domingo, 16 de octubre de 2011

La pureza moderna: yogur, depilación y vampiro "soft"


Michel Onfray (1959)

Autora Ana Azanza

El filósofo iconoclasta y educador de masas que es Michel Onfray no deja de sorprender. Creó la Universidad Popular de Caen en la que cualquier persona, aun careciendo de diploma universitario, puede iniciarse en la filosofía o en las ciencias. También es suya la Universidad popular del gusto en Argentan, en la que todo el que quiera accede a la buena cocina, al vino, a la gastronomía y las artes. Onfray quiere ser un filósofo al servicio de los más modestos para hacer participar a la gente en la reflexión y en una filosofía de lo cotidiano. Incluso aunque no se esté de acuerdo con todo lo que dice, es de justicia reconocer la dimensión social y cultural de lo que hace.

Después del escandaloso "Tratado de Ateología" que no he tenido el gusto de leer, ha aparecido un "L'Évangile de Michel Onfray!" escrito por un autor que se dice creyente y es de la opinión de que Michel Onfray tiene razón, aunque a primera vista pueda parecer lo más opuesto a un espíritu religioso.

 Onfray no deja títere con cabeza en su examen y crítica de los lugares comunes de la sociedad actual. Su filosofía no es erudición histórica sobre autores, en lo que se ha convertido la filosofía académica. Onfray hace gala de un pensamiento en acción que rompe moldes y tiene su punto.
L'Evangile de Michel Onfray

Entresaco estas líneas a las que todos podemos ponerle el anuncio televisivo de referencia. Los subrayados son míos:

La preocupación por la pureza no es sólo una característica de las religiones monoteístas, la comparte toda la sociedad, especialmente la nuestra. Esta obsesión se observa en las relaciones con los alimentos, los cuidados del cuerpo y la sexualidad.

En primer lugar no se trata de comer cualquier cosa. Mejor que la comida kosher o "hallal", las nuevas prescrpciones alimentarias deben aportar al cuerpo alimentos puros, garantía de un equilibrio permanente, un equilibrio nutricional riguroso. La proporción de azúcares, grasas, proteínas, fibras es seguida cuidadosamente por una clientela sobre todo femenina que busca más la nutrición que la alimentación. Los grandes grupos alimentarios responden a esta necesidad gracias a los nuevos productos llamados "alicamentos", productos con propiedades supuestamente beneficiosas para la salud, complementos alimentarios que aportan vitaminas y sales minerales, productos lácteos vendidos para reforzar las defensas, yogures modificados para facilitar el tránsito intestinal. Con eslogans tipo "la belleza está en el interior", una inquietante confusión se opera entre el alma bella y unos intestinos limpios.

No basta con dar al organismo alimentos puros, hay que eliminar todas las toxinas acumuladas por el entorno y la vida cotidiana, es la tendencia "detox". Este régimen favorece la agricultura biológica, tisanas, cócteles de plantas, preparaciones químicas y vegetales específicas que están ahí para purgar nuestras miasmas y tensiones. Se llega incluso a preconizar purgas para conseguir esa purificación corporal total. ¿Para cuando los tratamientos cerebrales contra las malas ideas?

Esta  pureza tan buscada no debe limitarse al interior del cuerpo, también debe manifestarse exteriormente. No hay que contentarse con alejar el hombre de la bestia, hay que acercarlo al ángel. Ahora bien, en el caso del hombre y de la mujer no son las alas ni las plumas los que crecen antes. Sino los pelos. Desde los años 40 en USA, desde los 50 en Europa se ha abierto la veda contra el vello, animada por una industria cosmética que obtiene unas ganancias nada despreciables. El primer vello en caer está situado no lejos del ala del ángel, se trata del vello en las axilas. Desde los 50 las fotos de las estrellas muestran la ausencia perfecta de cualquier pilosidad en el nacimiento de los brazos. Europa seguirá enseguida la tendencia. Las primeras en depilarse las axilas son las mujeres, pero los hombres lo harán también, particularmente los deportistas para evitar calentamiento y picor debido al sudor. Desde hace 10 años la depilación total del pubis se extiende cada vez más popularizada por ciertas revistas y las películas pornográficas. El cuerpo de los individuos alcanza así el carácter liso e imberbe del desnudo clásico de la pintura occidental, conocido hasta la Maja Desnuda de Goya, primera mujer pintada que muestra algunos de estos pelos. Se puede hacer notar que estas dos prácticas, la depilación de las axilas y la del pubis forman parte de la "Filtra" (estado natural en árabe), que hay que respetar en el Islam según los Hadischt. También hay que señalar que esta depilación es una limitación a la difusión de feromonas, sustancias olorosas que favorecen la excitación y relaciones sexuales.  Mostrar más piel significa tocar a menos. Ya no es necesario preguntarse sobre el sexo de los ángeles, seguro que no tienen. 

Habiendo erradicado el pelo, si es necesario con la depilación definitiva láser, el cuerpo, este animal incurable sigue difundiendo personalidad olfativa. Los olores de la transpiración se han convertido en los enemigos de la cohesión social desde los años 70 cuando un spot telivisivo proclamaba: "Según la nariz son las cinco". Hoy, multitud de desodorantes proponen a mujeres y hombres una frescura absoluta durante cuarenta y ocho horas sin dejar marcas en la ropa. El último olor animal que llevaba todavía algunas feromonas sexuales ha sido vencido. Gracias sean dadas al dios desodorante, el hombre y la mujer son neutros y puros. Olfativamente ya no se molestarán ni se seducirán en los lugares públicos. "Entonces Adán y Eva se dieron cuenta de que su olor estaba desnudo y lo vistieron de "eau de toilette". 

