El joven filósofo alemán Markus Gabriel que ya sorpendió con su primer libro "Por qué el mundo no existe" expone en esta interesante conferencia impartida en Gran Canaria su peculiar modo de contrarrestar la falsa metafísica que subyace al llamado Transhumanismo.
El mismo se considera representante del neoexistencialismo, un pensamiento que encara con valentía los retos del mundo tecnificado, de la globalización, de la visión materialista del homo sapiens sin caer en un misticismo ni punto de vista desencarnado. Se puede apreciar en "Yo no soy mi cerebro" Todavía no nos hemos enterado que Platón descubrió Internet además del cine. El cine en el mito de la caverna e Internet cuando trata el tema del ámbito de las Ideas, puramente lógico, donde éstas se entrelazan unas con otras.
También nos descubre que efectivamente una gran parte de nuestra vida transcurre pensando sobre pensamientos y más concretamente sobre los pensamientos que piensan los demás.
Como bien dice Gabriel, si nuestra conducta pudiera efectivamente ser reducia a algoritmos y vista la cantidad de violencia y odio que circula en la red, una supermáquina más inteligente con la que sueñan los utopistas de la cibernética, podría llegar a la conclusión de que lo que más nos interesa a los humanos es nuestra autodestrucción. El neoexistencialismo de Gabriel nos recuerda precisamente que está en nuestras manos decidir que las cosas no terminen mal.
El mismo se considera representante del neoexistencialismo, un pensamiento que encara con valentía los retos del mundo tecnificado, de la globalización, de la visión materialista del homo sapiens sin caer en un misticismo ni punto de vista desencarnado. Se puede apreciar en "Yo no soy mi cerebro" Todavía no nos hemos enterado que Platón descubrió Internet además del cine. El cine en el mito de la caverna e Internet cuando trata el tema del ámbito de las Ideas, puramente lógico, donde éstas se entrelazan unas con otras.
También nos descubre que efectivamente una gran parte de nuestra vida transcurre pensando sobre pensamientos y más concretamente sobre los pensamientos que piensan los demás.
Como bien dice Gabriel, si nuestra conducta pudiera efectivamente ser reducia a algoritmos y vista la cantidad de violencia y odio que circula en la red, una supermáquina más inteligente con la que sueñan los utopistas de la cibernética, podría llegar a la conclusión de que lo que más nos interesa a los humanos es nuestra autodestrucción. El neoexistencialismo de Gabriel nos recuerda precisamente que está en nuestras manos decidir que las cosas no terminen mal.
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