Imposible hablar sin gramática:
Cuando hablamos no juntamos las palabras de cualquier manera. Más bien ocurre que cada idioma sigue unas sistemáticas y determinadas reglas. Los bebés dominan algunas de ellas. Es lo que ha demostrado un experimento en la universidad Descartes. Un bebé de 8 meses puede diferenciar entre las palabras que tienen una función y las que tienen contenido.
Parece que de modo intuitivo saben que por ejemplo los artículos y las conjunciones aparecen con más frecuencia que las palabras con contenido y también en qué orden han de usarse dichos 2 tipos de palabras en la lengua materna.
La rapidez con que los niños aprenden a hablar no deja de sorprender tanto a los padres como a los estudiosos del lenguaje. Enseguida memorizan nuevas palabras y reconocen las reglas gramaticales que las unen en una oración. Una habilidad básica es la distinción entre las llamadas palabras funcionales y las palabras de contenido. A diferencia de los sustantivos, verbos y adjetivos, las palabras funcionales no tienen léxico, sino solo un significado gramatical, por ejemplo, artículos o conjunciones. Sorprendentemente, los bebés pueden distinguir las palabras funcionales de las palabras de contenido, como sugieren los estudios. Obviamente, también saben en qué posición de la oración se encuentran normalmente estas palabras. Por ejemplo, las palabras de función en alemán, inglés y francés generalmente preceden a las palabras de contenido.
Caterina Marino de la Universidad de Paris Descartes y sus colegas explican: "Un primer paso importante para los niños en la comprensión de la lengua materna es reconocer las palabras funcionales". Pero ¿cuáles son las características que hacen que los niños reconozcan estas palabras? una hipótesis plausible es que además de su longitud menor juega un papel la relativa frecuencia de las mismas: algunas palabras funcionales como "el" o "la" son más frecuentes en algunos idiomas porque generalmente hay menos palabras de esas que palabras con contenido en un idioma. Para comprobarlo los investigadores han trabajado con 175 bebés de 8 meses cuya lengua materna es el francés.
Fuente: Caterina Marino (Universidad Paris Descartes) et al., Current Biology, doi: 10.1016/j.cub.2020.01.070
Cuando hablamos no juntamos las palabras de cualquier manera. Más bien ocurre que cada idioma sigue unas sistemáticas y determinadas reglas. Los bebés dominan algunas de ellas. Es lo que ha demostrado un experimento en la universidad Descartes. Un bebé de 8 meses puede diferenciar entre las palabras que tienen una función y las que tienen contenido.
Parece que de modo intuitivo saben que por ejemplo los artículos y las conjunciones aparecen con más frecuencia que las palabras con contenido y también en qué orden han de usarse dichos 2 tipos de palabras en la lengua materna.
La rapidez con que los niños aprenden a hablar no deja de sorprender tanto a los padres como a los estudiosos del lenguaje. Enseguida memorizan nuevas palabras y reconocen las reglas gramaticales que las unen en una oración. Una habilidad básica es la distinción entre las llamadas palabras funcionales y las palabras de contenido. A diferencia de los sustantivos, verbos y adjetivos, las palabras funcionales no tienen léxico, sino solo un significado gramatical, por ejemplo, artículos o conjunciones. Sorprendentemente, los bebés pueden distinguir las palabras funcionales de las palabras de contenido, como sugieren los estudios. Obviamente, también saben en qué posición de la oración se encuentran normalmente estas palabras. Por ejemplo, las palabras de función en alemán, inglés y francés generalmente preceden a las palabras de contenido.
Caterina Marino de la Universidad de Paris Descartes y sus colegas explican: "Un primer paso importante para los niños en la comprensión de la lengua materna es reconocer las palabras funcionales". Pero ¿cuáles son las características que hacen que los niños reconozcan estas palabras? una hipótesis plausible es que además de su longitud menor juega un papel la relativa frecuencia de las mismas: algunas palabras funcionales como "el" o "la" son más frecuentes en algunos idiomas porque generalmente hay menos palabras de esas que palabras con contenido en un idioma. Para comprobarlo los investigadores han trabajado con 175 bebés de 8 meses cuya lengua materna es el francés.
