lunes, 4 de julio de 2016

PARASITISMO

Cada vez me resultan más ridículos esos nietzscheanos postnihilistas que, por desesperar del otro mundo, santifican la Vida y divinizan la Tierra. Podrían ilustrarse un poco y desilusionarse de su nueva fe leyendo un buen manual de parasitología.

La esencia de la vida no tiene nada de santa, nada que ver con la caridad cristiana, ni con la solidaridad comunitaria, ni con la compasión budista. En realidad, la evolución de la vida parece no contar con finalidad alguna, y por consiguiente carece por completo de ética. Ni siquiera es cierto que siempre sobrevivan los más inteligentes. La vida se abre paso, casi siempre, por no decir siempre, a costa de otras vidas, como puede, más acá del bien y del mal.

Si usted no está de acuerdo, le sugiero que lea El encantador de saltamontes, de David G. Jara (Ed. Guadalmazán, 2015), amenísimo libro de divulgación científica centrado en los casos más sonados y mejor conocidos de parasitismo.

En seguida que comencé a navegar sus páginas se me ocurrió la idea de extrapolar estos casos a nuestro mundo social, en el que el parasitismo ejercido por bípedos implumes sobre bípedos implumes adquiere formas tan diversas como ingeniosas, salvo que los seres humanos, al contrario que otros bichos o a diferencia de los hongos, podemos tomar conciencia de que estamos parasitando o siendo parasitados, aunque casi siempre una de las habilidades del parásito, natural o social, sea pasar desapercibido para nutrirse, como todos los pícaros y cucos, de las energías y el trabajo ajeno, es decir, del pobre y desapercibido hospedador.

Garrapatas, piojos, pulgas, chinches…, son casos temidos y conocidos. El padre que se escaquea de sus responsabilidades, la mendicidad profesional, la “mordida”, el soborno, la extorsión, el pariente lejano que se apoltrona en la habitación de invitados…, también son frecuentes. Formas más sutiles de parasitismo son el agarre, más o menos fraudulento, de subvención o subsidio; y luego están las formas psicológicas de vampirismo moral o emotivo, de manipulación del cónyuge, las sectas, la seducción ejercida por el caudillo sobre grupos y masas completas de población...

El mismo David G. Jara usa la analogía en alguno de sus capítulos. Por ejemplo, cuando describe la Rafflesia arnoldii, una inmensa y apestosa flor parásita de Sumatra, comparándola con los “ninis”, esos adolescentes eternos que ni estudian ni trabajan, ni hacen por donde formarse o trabajar, y viven a cuerpo de rey en la hospedería de sus complacientes progenitores.

En la naturaleza, como en la sociedad, proliferan impiadosos bichos comecocos, como la ameba Naegleria fowleri, que nada en charcas recalentadas y, si se cuela por las fosas nasales del incauto nadador, alcanzará con facilidad su bulbo olfatorio y, multiplicándose, devorará con gusto el córtex del cerebro de su víctima.

La vinchuca (Triatoma infestans), un insecto hemíptero, es conocida como “chinche besucona” por su “cariñosa” costumbre de picar en el rostro a los humanos. Como taimada vampiresa, permanece escondida durante el día y sale de alterne por la noche. La cosa no pasaría de ligue eventual, si no fuera porque en sus tripas se halla agazapado Trypanosoma cruzi. La vinchuca es una romántica que nos besa en la cara, pero también una glotona que se atiborra con nuestra sangre hasta que ya no puede más y se nos caga encima. Sus heces salen repletas de trypanosomas y, como la picadura escuece, la pobre víctima los arrastra hacia la herida al rascarse. Una vez taladrado nuestro organismo (trýpanon, significa en griego taladro), el trypanosoma cruzi tiene debilidad por las células del corazón, donde produce daños considerables, la enfermedad de Chagas. Se especula con que Darwin la contrajera en Sudamérica…

Más insidiosos son los manipuladores de mentes. Hongos que hacen que hormigas arborícolas pierdan el equilibrio y caigan al suelo para infectarlas y alimentarse con sus jugos, gusanos como Dicrocoelium dentricum, con boca pero sin culo, que fastidia primero a caracoles y hormigas para acabar enfermando al ganado. El trematodo lanceta, que así le conocen los amigos, consigue que una oveja o una cabra se coma a una hormiga zombi, habiéndose introducido primero en el cerebro del insecto induciéndole un cambio radical de comportamiento. Resulta que las hormigas infectadas se vuelven sociópatas. No regresan al hormiguero, sino que trepan por los tallos del pasto y muerden las puntas de la hierba, quedándose allí fijadas por sus mandíbulas. Son hormigas “poseídas” por el parásito, como tantos humanos poseídos por caudillos carismáticos.

