martes, 14 de abril de 2020

DESIGUALDAD NO ES FELICIDAD



Hay estudios que muestran los efectos del egoísmo, la competencia y el materialismo sobre los seres humanos. Un análisis que da que pensar.

Ana Azanza por la traducción
 
El autor norteamericano  Dinesh D’Souza explica: "Algunos reprochan al capitalismo que es un sistema egoísta. Pero el egoísmo no está en el capitalismo sino en la naturaleza de los hombres”.


La convicción de que la naturaleza humana es egoísta, competitiva y materialista se ha extendido cada vez más. Con ella el punto de vista según el cual el capitalismo encaja en la naturaleza del hombre.


En las últimas décadas numerosos estudios investigan las consecuencias del egoísmo, la competencia y el materialismo en los seres humanos y en su vida social. Si esas cualidades pertenecen a la naturaleza humana debería deducirse de los estudios así como si las consecuencias son positivas o neutras para las personas.



Efectos colaterales de una situación de competencia

 

La competencia que tiene como objetivo determinar la superioridad de una persona sobre otra reduce notablemente los sentimientos de humanidad como la empatía y la compasión. También la capacidad para transmitir sentimientos. Un  estudio con niños de 6 y 7 años muestra que, los niños muy competitivos se diferencian de otros niños porque sienten menos empatía.


Este impacto es fácil de explicar. Una cierta reducción del sentimiento humanitario ayuda en la lucha, para vencer hay que tener capacidad de “morder”, un “instinto asesino”, demasiada empatía sería contraproducente. Un estudio a gran escala sobre los perfiles caracterológicos de 15.000 atletas arrojó el resultado de que los deportistas profesionales se interesan menos por las demás personas que los ciudadanos corrientes. Además de necesitar menos el apoyo de los demás.


La competitividad reduce una capacidad central del hombre: la confianza. Matthieu Ricard, conocido monje budista y genetista añade materia para la reflexión: "en una sociedad  de pronunciado pensamiento competitivo domina la desconfianza entre las personas, el esfuerzo constante por la propia seguridad, por hacer valer los propios intereses y el propio progreso social sin demasiada consideración por los demás.


La falta de confianza entre las personas tiene palpables consecuencias negativas: aumenta la disposición para la agresividad t. La competencia hace crecer la agresividad, lo prueba un estudio en niños de 5 y 6 años en el deporte, y curiosamente el resultado es independiente de si los niños abandonan la cancha como ganadores o como perdedores.


Otros fenómenos concurrentes con la competitividad tienen consecuencias negativas: el stress reduce la empatía e. La presión, las limitaciones del tiempo son fenómenos básicos y experiencia cotidiana en gran parte de los campos profesionales que reducen drásticamente la disposición a la ayuda y aumentan la disposición a la agresividad. El aislamiento fenómeno común en el sistema capitalista mundial t, reduce la empatía. En relación con este hecho se observa una   tendencia preocupante z : mientras hasta hace pocas décadas los americanos de media contestaban que tenían 3 amigos íntimos, en el año 2004 la respuesta más común a esa pregunta es cero.



Efectos secundarios del materialismo 

 

 

El dinero tiene efectos colaterales sobre la conducta humana. Las personas que en los experimentos son recompensadas con dinero, también cuando lo recuerdan inconscientemente, se muestran abiertamente más egoístas y menos dispuestas a la ayuda. Prefieren guardar distancias con los demás y estar solos.

Con respecto a la riqueza se observan consecuencias negativas:
El psicólogo Tim Kasser, que en su libro  "El alto precio del materialismo" acumula estudios sobre los efectos del materialismo en los cuerpos y psiques humanas aclara: "los valores materialistas en los seres humanos llevan a considerar que la cercanía y el cuidado de los otros es una conducta no rentable de los que no tienen nada por sí mismos. (…) Estos valores llevan a las personas a considerar a los demás mayormente como útiles para sus propias metas materialistas”. Los estudios muestran evidencias de que las personas materialistas tienen menos empatía y compasión con los que sufren.




