huesos del muslo, que forman parte de la articulación de la cadera. Uno de los hallazgos tiene más de dos millones de años (de 2 a 2,8 millones de años), el otro probablemente tiene 1,5 millones de años, explicó Dieter Pahr, del Departamento de Anatomía y Biomecánica de la Universidad Privada de Ciencias de la Salud Karl Landsteiner en Krems.

Los restos de los dos homínidos se encontraron hace más de 60 años en las cuevas de Sterkfontein en Sudáfrica, pero en el "arbusto principal" de la humanidad pertenecen a diferentes líneas de desarrollo. Finalmente, el género Homo surgió del gran grupo de Australopitecus. Sin embargo, los dos individuos ahora examinados deberían ser, al menos en un caso, miembros de una línea hermana.

 Australopithecus africanus | The Smithsonian Institution's Human ...

El individuo STW522, que vivió hace más de dos millones de años, pertenecía a la especie Australopithecus africanus. La asignación no está clara para el hallazgo más reciente llamado STW311. O bien era un Paranthropus robustus, que se caracterizaba por molares muy grandes, una mandíbula grande y pómulos fuertes, porque se alimentaba de las partes fibrosas de plantas y raíces. Pero incluso podría ser un espécimen de Homo habilis o de Homo erectus, según los investigadores.
La forma externa de la parte de la articulación de la cadera del muslo muestra claramente que ambos individuos podrían caminar sobre dos piernas. La forma en que realmente se movieron durante sus respectivas vidas podría leerse mejor desde la estructura interna de los huesos. Hay que fijarse en las trabéculas, pequeñas barras hechas de tejido óseo, que se reconstruyen a lo largo de la vida dependiendo de la carga, un buen indicador de la forma de desplazamiento más utilizada.

Los investigadores compararon la disposición de las trabéculas en los dos fósiles con la de los chimpancés, los bonobos y los gorilas, que corren y trepan a cuatro patas, y los orangutanes, que pasan la mayor parte de su vida trepando, aferrándose y colgándose de los árboles. Y por supuesto también con los homos. Irónicamente, sin embargo, no con los más modernos: los investigadores prefirieron recurrir a esqueletos que tenían varios cientos de años dado que nuestros congéneres de hace siglos eran más activos físicamente que en la actualidad.

La comparación ha conducido a resultados aparentemente paradójicos.  Según Pahr, STW522, el hallazgo más antiguo muestra una estructura interna ósea como la de una persona moderna. Escalar como un mono no era el patrón habitual de actividad en Australopithecus africanus. Los huesos de los primeros humanos STW311, que probablemente vivieron medio millón de años después de STW522, muestran una disposición de densidad interna que sugiere una combinación de escalada y caminata, similar al mono de hoy.

¿Y cuál sería la conclusión? El hecho de que los antepasados ​​humanos no descendieron de los árboles en algún momento y luego se quedaron definitivamente en el suelo. Más bien aunque capaces de ir por el suelo, volvían a los árboles una y otra vez,  el bípedo surgió varias veces. La imagen de este paso crucial en la evolución humana se ha vuelto aún más compleja y lleva a que la pregunta no sea por qué el hombre empezó a andar sino por qué no se le olvidó , ya que otros antepasados sabían andar pero prefirieron seguir colgados de las ramas.

1 comentario:

  1. Eso explica la constancia del atavismo. Cuando huimos de un peligro "tomamos el olivo". Y no tienes más que ver los aparatos de los parques infantiles y el gusto con que nuestros cachorros trepan. A nosotros nos encantaba trepar a las moreras..., a estas alturas me temo que la cadera lisiada ya no me lo consiente.

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