lunes, 29 de marzo de 2021

MI VIDA SON LOS ANIMALES

 

 

MI VIDA SON LOS ANIMALES

Se trata de una biografía del fundador de la etología escrita por Alec Nisbett en 1976, quien tuvo la oportunidad de conocer e intercambiar impresiones con su biografiado. 

Lorenz se hizo famoso por sus observaciones de gansos y grajillas, y lo primero que condiciona la investigación sobre este ilustre científico es su condición de austríaco y por ello participante en la segunda guerra mundial en el bando nazi. Hecho prisionero por los soviéticos casi al final del conflicto salvó la vida por muy poco.

Una dificultad añadida al estudio de Lorenz y sus investigaciones por parte de anglosajones es el idioma. Por una parte porque ciertos términos se habían vuelto anticuados y por otra porque el alemán persigue una definición absoluta y muy precisa de los significados. "El multisilábico compuesto de sustantivos que tanto divierte e irrita a los alumnos ingleses o de cualquier otra nacionalidad, constituye un ejemplo de tendencia a la denominación precisa que no está muy enraizado en el inglés un idioma cuya virtud radica en los términos cortos, que pueden disponerse con gran flexibilidad para expresar una extensa gama de matices y de sentidos. La filosofía alemana, al igual que el propio idioma alemán, tiende a los absoluto y a lo ideal; y ello empapa las discusiones intelectuales alemanas: la filosofía es algo muy respetable y el lenguaje ayuda a que lo sea. La filosofía "casera" británica es flexible, empírica  y práctica al igual que el lenguaje. Lorenz muestra una curiosa mezcla de tradición filosófica continental y de empirismo que el mismo ha desarrollado para sí y que todo inglés considera interesante, mientras que desconcierta un tanto al alemán."

No hay capítulo despreciable en este libro en el que se da cuenta de todas las polémicas en que se vio envuelto el creador oficial de la etología. Por ejemplo la disputa con los conductistas seguidores de Skinner.

Lorenz utilizaba las actividades de la vida animal que observaba, gansos, peces tropicales como los cíclidos, para extraer analogías con el comportamiento humano. Su libro "Sobre la agresión" había provocado agria polémica por este motivo. De ahí que en el siguiente Studies on Animal and Human Behaviour quisiera dejar claro el método científico que había seguido.

Para Lorenz considerar que cuando nacemos somos como una hoja en blanco es una blasfemia conductista, defiende abiertamente que hemos nacido con una disposición determinada para el juicio moral y estético que es necesario para la preservación de nuestra especie.

Según un crítico, Stade, de la uni. de Columbia, las opiniones de Lorenz serían las de un liberal pragmático, en esa zona en la que se encuentran liberalismo de izquierda y socialdemocracia. Lorenz defenía los derechos de la mujer, estaba contra el nacionalismo, el imperialismo y el racismo y se pronunciaba por muchas causas de la juventud militante de la época. Thomas el hijo de Lorenz defendió a su padre diciendo que no era conservador sino "conservacionista" y el autor del libro opina que Lorenz estaba dispuesto a conservar lo más aprovechable de la sociedad para conseguir la supervivencia del hombre y la sociedad.

En "Los ocho pecados mortales del hombre civilizado" publicado en alemán en 1973 se atreve  con sus comparaciones con los animales. Se trata de una serie de argumentos fundamentados en sus primeros trabajos y lecturas. El aspecto confuso y paradójico de la irracional historia humana se vuelve comprensible a través de la visión del hombre como un ser parcialmente gobernado por el instinto. Necesitamos la motivación del instinto pero el hombre civilizado puede fácilmente saltárselo.

El debate más interesante parece que es el sexto pecado relativo al "vacío generacional".  La tesis es que el progreso tecnológico crea unas sociedades cada vez más distintas entre una generación y la siguiente, con ello aumentan las dificultades de adaptación. 

Es llamativo el envejecimiento de  las bicis de nuestra adolescencia

https://youtu.be/KSPYshAF_uY

La analogía fundamental es la que existe entre la evolución de las especies animales y la evolución de la cultura humana. Para cualquier animal el cambio de su forma de acción instintiva debe cambia el depósito de sus informaciones de preservación para las futuras generaciones, es decir, sus genes. Los animales tienen unas capacidades circunscritas para la tradición cultural. Pero la mutación  y la selección natural constituyen lo esencial y una especie se adapta de modo lento a las nuevas condiciones.

Si el entorno del ser humano cambia, la generación siguiente lo sabe inmediatamente. Las culturas humanas no tienen que esperar a una mutación. Cada nuevo método de respuesta se convierte enseguida en "tradición", asumiéndose como rito, mito, superstición, doctrina. Estos cuerpos externos de información son como una segunda capa que cubre el mensaje de nuestros genes. Esta capacidad de la tradición representa una disposición vital para la supervivencia humana.

Sin embargo en dicho sistema es riesgoso desplazar arbitrariamente elementos por cuanto forman parte de un sistema coherente altamente complejo, tanto como los modelos de comportamiento instintivo. Quitar un solo ladrillo podría desmoronar toda la estructura. No es fácil volver a orientar una cultura a partir de la nada, pero es muy fácil destruirla, y la humanidad privada de su base cultural se destruye con ella.

Hoy lo estamos viendo, los gobiernos nos privan de toda manifestación cultural "contagiosa".

No es creíble. Padecemos un ataque a nuestra humanidad.