Efectos secundarios en la autoestima

 

 

Los efectos negativos en la autoestima de la competitividad descritos con más detalle en un artículo anterior (Competencia o cooperación) deben ser someramente descritos aquí en aras de una explicación íntegra:

La competencia aumenta el miedo y la inseguridad. Por un lado obviamente el miedo a la derrota, pero por otro paradójicamente el miedo a la victoria. Hay muchos ejemplos de deportistas que inesperadamente fracasan cuando eran los ganadores potenciales, como se ve en el conocido “brazo tembloroso” del tenista.  La competencia tiene su efecto frustrante con independencia del resultado. Esta paradoja se resuelve si nos damos cuenta de que el resultado siempre es incierto y por eso la competición se percibe como una amenaza. La situación competitiva es preocupante porque puede dar a los niños la sensación de que no son dueños de su propio destino.  




Efectos secundarios sobre la satisfacción

 

 

Las personas cuya vida y metas laborales se orientan según una imagen capitalista del ser humano, están motivadas principalmente desde fuera y buscan la recompensa y reputación. La motivación intrínseca guiada por la curiosidad y la alegría significa poco para esas personas.   Es obvio que experimentan sentimientos menos duraderos y sobre todo menos profundos que conducen a su propia satisfacción.

Por otro lado dado que alcanzar metas materialistas, por ejemplo la compra de algo que sea un símbolo de estatus, es una alegría a corto plazo, la consecuencia negativa de la conducta competitiva para esas personas es fácilmente comprensible.


Resultados científicos lo confirman. Estudios llevados a cabo en las dos últimas décadas en cientos de individuos muestran que quienes se mueven por un ideal materialista de vida, extrínsecamente motivada en la búsqueda de riqueza, imagen, estatus y los valores de la sociedad de consumo están sensiblemente menos satisfechos con su vida que quienes se orientan por valores intrínsecos como amistad, satisfacción, buenas experiencias, preocupación por otros, responsabilidad por la sociedad y el medio ambiente.   La correlación negativa entre mentalidad consumista y sentimiento de estar bien se observa en muchos contextos de Norteamérica, Sudamérica, Europa y Asia.


En consecuencia los carrieristas tienden a la insatisfacción crónica t. Un caso interesante a este respecto es el de una investigación realizada en  500 estudiantes alemanes que buscan trabajo.  Los estudiantes clasificados como maximizadores tuvieron  un éxito real con un salario 20% superior, pero su sentimiento subjetivo de satisfacción no se correspondía, no sólo eran más pesimistas mientras buscaban trabajo, también estaban más estresados y depresivos que los más frugales en la búsqueda de empleo. Sorprendentemente y en última instancia  estaban menos satisfechos con su trabajo t.



Los resultados de la investigación que el psicólogo Tim Kasser presenta en su libro nos llevan a concluir que los individuos orientados por una visión materialista de la vida están menos satisfechos pocas veces se sienten en plenitud, experimentan un sentimiento de inferioridad y llevados por sus deseos insatisfechos buscan seguridad pero al mismo tiempo tienen poca conciencia medioambiental, sienten menos la presencia de sus padres y los perciben sobre todo como “castigadores”.  A menudo padecen miedo a la separación, y se interesan menos por las perspectivas de otras personas. Coincide con la relación que se puede ver entre la concepción materialista de la vida y la depresión. Cuanto mayor es la concepción materialista y la motivación extrínseca, mayor es la probabilidad de sufrir depresión y ansiedad.




La paradoja del capitalismo

 

 

Sólo una visión somera nos puede llevar a concluir que si la vida según las máximas del capitalismo no conduce a la satisfacción y el bienestar se debe a un simple fallo del sistema. Ya que nada es más peligroso para el capitalismo que se basa en el crecimiento constante, que estar quieto, ser frugal y sentirse satisfecho.  Así lo formuló en  1929 el inventor y empresario Charles Kettering: "La clave para la prosperidad económica es la organización de la insatisfacción. (…) Si todos estuvieran satisfechos, nadie querría comprar nuevos productos.”


Para funcionar el capitalismo necesita seres humanos avaros, materialistas y egoístas. El capitalismo necesita también personas inestables, aisladas y atomizadas. Un tipo de persona que busca sobre todo asegurar su lugar en la sociedad principalmente a través de su estatus.