Un caso de parásito “mentalista”, capaz de controlar los actos y el pensamiento de sus hospedadores, es el llamado “crin de caballo”, un gusano del género Gordius capaz de expresar sus genes en el interior del hospedador modificando su software, o sea el programa genético de comportamiento de mantis, saltamontes, grillos, escarabajos…, estos se desorientan y acaban ahogándose en una charca, ¡justo lo que necesita el gusanito para medrar y multiplicarse!

¿Habrá algún parásito que, como en una película de aliens o de zombis, sea capaz de alterar el comportamiento del bípedo dominante, de la especie que tiene la desfachatez de llamarse a sí misma sapiens? Pues parece que sí. Nos referimos al Toxoplasma gondii, del que todas las embarazadas del mundo desarrollado han oído hablar porque puede provocar malformaciones en el feto. Este protozoo se localizó primero en ratones, pero son los gatos sus principales víctimas, que los eliminan a través de sus heces. Sorprende saber que un tercio de la población mundial está infectada, ¡menos mal que el 90% de estas afecciones son asintomáticas! Pero ahí lo llevas, enquistado, latente, como un caballo de Troya, esperando que disminuyan tus defensas para proliferar asexualmente en tus células nerviosas provocándote una encefalitis.

El Toxoplasma gondii manipula la mente de los ratones y los transforma en hiperactivos y temerarios para que sean más fácilmente cazados por los gatos a los que parasitan. Y un especialista checo, Jaroslav Flegs, parece haber probado una correlación entre algunas enfermedades mentales humanas y la toxoplasmosis latente: episodios perturbadores de ansiedad o esquizofrenia.

Además de virus, protozoos, hongos y animales, las plantas también practican el parasitismo como hemos visto gracias a la flor apestosa de Sumatra. Algunos parásitos de este reino son estrellas y símbolos culturales, como el muérdago de los druidas, ingrediente básico del famoso elixir de la aldea gala de Astérix y Obélix. 

El parasitismo, animal o vegetal, puede ejercer tal presión sobre una especie que llega a modificar alguna de sus propiedades características. Un ejemplo extraordinario es el de los grillos que dejaron de cantar en Kauai (archipiélago de Hawai) cuando una mosca parásita invadió su isla. La mosca hallaba a los huéspedes de los que se alimentarían sus larvas, los grillos, oyendo con precisión su posición por el característico canto de los machos. Por suerte, algunos machos mutantes carecían del pliegue de las alas que les permite a estos insectos competir por las hembras con su característico cri-cri. Fueron los mutantes, libres de parásitos, los que pudieron reproducirse con las hembras supervivientes, y así, en unas cuantas generaciones, todos los grillos de Kauai nacieron mudos.

Si la presión del parasitismo modifica así, y a tal velocidad, la evolución natural, ¿no sucederá lo mismo en la historia social de familias, clanes, tribus, naciones, federaciones, organismos internacionales…? ¿No será la presión del parasitismo un factor decisivo, pero poco tenido en cuenta, de los grandes cambios sociales?

10 comentarios:

  1. La esencia de la vida no tiene que ver con la caridad porque
    incluso la esencia de la vida es una idea bastante vaga que nos hacemos para más o menos comprendernos.
    El parasitismo es multiforme en la naturaleza, pero a fin de cuentas los bichos siguen sus instintos, sus genes, sus necesidades
    El parasitismo humano tiene delito. Cometemos maldades contra otros a sabiendas y no por sobrevivir como todos estos descritos en el libro (la ameba comecocos es mi favorito) sino porque el ser humano da mucho menos de sí de lo que debería.

