Volucella elegans, una mosca sírfida y batesiana |
En entomología se usa en general la expresión “mimetismo
batesiano” para referir a un viviente, por ejemplo una especie de mosca inofensiva
que imita los colores y formas de otra especie, esta sí venenosa o armada con aguijón,
por ejemplo una avispa o una abeja. Con ello la mosca consigue preservarse de los depredadores.
“Batesiano” se dice en honor del científico británico Henry Walter Bates que
estudió el mimetismo de las mariposas del Amazonas en el XIX.
Muy frecuentemente, las familias de moscas Syrphidae y Bombilidae emulan a abejas y avispas, de este modo un insecto
inofensivo saca provecho de su parecido con otros peligrosos o repugnantes.
Así, un pájaro o una libélula no atacará a una mosca con listas o puntos
amarillos en el abdomen si el instinto le dice que es una avispa o ha tenido
antes una experiencia negativa una de ellas.
Mosca sírfida que simula ser una avispa |
Me interesa resaltar aquí que el concepto de mimetismo batesiano es extrapolable al
mundo social humano. Hay gente que saca provecho dándoselas de ladina o dura.
Fingen perfidia o insensibilidad, pero son incapaces de hacer trampas y esconden
un corazón tierno.
Entre los filósofos se
hallan casos semejantes; paradigmático es el de Nietzsche, que se las dio de
anticristo y de ateo, cuando en realidad fue siempre un “meapilas” romántico,
por más que renunció a santiguarse en las pilas de agua bendita de las iglesias
de su pueblo y prefirió el frescor y la soledad de los torrentes alpinos para
orar al Uno-Genuino y venerar al Artista del Eterno Retorno de lo Mismo. No compartía la
fe de sus padres (pertenecía a una saga de pastores protestantes) pero tomó el
seudónimo de un antiguo profeta persa y no contento con ello imitó el estilo bíblico
para predicar una nueva religión de la Vida Terrenal, cual Dionisio redivivo. También
se las dio de machista (“Vas con mujeres, no te olvides el látigo”), pero las
adoró, sin demasiado éxito.
Tachina fera. Mosca erizo. |
Seguramente hubo mucho de mimetismo batesiano entre los
cínicos antiguos. Y sé por experiencia que es frecuente el caso del adolescente
que simula ser malo (o pobre y malquerido) cuando en realidad es incapaz de hacerle
marrullerías a un amigo (o lo miman en casa).
También se da el caso contrario, el malo que finge ser
bueno, pero esa casuística es mejor conocida, pues la falsa conciencia ha sido denunciada por moralistas de todas las
épocas y escuelas. Nuestra capacidad para fingir, simular, imitar, es tan
grande como la que tenemos para engañarnos a nosotros mismos. Así, están los
que se las dan de redentores de la humanidad y son incapaces de sacrificar una
tarde de fiesta para hacerle un favor al vecino.
Y están los que fingen indiferencia y, ¡para tu sorpresa!, no te fallan en el
momento en que los necesitas: ¡los batesianos!
Muy buen artículo sobre la conservación instintiva de los inofensivos insectos.
ResponderEliminar