Por tanto buenas noticias para los fanáticos del capitalismo: si tenemos en cuenta que las personas en el capitalismo tienden a calmar su infelicidad y desasosiego yendo de compras, el deterioro de la salud humana al menos desde una perspectiva económica puede parecer menos preocupante. El psicólogo Richard M. Ryan lo explica con agudeza: "Si el materialismo causa infelicidad, también es cierto que la infelicidad causa el materialismo."





Efectos secundarios en el cuerpo

 

 

Si se consideran los efectos de una vida según la supuesta naturaleza capitalista del hombre sobre el cuerpo, vemos que el egoísmo, la competitividad y el materialismo contradicen la naturaleza humana pues sus consecuencias negativas son tan numerosas como en el alma. Tim Kasser subraya que quienes se guían por una imagen capitalista de la humanidad enferman y se deprimen con más frecuencia.


Las personas de conducta competitiva padecen a menudo enfermedades cardiovasculares. En general la agresión es una cualidad necesaria en la competencia de consecuencias perniciosas para la salud. Un estudio mostró que los más agresivos de un grupo de prueba 25 años más tarde padecieron 5 veces más un infarto que los más equilibrados. Y por último pero no menos importante la curación de las heridas es más lenta en los agresivos que en los que tienen un buen carácter.    

Hay que recordar las  malas consecuencias en la salud del aislamiento. La consecuencia de la competencia “todos contra todos”,  el aislamiento de las personas es tan perjudicial para la salud como  fumar  hasta 15 cigarrillos diarios.





Efectos secundarios de la desigualdad

 

 

La desigualdad y el capitalismo se relacionan de 3 maneras. Primero se considera que la desigualdad es un aspecto evidente de la naturaleza humana. Segundo la desigualdad en el capitalismo es el motor necesario del progreso y el desarrollo g, puesto que se supone que los seres humanos han de esforzase más que los demás para ganar. En tercer lugar la desigualdad creciente es una consecuencia sistémica del capitalismo como lo ha mostrado el economista francés Thomas Piketty precisamente en su monumental obra "El capital en el siglo XXI". Pues la tesis de que una economía creciente constituye y contribuye al bien de todos todavía no se ha demostrado en los hechos.  


Al observar una vez más los efectos de la desigualdad sobre cuerpos y almas de los seres humanos el resultado sigue dando que pensar. Como señalan los epidemiólogos Kate Pickett y Richard Wilkinson en su libro "Igualdad igual a felicidad. Por qué las sociedades justas son mejores para todos" numerosos estudios han mostrado los efectos negativos de la desigualdad en cuerpos y almas. Los autores analizan 23 de los 50 países más ricos del mundo, que proporcionan datos sobre la distribución de los ingresos. Llegan a resultados alarmantes:

La proporción de enfermos físicos y psíquicos, drogodependientes, analfabetos, abandono de la escuela, encarcelados, asesinatos, personas con sobrepeso, todo está en relación directa con la desigualdad social. Lo mismo vale para la tasa de mortalidad infantil, el ingenio, la confianza de las personas, el miedo y la esperanza de vida de la población.


Es impactante la relación entre desigualdad y esperanza de vida. Por ejemplo la diferencia entre la esperanza de vida entre un barrio rico y un barrio pobres de Londres puede llegar hasta los 25 años. En los últimos 20 años la diferencia  entre la esperanza de vida en Gran Bretaña entre los hombres ha crecido 41% y en las mujeres  73 % n.


Pickett y Wilkinson comprobaron sus conclusiones en el marco de una investigación de control según los datos de los estados federales de EEUU. Estos datos confirman los resultados así como estudios publicados en las reconocidas revistas científicas "British Medical Journal", "Social Science and Medicine" y "The American Journal of Public Health".


De lo dicho resulta que lo primero y más decisivo que la política ha de analizar y mejorar cuando pretende luchar contra problemas como la enseñanza, las drogas, la salud, el analfabetismo y otros es cuál es el grado de desigualdad que existe.

Los efectos colaterales de la desigualdad afectan a todos 

 

Supuestamente las consecuencias de la desigualdad solo afectan a las capas más bajas de la sociedad. Los que disponen de ingresos más altos pueden reaccionar con relativa relajación ante ella. Pero Pickett y Wilkinson comentan: "Los efectos de la desigualdad no sólo los notan los más pobres, también afectan a la mayoría de la población. Así vemos que en la muy desigual sociedad norteamericana la esperanza de vida es de media 4,5 años inferior a la del más igualitario Japón."