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    1. Percibo algo de misantropía en tus palabras, Ana. ¡No somos tan malos! Por supuesto, tienes razón. Contra el socratismo, hay que reconocer que somos capaces de hacer el mal a sabiendas, aprovechándonos por ejemplo del esfuerzo ajeno sin el menor escrúpulo y, lo que me sabe peor, sin el menor agradecimiento. Unos parasitan para sobrevivir o alimentar a su prole, y otros para maximizar sus placeres, incluso causando perjuicios y dolor a los demás.
      Gracias por tu atención y comentario.

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  2. Asombroso... Por cierto no conozco parásitos que construyan catedrales o escriban poesía, pero sí he conocido gusanos que intentan socavar todo lo que hay de más elevado en la condición humana.

    Veré si ese libro me aporta alguna estrategia de defensa al respecto. Gracias por la referencia.

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    1. Bueno, Max, puede que los parásitos bípedos no construyan catedrales con sus manos o inventen poesía, pero seguro que los ha habido y los hay que financian su construcción o plagian los versos de otro ;-)). Puedes evitarte la lectura del libro, a no ser que -como yo- seas un friqui de la entomología. Ya te he regalado el resumen.

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  3. Tomo nota del libro. La evolución solo persigue un fin: suprvivencia. Como dijo en uno de sus poemas Antonio Machado "Brotas derecha o torcida
    Hermosa que solo cede a la ley de la vida que es vivir como se puede"

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    1. Gracias por el comentario, Juan Manuel. Somos robotes de los genes (Dawkins) y la naturaleza no es madre sino madrastra. El libro del colega abulense ofrece un material pedagógico, didáctico y divulgativo, extraordinario para profes de ciencias naturales de instituto.

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  4. Y como muestra de parasitismo ilustrado, el capitalismo darwinista y sus leyes de mercado, etc.
    El sentido y la prueba de la Vida está, en no ser un parásito capitalista más del montón. Y pasar a la simbiosis, cooperación: socialdemocracia no liberal. Pasar del gusto primario por la competición al gusto sublimado de la cooperación en la que el premio y el incentivo está en ser el artífice mancomunado de el logro, innovación, evolución. Eso es lo que persigue la selección natural. Hacer surgir de entre los parásitos esa mutación capaz de vivir en simbiosis colectiva pero sin ahogar la libertad individual.

    Atentamente,
    Paulino

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    1. Desde luego, la cooperación sería una sublime meta de la vida digna, la vida ética, que trasciende los simples objetivos de sálvese quien pueda de la mera biología. Por eso es absurdo hacer, como los nietzscheanos, un valor absoluto de la Vida, que no es santa, sólo la vida moral puede aspirar a la santidad.

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  5. Perdona por la demora de mi comentario, pero quise dedicarle el tiempo necesario para leerlo con atención. Desde el punto de vista analítico tengo algo que puntualizar, que aunque no tenga mayor importancia, a un entendido del tema puede causarle cierta confusión. En dos ocasiones hablas de géneros tan distintos, tan dispares en su filogenia como lo son Dicrocoelium sp. y Gordius sp., agrupando a dos colectivos dentro del término «gusano». Esto es importante porque no todo lo ue tiene forma de huso y se mueve es un gusano, más si cabe cuando para la gran mayoría de lectores un gusano no es otra cosa que un anélido u oligoqueto (helmintos segmentados, como lombrices y sanguijuelas (hirudineos)). Con este apunte quiero expresar, que sería mucho mas correcto y respetuoso con la complejidad de cada individuo llamar a la duela de higado menor Platelminto (organismo acelomado y más pleisomórfico) y a Gordius sp. Nematomorpha o nematomorfos (cutícula externa sin segmentación). Además de esto, una parte de los ecdisozoos dieron lugar al linaje protóstomo (mollusca, arthropoda...) y estos fueron los gusanos segmentados. En cambio la evolución de los derivados de Nematoda, fue a modo comparativo, infructuosa ya que no lograron innovar en su modelo corporal. Como ves, ¡hay muchos gusanitos y todos muy distintos!

    Dejando a un lado esto, ¡me pareció acojonante esta entrada! Impecable y muy interesante.

    Juan Rivas Santisteban

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    1. Gracias por tu atención y tus precisiones, querido Juan. Rezo porque vivas libre de "huéspedes" y ninguna vampiresa haga de ti un zombi ;-).

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