Experimento con un idioma inventado
Para ello se hablaba a los niños en un idioma inventado. Algunas palabras eran más frecuentes que otras, como ocurre con las palabras de función. La secuencia de las palabras de función y las palabras de contenido correspondía a su lengua materna. Tras esta fase de aprendizaje siguieron diferentes tests en los que lo sniños oían nuevas frases dichas en el lenguaje inventado. Entre otras frases se les presentaban algunas cuya secuencia de palabras de función y palabras de contenido eran las mismas que en francés. La mitad de las frases seguían un orden incorrecto. ¿Cómo reaccionarían los bebés? Los estudiosos lo documentaron según la duración de la mirada. Junto a las frases pronunciadas se les mostraba imágenes en una pantalla. El tiempo que miraban lo que escuchaban fue una indicación crucial: una mirada que duraba más significaba preferencia por esa construcción gramatica.
Fue hecho confirmado que los bebés miraban más tiempo cuando había palabras frecuentes delante de las menos frecuentes. Este
patrón corresponde al orden típico de las palabras de función y
contenido en francés, como enfatizan Marino y su equipo: "Esta
preferencia tiene que ser consecuencia de saber que en la lengua materna
la palabra de función precede a las otras".
Otros experimentos también revelaron que los niños mostraron más interés por las nuevas palabras de contenido que por las nuevas palabras de función, como si parecieran saber que solo puede haber un número limitado de palabras en esta categoría. “Las palabras de contenido forman una clase abierta: todos los días se agregan nuevos términos como iPad o Brexit al léxico. Sin
embargo, en el caso de las palabras funcionales, no es posible ampliar
el elenco sin cambios fundamentales en el lenguaje ”, explican los
investigadores.
Pequeños expertos en gramática
En
general, las observaciones muestran que los bebés de ocho meses tienen
un sentido rudimentario de la corrección gramátical. Obviamente ya
comprenden que hay palabras con diferentes funciones en una oración:
algunas denotan objetos o personas, mientras que otras estructuran la
oración e indican conexiones. Además, ya saben que las palabras de
función individual aparecen con más frecuencia en su lengua materna que
las palabras de contenido y que generalmente están delante de ellas en
la oración.
"Estamos
mostrando la primera prueba de que los niños usan la frecuencia de
palabras como una indicación para formar categorías léxicas", afirman
Marino y sus colegas. Esto también es interesante porque los niños
inicialmente solo usan palabras de contenido cuando aprenden a hablar:
"¡Comida!", "¡Muñeca!", "¡Papa!". "Las palabras funcionales, por otro
lado, se usan más tarde", explican los investigadores. Sin embargo, el
estudio actual sugiere que el sentido de estas palabras auxiliares ya
debe estar disponible en este momento de sus vidas.
"Podemos decir que los niños tienen conocimientos gramaticales básicos antes de comenzar a hablar, tienen un vocabulario más amplio de lo que pensamos generalmente", concluyen los científicos. Curiosamente, esta capacidad de categorizar palabras en función de su frecuencia se ha observado también en algunos animales como las ratas. Según los investigadores podría tratarse de un mecanismo común del cerebro.
"Podemos decir que los niños tienen conocimientos gramaticales básicos antes de comenzar a hablar, tienen un vocabulario más amplio de lo que pensamos generalmente", concluyen los científicos. Curiosamente, esta capacidad de categorizar palabras en función de su frecuencia se ha observado también en algunos animales como las ratas. Según los investigadores podría tratarse de un mecanismo común del cerebro.
Fuente: Caterina Marino (Universidad Paris Descartes) et al., Current Biology, doi: 10.1016/j.cub.2020.01.070
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