Otro hecho digno de ser tenido en cuenta es que no solo las capas inferiores de la población benefician de una menor desigualdad social, también lo hace la sociedad en su conjunto.
Pero ¿quizás una riqueza material mayor aumentaría el bienestar? Después de todo, esa es la conocida promesa de felicidad del capitalismo. Desafortunadamente, una vez más se trata de un mito. Por ejemplo, un estudio realizado por el psicólogo Ed Diener de los 100 estadounidenses más ricos resolvió que "apenas son más felices que el promedio". Este hecho también es confirmado por un estudio sobre ganadores de lotería.


Por tanto, si bien todas las personas pueden sentir los efectos negativos de la desigualdad padeciéndola más los estratos medios y bajos, ni siquiera hay un efecto realmente positivo de la riqueza general entre los estratos más altos de la sociedad. ¿Es por tanto el capitalismo una situación clásica perder-perder?

Diagnóstico cuestionable

 

Los resultados de la ciencia muestran claramente que el supuesto de que el egoísmo, la competitividad y el materialismo corresponden a la naturaleza humana pertenecen más bien al reino de los mitos. ¿Cómo explicar de otro modo los numerosos efectos  negativos de esas supuestas características humanas en las personas y su vida social?





El argumento de que el egoísmo, la competitividad y el materialismo quizás no se correspondan con la naturaleza humana pero de todas formas el capitalismo es simplemente la forma más adecuada de actividad económica para los seres humanos es poco convincente ya que el capitalismo exige y promueve precisamente esas características.



Hace casi medio siglo Erich Fromm realizó un claro diagnóstico del capitalismo en su libro “Tener o ser” señalando que en el capitalismo una economía sana solo es posible al precio de la enfermedad de los seres humanos.


Pero también hay buenas noticias: numerosos estudios muestran que el altruismo, la cooperación y la frugalidad son medicinas muy efectivas para el cuerpo y el alma de los humanos.
De ello se habla en la sección “El primer beneficiado de la compasión es quien la siente”.


El libro de Andreas von Westphalen está publicado en la editorial Westend : "Redescubrimiento del hombre. Por qué el egoísmo, ambición y competitividad no pertenecen a nuestra naturaleza".




Bibliografía utilizada

 

 

Bartens, Werner: Empathie: Die Macht des Mitgefühls: Weshalb einfühlsame Menschen gesund und glücklich sind.
Bauer, Joachim: Das Gedächtnis des Körpers. Wie Beziehungen und Lebensstile unsere Gene steuern.
Bauer, Joachim: Prinzip Menschlichkeit. Warum wir von Natur aus kooperieren.
Bauer, Joachim: Schmerzgrenze. Vom Ursprung alltäglicher und globaler Gewalt.
Bauer, Joachim: Warum ich fühle, was du fühlst. Intuitive Kommunikation und das Geheimnis der Spiegelneuronen.
Christakis, N. A. und Fowler, J. H.: Die Macht sozialer Netzwerke. Wer uns wirklich beeinflusst und warum Glück ansteckend ist.
Fromm, Erich: Haben oder Sein. Die seelischen Grundlagen einer neuen Gesellschaft.
Hari, Johan: Lost Connections.
Kahneman, Daniel: Schnelles Denken, langsames Denken.
Kasser, Tim: The High Price of Materialism.
Kast, Bas: Ich weiß nicht, was ich wollen soll. Warum wir uns so schwer entscheiden können und wo das Glück zu finden ist.
Keysers, Christian: Unser empathisches Gehirn. Warum wir verstehen, was andere fühlen.
Piketty, Thomas: Das Kapital im 21. Jahrhundert.
Pickett, Kate und Wilkinson, Richard: Gleichheit ist Glück: Warum gerechte Gesellschaften für alle besser sind.
Ricard, Matthieu: Allumfassende Nächstenliebe. Altruismus - die Antwort auf die Herausforderungen unserer Zeit.
Sedlacek, Tomas und Tanzer, Oliver: Die Dämonen des Kapitals. Die Ökonomie auf Freuds Couch.

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