domingo, 22 de abril de 2018

RELIGIONES O COMUNIONES


Regis Debray (1940) conocido filósofo inventor de la “mediología” desbroza en “Les communions humaines” el difícil tema de qué queda y puede quedar de la religión en las sociedades secularizadas. Para empezar propone la sustitución de la palabra religión por la palabra comuniones humanas. Y es que religión como la entendemos en Occidente e intentamos exportar al resto del planeta es un término inapropiado: no en todas las culturas hay una iglesia con un clero organizado jerárquicamente, unas escrituras sagradas, una fe en la resurrección y un derecho canónico con pretensiones de extensión y salvación universales.

Hay religiones sin iglesia y comunidades morales sin iglesia ni práctica. Y es difícil también desligar superstición de religión, en todas las grandes se mezcla la idolatría con el culto propiamente ortodoxo. No daré ejemplos para no herir sensibilidades pero ciertas devociones populares rozan lo pagano visto desde un punto de vista eclesiástico estricto. Otra cosa diferente es que esas manifestaciones populares de fervor pagano agraden a los diversos poderes como medio de dirección y organización de la masa, autoridades civiles y religiosas se sirven bien de los fervores masivos, como el fútbol espectáculo de masas, son un precioso medio de control social.

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Debray denuncia que en el campo de los estudios sobre las religiones estamos en etapa medieval pues nos limitamos a citar autoridades (Durkheim, Mauss...) Y se observa la ley del péndulo entre los investigadores amigos de la minucia nominalista, descriptores de tal o cual culto localizado y por el otro los desarrollos imprecisos y grandilocuentes sobre la muerte de Dios o el desencantamiento del mundo que no hacen pie en la historia real de las culturas. Tan importante es el cómo de los cultos como el porqué de los mismos.

Para ello hay que empezar por la palabra Religión, confundimos religión y creencia en Dios, o religión y espiritualidad, esperanza con obediencia y así unos hablan de que la religión tiene un lugar en la vida pública puesto que la cuestión espiritual no es un invento, y otros de que la religión pertenece al foro privado y por tanto no tiene sitio en la vida pública.

La palabra religión no significa nada en las nueve décimas partes de la historia, ni siquiera la división sagrado y profano está clara en las culturas en las que la tierra es sagrada y el trozo que se cultiva se considera divino por pertenecer a los antepasados como ocurre en una tribu de Ghana. En sánscrito “dharma” , lo que lleva el universo, significa la vía, la enseñanza, la obligación. En hebreo no hay “religión”, hay “dat”, palabra procedente del persa que significa “juicio o decreto”. Lo que de ellos traducimos por religión es el sistema jurídico de la nación hebrea. El hebreo no “cree” en Dios “vive” con él.

Tampoco existe en griego la palabra religión, la “threskeia” griega se aplica a la observancia de las prescripciones de culto. “Eusebia” es la piedad, nada de disposición subjetiva ni de institución aparte, la religión no es nada distinto de la vida de todos los días en las poblaciones antiguas. Los cristianos hemos traducido por religión lo que para un árabe era “din”, “deuda”, “costumbre, uso”, “dirección dada por Dios” que dará a cada uno su merecido. El tao o camino de los chinos, el “rujiao” o doctrina de Confucio han sufrido el mismo tour de force de parte de los estudiosos occidentales.

Demasiadas cosas diferentes bajo una misma palabra, no hay esperanza en el más allá ni en los hindús que sueñan con desaparecer de la cadena de renacimientos y muertes, ni en los budistas, que no creen en un principio personal eterno e inmutable.

 https://youtu.be/ta42xU2UXLA

Por otra parte las esperanzas ilustradas según las cuales la Luz de la Razón disiparía mediante el Progreso las tinieblas de la fe y la religión no se han cumplido. Sí la Iglesia como institución pierde adeptos y reconocimiento social, pero surgen otros cultos nuevos, otras religiones, adoradores venidos de otros lugares del mundo, o simplemente adoradores de nuevos dioses que pueden ir desde el bienestar físico hasta los animales. Redescubrimos nuevos objetos de culto.

Y es que ni siquiera el cristianismo, que es el modelo sobre el que nos basamos para comprender al resto del mundo, nació como religión. Era una secta judía y durante dos siglos escribió y pensó en griego. Era una superstición hasta el siglo III puesto que no tenía una base nacional como lo que los romanos consideraban “religión”. Tertuliano en 197 osó bautizar a la religión romana como superstición, invirtió los términos. Y en 341 Constancio instaura la religión cristiana y proclama la persecución de los paganos. Fue una jugada maestra de los débiles frente a los fuertes que ha llegado hasta hoy, y esta noción “robada” a los romanos la usamos para desacreditar a todos los demás cultos.

Religio en latín era “escrúpulo”, no una acción, sino una duda, una inquietud ante algo que no se entiende y hay que comprender. “Relegere” significa recoger y es lo contrario de “negligere”, descuidar. “Legere” ha dado leer y “inteligir”, también “diligencia”, atención, amor a lo que se hace. EN Cicerón y Lactancio están las referencia literarias para estas etimologías que acaban por llamar religioso al que se atiene a respetar los ritos del calendario cívico y litúrgico. Era la religión romana hecha de celebraciones públicas no de teología ni de adhesión personal. Por civismo se cumplen las reglas que los antepasados legaron.