En este mundo neutro y aséptico los niños intentan crecer. Los adolescentes de principios del siglo XXI se depilan, se desodorizan y se perfuman como se les ha enseñado reprobando su primer vello y cogiéndose la nariz al verlos regresar de hacer deporte. Su cuerpo ya esta neutralizado, ahora hay que darle cerrojazo a la sexualidad. Desde los tiempos del SIDA está claro que sólo el preservativo constituye una protección contra las enfermedades de transmisión sexual. La abstinencia es otra promovida por iglesias y padres nerviosos. Sin embargo esta posición no es fácil de defender si uno se contenta de exponerla fríamente. Muchos prelados han hecho el ridículo ante los jóvenes.

Hoy tenemos otra vía para la promoción de la abstinencia, el vampirismo soft, el de las novelas y las películas "Crepúsculo".


Antiguamente los vámpiros representaban la transgresión de lo prohibido, la sexualidad desbocada: ¿No es Drácula el promotor del adulterio en la sociedad victoriana?, ¿no existen numerosas personalidades vampíricas homosexuales o bisexuales? Y sobre todo, la sangre y la muerte están presentes en esos relatos para exacerbar la fragilidad y la peligrosidad de la sexualidad. 

"Crespúsculo" marca un antes y un después tanto en el mundo de los vampiros como en el de las historias para adolescentes. El vampiro se ve integrado en la sociedad y se abstiene de toda iniciativa sangrienta o sexual, que suele ser lo mismo. La heroína adolescente vive un amor platónico en el que la sangre no se vierte nunca: ni la sangre de su yugular mordida por el vampiro ni el del himen roto por el primer coito. Ideal y malignamente tranquilizador para las adolescentes angustiadas por sus primeras reglas. Niños, no al sexo, que provoca el derramamiento de sangre. Observemos que de cualquier forma la sangre será derramada cada veintiocho días. Pero el mensaje subliminal de "Crepúsculo" se difunde más fácil por libros y películas que por las ceremonias de promesa de virginidad en vigor en algunos integristas cristianos anglosajones, en los que la niña de papá agarrada del brazo del mismo declara solemnemente que  no besará antes de casarse. (Sigmund ¿tienes algún consejo para estas buenas gentes?).

Yogur, no más vello, no malos olores, no al sexo, no a la sangre. ¿Dónde queda la vida en ese panorama?





3 comentarios:

  1. "Si fuese en nuestro poder
    hacer la cara hermosa
    corporal,
    como podemos hacer
    el alma tan gloriosa,
    angelical,
    ¡qué diligencia tan viva
    trajéramos toda hora,
    e tan presta,
    en componer la cautiva,
    dejándonos la señora
    descompuesta!

    Jorge Manrique
    Coplas por la muerte de su padre

    Ya está en nuestro poder, y la "cativa" se ha convertido en tirana, y la señora anda melancólica recordando sus días de esplendor. ¿Llegarán algún día a ser amigas?

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  2. La forma en que se luce u oculta el vello corporal es un asunto radicalmente cultural, en el sentido de construcción- modelado del cuerpo según ideales aceptados socialmente y habitualmente en confrontación entre sí. Veamos un ejemplo histórico muy claro. La campaña para la conquista romana de Numancia, antes del 133 a.C., había llegado a un punto muerto. El páramo soriano tenía pocos atractivos que ofrecer a los legionarios ávidos de riqueza, así que el campamento romano se llenó de indígenas, buhoneros, adivinos y mujeres de mala nota. Publio Cornelio Escipión Emiliano fue comisionado por la República para poner fin a ese estado de desidia militar. Cuenta la crónica de Apiano que requisó 20.000- sí, están bien escritas las cifras, veinte mil-, pinzas de depilar, es decir, tantas como soldados destacados. Después de devolverlos a un estado de forma física más viril y marcial, la plaza cayó fácilmente bajo el dominio de Roma.
    Si buscamos un poco más de información histórica, averiguaremos que el uso de cremas depilatorias, ceras, navajas o abrasivos para eliminar el vello de todo el cuerpo, era lo habitual en ambos sexos en la antigüedad, no solo como ideal de belleza sino incluso como requisito de pureza para poder entrar a los templos. Para el cristianismo todas estas costumbres, tan generalizadas en Oriente, se consideraron vicios paganos, asociados con una sexualidad pecaminosa y fueron proscritos.

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  3. La forma en que se luce u oculta el vello corporal es un asunto radicalmente cultural, en el sentido de construcción- modelado del cuerpo según ideales aceptados socialmente y habitualmente en confrontación entre sí. Veamos un ejemplo histórico muy claro. La campaña para la conquista romana de Numancia, antes del 133 a.C., había llegado a un punto muerto. El páramo soriano tenía pocos atractivos que ofrecer a los legionarios ávidos de riqueza, así que el campamento romano se llenó de indígenas, buhoneros, adivinos y mujeres de mala nota. Publio Cornelio Escipión Emiliano fue comisionado por la República para poner fin a ese estado de desidia militar. Cuenta la crónica de Apiano que requisó 20.000- sí, están bien escritas las cifras, veinte mil-, pinzas de depilar, es decir, tantas como soldados en el destacamento. Después de devolverlos a un estado de forma física más viril y marcial, la plaza cayó fácilmente bajo el dominio de Roma.
    Si buscamos un poco más de información histórica, averiguaremos que el uso de cremas depilatorias, ceras, navajas o abrasivos, para eliminar el vello de todo el cuerpo, era lo habitual en ambos sexos en la antigüedad, no solo como ideal de belleza sino incluso como requisito de pureza para poder entrar a los templos.
    Para el cristianismo todas estas costumbres, tan generalizadas en Oriente, se consideraron vicios paganos pecaminosos, en tanto asociados con la sexualidad y fueron proscritos.

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