Autora: Ana Azanza
PIERRE HADOT, No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. 2010
PIERRE HADOT, No te olvides de vivir. Goethe y la tradición de los ejercicios espirituales. 2010
Pequeño gran libro. Apenas 150 páginas sin las notas ni la
bibliografía. Hadot (1922-2010), profesor en el colegio de Francia es
mencionado con admiración por Onfray, Foucault, Ferry, Luis Roca… y más filósofos
que se dedican a hacer de la filosofía un saber pertinente hoy reconocen el
valor de los escritos de Pierre Hadot. En este libro recoge sus escritos sobre
Goethe.
Ejercicios espirituales hay muchos no sólo los de san
Ignacio ni los del budismo. En este caso y apoyado en una larga tradición
occidental laica de ejercicios, Goethe enseña la concentración en el instante
presente, vivir intensamente el ahora, corrigiendo el sentido vulgar que se le
ha dado a la máxima de Horacio “Carpe diem”. “Carpe diem” no es un consejo de
vividor, es por el contrario una toma de conciencia de la vanidad de los deseos
superfluos y sin límite. Una toma de conciencia de la inminencia de la muerte,
de la unicidad de la vida, de la unicidad del instante. Acoger cada instante
como si fuera el primero y también como si fuera el último, en ello se
ejercitaban los epicúreos de la
Antigüedad.
En la pluma de Goethe, con su diálogo de enamorados Fausto y
Helena personifican por una parte el hombre moderno en su esfuerzo por el
progreso y por otra la belleza antigua en su presencia apaciguadora. La antigua
y noble Helena revela el esplendor del Ser. Goethe reprochó a los románticos,
sus contemporáneos, que despreciaban lo real, lo cotidiano. Llevados de
nostalgia corren tras el ideal del pasado o del futuro inaccesibles.
¿Cómo superar lo vulgar, lo banal, lo rutinario?
Tomando conciencia del valor del presente.
Respondiendo a las exigencias del deber, como hacían los
estoicos antiguos, sabedores de que la serenidad del alma se alcanza cuando
somos uno con el logos cósmico. Pierre Hadot recoge los mejores textos de epicúreos,
estoicos y de Goethe que van en la línea de valorar el ahora.
Otro ejercicio físico y filosófico al que se han entregado
diversos sabios es la subida de la montaña. A la mirada desde lo alto y al
viaje cósmico dedica Hadot el segundo capítulo. Tenemos el ejemplo de Petrarca
que en 1336 subió al Mont Ventoux, hoy más conocido por ser una de las míticas
subidas del Tour de Francia, donde un ciclista se dejó la vida.
Subida al Mont Ventoux en el Tour de 2013 |
O la ascensión
del Etna del emperador Adriano y del filósofo Lucrecio. La mirada desde lo alto
tiene una profunda significación filosófica atestiguada por los textos de los
mejores pensadores, desde Platón hasta Pascal, Voltaire y el propio Goethe. He
aquí una muestra que trae Pierre Hadot de un ensayo del escritor alemán de
1784:
“Sentado en la cumbre alta y yerma, abarcando con la vista
una amplia región, puedo decirme: aquí te encuentras directamente sobre un
fondo que llega hasta los puntos más profundos de la tierra, ninguna capa más
reciente, ningunos escombros acumulados y traídos por el agua se han depositado
entre tí y el fondo firme del mudo principio (…) En este momento cuando las
fuerzas profundas de la tierra, atractivas y energéticas, en cierto modo obran
directamente sobre mí, cuando las influencias del cielo fluyen más cerca de mí,
entonces me siento elevado a superiores consideraciones de la naturaleza (…)”
Lo más extraordinario de nuestra época con relación al
ejercicio filosófico de las alturas es que el hombre ha visto realizarse los
viajes cósmicos con los que soñaban los antiguos. Como el de Dédalo e Icaro. En
1987 tuvo lugar en París un coloquio titulado “Fronteras y conquista espacial. La
filosofía a prueba”. Y el mismo año salió una compilación de estudios: “El
Espaciopiteco. Hacia una mutación del hombre en el espacio.”
Ni Goethe ni otros sabios podían imaginar la experiencia de
la liberación de la gravidez terrestre, “el cambio de comportamiento corporal,
el hecho de encontrarse en un medio donde no hay ni arriba ni abajo, el hecho
de descubrirse flotando en el universo como la Tierra misma, como un astro
entre los astros del cosmos.”
Las reflexiones de los cosmonautas a la vista de la tierra
desde el espacio son de lo más iluminador del libro. Desde allí, no hay
fronteras, a la vez que experimentan la nostalgia del viento y del olor de la Tierra , ella es nuestra
Madre sin duda. Y proponen que los políticos deberían darse paseos espaciales. El
universo es inteligencia, armonía, amor dice Pierre Hadot inspirado por los
astronautas y por los filósofos griegos.
Pero sin viaje cósmico interior, el viaje interplanetario no
serviría de mucho al político, seguiría llevando la mezquindad consigo. En
cualquier caso esta parte del libro anima a hacerse con esas narraciones de los
sentimientos vividos por los que han salido y han vuelto a la tierra queriéndola
más.
En la última parte el libro “No te olvides de vivir”
adquiere un acento nietzscheano. Ilustra el ejercicio espiritual de “sí a la
vida y al mundo”, el consentimiento a la existencia. Las grandes leyes de la
naturaleza nos dominan y sobrepasan. Pero son la alegría pura e irreflexiva del
niño y el animal el símbolo del misterio del universo. Para ser hay que aceptar
cambiar y morir. ¿Cómo superar la angustia que supone el hecho cierto de la
muerte? ¿Cómo alcanzar esa conciencia serena de aceptación de la finitud? La
belleza del arte es sólo un intento de ir más allá.
Hadot se plantea incluso los límites de estos Ejercicios
espirituales. Quizás sólo sirvan para lectores, intelectuales, filósofos que no
son ni serán la inmensa mayoría de la humanidad. Y acaba con una conclusión
breve pero llena de sentido:
“Nosotros los intelectuales, vivimos en una burbuja como Homúnculo
y deberíamos imitarlo rompiendo nuestro frasquito sobre el trono de Galatea. ¿No
deberíamos como los estoicos reconocer que la acción al servicio del progreso
forma parte de la vida filosófica?”
“No te olvides de vivir” es el complemento necesario de la
otra máxima famosa “No te olvides de que has de morir”.
Hola Ana. Este verano me he leído el libro. preparo una reseña, algo breve, diferente de la tuya pero que se complementan bien.
ResponderEliminarUn abrazo