El cristianismo supo hacerse con ese sistema político-jurídico que es muy útil para dirigir a la población, para darle un marco y una organización, la Iglesia romana calcó el sistema imperial, quedándose con la magistratura, el magisterio del soberano pontífice, sus reglas canónicas y su código imperial. El cristianismo añadirá a la religión romana un contenido escatológico y moral de la que ésta carecía, una teología y una fe además de unas prácticas diferentes. Si de los romanos se quedó con la parte jurídica, de los hebreos supo guardar la huella profética y de los griegos la huella metafísica.

Por otra parte hay que subrayar la polivalencia de Jesucristo: a veces el Justo martirizado, otras el Logos encarnado y el Pantócrator. El crucificado, el Docto, Cristo Rey, la humanidad martirizada se puede mirar en el humilde carpintero de Galilea y la humanidad gobernante en el Rey de Reyes. De ahí que los adoradores de Jesús puedan encontrarse en multiplicidad de papeles, desde el cura guerrillero al Inquisidor.

La palabra religión tras esta historia de transformismo de “la religión” por excelencia, se muestra incapaz de dar cuenta de tantas manifestaciones de culto y dedicación, de espiritualidad, de creencias que hay en el planeta. Por ello Debray propone un vocablo alternativo que pueda aplicarse al conjunto de culturas humanas, que exprese una dimensión colectiva que combine la unión horizontal y la adhesión vertical a un ser trascendente y que no disocie lo común de lo íntimo. En la palabra “Comunión” resuena la comunidad, el reagrupamiento en torno a una lengua, intereses, bienes compartidos. “Cum Munus”, carga que se comparte.

Comunión no disocia obediencia (comunión anglicana, ortodoxa) de empatía (sentirse en comunión con alguien) y sobre todo une “ser miembro de” con “adherir a”, dos dimensiones vertical y horizontal que no pueden faltar en toda comunidad humana que pretenda durar más de una generación. Un marco común supone que algo que está por encima nos une, es el principio de no completitud, para ser hermanos hay que “ser hermanos en”, algo por encima nos excede y precede.

¿Acaso hay nación o tribu que no se preocupe en algún momento de celebrar lo común, de renovar de manera festiva o fúnebre su alianza primordial? Donde hay comunidad hay celebración en su centro y por encima de dicha comunidad. Parece medieval, preilustrado. Los modernos divergemos, no convergemos. Pero la ventaja de comunión sobre religión es que no implica un credo en particular, se puede pertenecer o comulgar con muy diferentes grupos: nación, religión, patria, familia, sindicato, asociación deportiva...El comunismo fue una comunión sin ser religión, y si se hubiera usado la palabra comunión todo habría estado más claro y fácil para los que se creían irreligiosos por ser ateos. La palabra comunión evita el falso debate sobre si tal o cual ideología es religiosa.

Admirable es el caso de Estados Unidos, que ha logrado mezclar lo patriótico y lo bíblico. La primera democracia del mundo, y la única verdadera democracia según García Trevijano, pues sólo en ella hay auténtica separación de poderes y representatividad del ciudadano, ha inventado una religión civil que constituye la democracia a la vez en política religiosa y en religión política.

Razón y Revelación no se excluyen en América, las Luces y la Biblia se unen para operar una laicización de los principios teológicos y una secularización de las instancias confesionales. Creer en Dios, creer en la democracia, creer en América valen lo mismo, con la misma fe.
Las comuniones se extienden por la sociedad, un gremio o una cultura que transmite su saber hacer, donde hay una escala interna, una regla, un aprendizaje que hay que seguir.

La comunión neutraliza las divisiones entre los miembros de la misma. Frente a cualquiera que desde fuera la ponga en cuestión, la comunión americana reúne a demócratas, republicanos y abstencionistas. Lo que no impide las luchas de clases y de intereses, pero en el instante crítico, reluce la “unión sagrada” cuando lo esencial está en juego.

En la palabra religión cargamos todo lo malo, lo antiguo y superado, la religión es un estadio infantil de la humanidad. Pero de algún modo Debray demuestra que rechazarla de ese modo en la sociedad equivale a tirar el niño de lo sagrado que nos une, sea lo que sea lo sagrado, con el agua. El ser humano nace en y pertenece a una lengua, genealogía, una historia que le precede y que seguirá tras su muerte. El individuo no dispone de ese patrimonio. Lo simbólico no es propiedad de nadie, no se compra ni es objeto de intercambio. Hay bienes colectivos que no son materiales y sobre ese patrimonio se extiende Debray, ¿cómo transformar un conglomerado de individuos en un “nosotros”? La cuestión no ha desaparecido por mucho que las religiones tradicionales se hayan debilitado.

Habrá que trazar una frontera que distingue el dentro del fuera, un origen, un ideal, un totem, un principio supremo. Procedimientos que desde la noche de los tiempos forman de un agregado informe, una ciudad, una comunidad humana. Porque también al menos desde Aristóteles es sabido que el hombre es el animal que no puede sobrevivir sino es “creando sociedad”. Las religiones que hemos conocido hasta la fecha exhiben y dan respuesta pública a estas necesidades de modo hiperbólico, y dotadas de una resistencia a toda prueba, las han superado todas, persecuciones, deportaciones y genocidios.


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