Las tradiciones definen una sociedad igual que la constitución genética define una especie. Cada cultura es como una pseudoespecie, sus  tradiciones forman parte de lo que puede considerarse plenamente humana. Lorenz advierte que sería arrogante suponer que cuando la ciencia facilita una solución sencilla y aparentemente sana a los problemas humanos, podemos introducirla sin más.

Quienes sufren los problemas de la superpoblación saben que aun solucionando los problemas técnicos, siguen subsistiendo los problemas culturales. Abolir la resistencia cultural es tan pretencioso como abolir los genes humanos. En ambos se pretende interferir 50 años después de estas declaraciones de Lorenz.

En la medida en que el etólogo se opuso a todo cuambio revolucionario porque lo consideraba etológicamente nocivo era un conservador, en la medida en que proponía un cambio paulatino a través de la adaptación cultural, se le podía calificar de radical moderado. La tarea de los políticos estriba en planear el curso menos perjudicial de una acción positiva susceptible de tener en cuenta los problemas crecientes. Hoy nadie planea el curso menos perjudicial de los acontecimientos, lluvia de millones y ante esa realidad, se da rienta suelta a la propaganda, se prohíbe toda discusión "libre de dominio" y adelante con el plan.

Sobre el cambio generacional: Lorenz sugiere que la cultura humana adaptó una forma de comportamiento que en sus gansos se usa para otra finalidad. Tan pronto como un ganso se desarrolla hasta el punto en que debe buscar un compañero, rechaza la compañía de sus padres. En los seres humanos esta inhibición persiste aunque la capacidad humana para inhibir una simple inhibición instintiva requirió unas sanciones culturales, ritos de paso. La capacidad humana para la adaptación cultural surge como subproducto de la afirmación de independencia que se manifiesta claramente en cada joven.

Si existe el mecanismo el comportamiento puede ser genéticamente determinante, el mecanismo de control no puede adaptarse por sí mismo tan rápido como lo permite la mutación de la cultura humana, pero puede continuar funcionando en unas circunstancias inadecuadas. El peligro puede surgir cuando el grado tecnológico ha cambiado tanto entre una generación y la siguiente ha cambiado tanto que el individuo perfectamente adaptado ha de construir una cultura suficientemente distinta de la de sus padres como para considerar a la otra como una especie diferente.

¿Había sucedido esto ya en los años 70?

Lorenz lo ilustraba con la inestabilidad cultural que produjo el surgimiento de la llamada "cultura adolescente", con una forma de vestir propia, cuando el joven se orientaba hacia cualquier cultura incluida la droga antes que quedarse "fuera", y también en el caso de numerosas protestas estudiantiles en las que se manifestaban contra prejuicios culturales atacando deliberadamente las normas establecidas. Sin embargo no ocurre cuando la solución elegida es un verdadero y profundo cambio en una generación que representa la única vía de salvaguarda de la humanidad frente a un genocidio cultural autoinflingido.

Veía  motivos de esperanza en las protestas juveniles frente al sistema estalinista, la anticuada tiranía profesoral de las unis alemanas o la american way of life.

West Side Story (1961) Película - PLAY CineWest Side Story (1961)

De todas formas si en el vértice de la agitación estudiantil los contestarios activos eran un 10 - 20% siendo generosos, solamente constituían a lo sumo el 2% de la toda la juventud, y una ínfima minoría se unía a las bandas de subculturas patológicas. Pero incluso dentro de las bandas es difícil juzgar porque en aquellos grupos "cánceres de la sociedad" a menudo se observaban sentimientos humanos, como Lorenz señalaba en el fim "West side Story". Dentro de las dos bandas rivales se encarnaban las buenas características como lealtad, amistad, altruismo, al servicio todas ellas de una mortal enemistad.

En 1970 intervino en un congreso de expertos en el que estaban Jean Piaget, René Spitz y Erik Erikson con una ponencia "La enemistad entre generaciones y sus probables motivos etológicos".

En los 50 años de su propia existencia como investigador había visto incrementarse la alienación. En ese trabajo afirma que los jóvenes que reflexionan son los menos violentos y los ha encontrado entre la juventud que expresa sus opiniones de modo fuerte, como él. Konrad Lorenz luchó contra su propio padre en relación a su educación, se explica en la primera parte del libro "Mi vida son los animales", y si perdió fue de acuerdo con sus propios términos. Pero en la cuestión del noviazgo Konrad se salió con la suya.

El desarrollo de la etología dependió mucho de su sana falta de respeto por la autoridad establecida. Lorenz sabía que el progreso no se consigue mediante el conformismo eventual ante una tradición inmutable, sino a través de un proceso de recíproca adaptación en el que los valores adoptados no son necesariamente los de un grupo. Insiste en que el peligro continúa, por cuanto es imposible convencer a la juventud de lo importante que es conservar una porción sustancial de las tradiciones, pues una cultura puede aniquilarse con suma facilidad.

Sin embargo acepta que el reproche por los excesos de los años 60 ha de ser compartido por las viejas generaciones que fracasaron al no permitir a los jóvenes participar en los ideales por los que todos tenían que luchar.

Lorenz tuvo mucho éxito con su libro "Los 8 pecados capitales de la humanidad civilizada", se convirtió en un superventas. La lista de peligros para la humanidad incluye: superpoblación, destrucción del entorno, supercompetitividad, búsqueda de la gratificación instantánea, peligro de la degeneración genética, riesgo de la manipulación y adoctrinamiento a través de las técnicas conductistas. La contribución de Lorenz a esta lista que otros autores ya habían señalado es que están vinculados al legado genético del hombre y su capacidad de evolución y adaptación.


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