" Limpiar confirmó totalmente mi escepticismo sobre las vanidades del intelectualismo" así se expresa Hans Harbers que abandonó el trabajo académico a la altura de sus 64 años después de más de 30 como Profesor universitario de Filosofía de la ciencia en la universidad holandesa de Groningen. En la primera parte de la entrevista ("el 80% de la investigación filosófica es aire") hablamos de tensión entre ciencia y política y el significado de una filosofía práctica al respecto. En la segunda explica cómo y por qué poco a poco le dio la espalda a la universidad.
¿Por qué renunciaste a parte de tu trabajo en la universidad en 2012?
Hans Harbers: Bueno, empecé a "irme" en 2002.
https://www.heise.de/tp/features/Das-Putzen-hat-meine-Skepsis-ueber-den-aufgeblasenen-Intellektualismus-voll-und-ganz-bestaetigt-4931812.html?wt_mc=rss.red.tp.tp.atom.beitrag.beitrag
Fue entonces cuando ocurrió el asesinato de Pim Fortuyn un antiguo colega de la universidad, que se había metido en política y entre otras cosas criticó la islamización de Europa. En muchas cosas era un precursor de Geert Wilders.
Hans Harbers: ¡Sí! La década de 1990 fue de un gran auge económico. Y, sin embargo, muchos tenían la sensación de que la sociedad era un hervidero. Pim aprovechó esta situación y, en mi opinión, derivó a posiciones cada vez más extremas. Se temió que pudiera llegar a primer ministro de los Países Bajos. Después de su asesinato era prácticamente imposible ir a tomar café sin caer en intensas discusiones políticas.
En ese momento, otras ciudades ya contaban con centros de debate donde se podían discutir en profundidad temas políticos. En Groningen fundamos "DwarsDiep" (literalmente: pensar distinto y profundo), que nos ocupó durante 15 años. Las entradas para el primer evento se agotaron.
Cuando la dirección de la universidad nos dijo que teníamos que dedicarnos a publicar, me resultó obvio que tenía que marcharme. ¡Qué alivio! Prefería hablar con la gente en lugar de publicar artículos especializados en las principales revistas filosóficas que luego iban a leer tres colegas. En los debates, en cambio, entré en contacto directo con los "marcos conceptuales" y la "metafísica práctica" de la que hablamos antes.
Por contraste con la obligación de publicar cada vez más, llegamos a la conclusión de que nuestra formación era demasiado académica. Por eso fundamos el programa "Filosofía y sociedad", que iba muy bien con el debate de "DwarsDiep". Así podíamos preparar mejor a los estudiantes para volver a la sociedad.
Es una cuestión controvertida si los estudios universitarios han de ser una preparación para el mercado laboral.
Hans Harbers: Exacto. En mi opinión el mayor problema estriba en que la expresión "relevancia social" se entienden en términos económicos como dictan La Haya y Bruselas. También se dice esto en contra de la torre de marfil de los universitarios que se alejan de las cuestiones prácticas.
Sin embargo, en relación con la década de 1960, me gustaría recordar otra forma de "relevancia social", a saber, la función de crítica social. Al principio traté de cuestionar la terminología y los espacios de pensamiento en los que se mueve la política.
Por eso uno de los nuevos temas que tratamos lo titulamos "Intervención filosófica". En él, los estudiantes tenían que salir de la universidad y escribir un artículo para un periódico o un blog, enseñar en una escuela u organizar algo para una organización no gubernamental, siempre que se mantuviera fuera del mundo académico. Eso me dio mucho a cambio. Fueron ejemplos de lo que se puede hacer en la sociedad con la "caja de herramientas filosóficas".
Parece que fue un éxito. Pero, ¿por qué dejaron de hacer debates en 2017 después de 15 años?
Hans Harbers: Hubo razones prácticas. En cierto momento obtuvimos subvenciones del ayuntamiento y trabajamos con una organización más grande en Groningen. Pero con el tiempo les pareció que lo que hacíamos era "demasiado intelectual" y querían hacer actividades para un público más amplio, aunque a nuestros eventos acudieran muchas personas.
Universidad de Groningen (Holanda)
Después de conversaciones cada vez más duras, al final dejaron de subvencionarnos. Quedó un grupo de voluntarios sin líder. Me parece que pensaron que éramos demasiado mayores. Después de que había reconstruido todo en 2002, no tenía ganas de volver a empezar.
Antiguos antiguos alumnos están trabajando actualmente con un teatro en un nuevo proyecto, un programa de entrevistas filosóficas. Y todavía me siguen parando por la calle ciudadanos desconocidos para preguntarme cuando haremos otro debate.
El 1 de septiembre de 2019 renunció a su trabajo en la universidad y antes de llegar a la edad de jubilación cambió de trabajo. ¿Cómo se te ocurrió la idea de trabajar como limpiador?
Hans Harbers: Quería hacer algo diferente antes de jubilarme. Fue toda una experiencia tener un trabajo para el que no se necesita formación. No quería ser taxista porque para eso se necesita un carné de transporte de pasajeros.
Lo entendí como un trabajo que da un servicio, que aporta algo directamente a las personas. Me hubiera encantado ser un barrendero en la calle con un carro como este. Las empresas privadas de limpieza ofrecían muchos puestos. Así que en un mes encontré un trabajo en el cuidado individual de personas que ya no pueden hacer la limpieza de su casa.
En dos horas limpiaba el apartamento de varios clientes, así semana tras semana. Me salió una sonrisa cuando gracias a la pandemia oí decir que tenía un "trabajo vital". ¡Nunca me dijeron nada parecido cuando fui filósofo en la universidad!
Hans Harbers: Para nada, me limitaba a limpiar.
De hecho, en la entrevista de trabajo me preguntaron si quería asumir un puesto superior dada mi formación académica. Pero no entraba en mis planes. Solo quería despejar mi cabeza de todo lo académico. Y los clientes tampoco me hicieron preguntas al respecto. Solo una mujer, que de vez en cuando me pedía consejos sobre libros y películas.
Luché para aprovechar intelectualmente esta experiencia. Una colega de la universidad me dijo que sin duda escribiría un libro sobre mi época de limpieza. Tampoco me interesa.
También pensé en estos turistas occidentales que viajan a los países más pobres de África y luego se hacen selfies con niños negros: "¡Mira cómo me importa la pobreza!" Como académico, no quería hablar en nombre de personas sin título universitario. Tienen que hablar ellos mismos.
Hans Harbers: La limpieza confirmó completamente mi escepticismo sobre el intelectualismo vacuo y pretencioso de la academia. Me he convertido en un defensor del servicio social, ¡y empezaría por los filósofos académicos! Tienen que saber pisar en el suelo y en el mundo en vez de leer otro libro o hacer otro análisis.
También pienso en la rigidez de algunos intelectuales, que creen que cualquiera que tenga una opinión diferente a la suya es un populista estúpido. Aunque se les oye y hablan mucho, carecen de modestia y humildad. Esto último se aprende en las actividades más sencillas.
Para mi sorpresa, la limpieza en distintos hogares me enseñó que el concepto de lo que la gente considera limpio cambia mucho. Donde termina lo "limpio" para uno, comienza lo "sucio" para otro. Hay diferentes formas de vida y hay que saber respetar y no imponer los propios estándares a otras personas. En un trabajo como el de la limpieza se aprende empatía.
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