lunes, 21 de marzo de 2016

"EL AMOR Y EL ODIO" CON ALAIN BADIOU

"L'AMOUR, LA HAINE"

Ana Azanza

Alain Badiou (1937) quizá uno de los más grandes filósofos actualmente vivos, no es un pensador mediático. Es un pensador comprometido que no teme reconocer su adscripción marxista en medio de la atmósfera neoliberal dominante que disfrutamos, fue maoísta en su juventud y no aparca ninguna de sus ideas políticas. Al mismo tiempo es un gran conocedor y "amante" de Platón, hasta el punto de haber reescrito una República adaptada a nuestros tiempos que fue editada en 2012.

En esta entrevista hecha por un canal dirigido a un público juvenil, tenemos una muestra de su magisterio. En 2009 escribió un “Elogio del amor” y en enero de 2016 publicó la conferencia que impartió sobre los asesinatos del 13 de noviembre. Esos dos escritos marcan los dos temas de la entrevista, el amor y el odio.

EL AMOR


La entrevista comienza con una pequeña introducción política, sobre el conformismo de la sociedad francesa y más concretamente del partido socialista francés que una vez en el poder traiciona las ideas de izquierdas y practica la misma política que sus adversarios. El problema señalado por Badiou es el desánimo que se instala en las conciencias: el mundo es como es y no se puede hacer nada por cambiarlo. Significa ni más ni menos que la muerte de la verdadera política. Faltan ideales, falta la convicción de que sea cual sea el estado del mundo se pueden hacer las cosas de modo diferente. La desorientación caracteriza la subjetividad de nuestra época, de nuestro estado de conciencia contemporáneo.

Sobre el amor Badiou señala como a partir:  de la explosión de los lugares de Internet para encontrar pareja triunfa  un “amor mercancía”, un amor sin dolor, como una guerra sin muerte. El amor se cocina de tal manera que no tenga ninguna desventaja, “puedo escoger a alguien que tenga los mismos gustos vacacionales, las mismas ideas políticas, que se parezca a mí al máximo” El amor se convierte en un producto comercial. Pero el amor es antes que nada un encuentro con el otro del que no sabemos mucho, tras la sorpresa inicial, el descubrimiento personal viene poco a poco.

La palabra interés domina nuestra sociedad y es la antinomia de la palabra amor. Al buscar el interés anulamos la dimensión misteriosa y de descubrimiento. El otro ha de estar al servicio de mis intereses y viceversa la otra persona me ve al servicio de los suyos. En síntesis: en las parejas por Internet hay alto riesgo de que se junten dos enamorados de sí mismos, dos narcisos que firman un contrato narcisista.

Los sujetos actuales utilizamos las redes sociales para anunciar al mundo entero pequeñeces cotidianas de las que uno mismo se enorgullece, qué ha comido, qué ha bebido… Badiou se admira de cómo absolutamente todo es susceptible de entrar en el gran circuito comercial. Cada cosa tiene un precio y lo gratuito es sospechoso, en Internet si algo es gratuito, es que uno mismo es el producto.

Pero el amor es gratuito.

Decir “te quiero”, la declaración de amor, es el momento arriesgado, el primero que se atreve a decirlo corre el peligro de verse rechazado. Hay muchos significados adicionales y devaluados de la expresión: te tengo cariño, me gustas, me gustaría estar contigo o me gustaría simplemente dormir contigo.

No es nueva la oposición entre el amor apasionado y el mariposeo amoroso, o entre el amor y el libertinaje. La novedad contemporánea consiste en que frente a la sociedad tradicional  mariposear o cambiar de pareja con asiduidad es sistemático y está valorado.  Anteriormente el amor era un riesgo, era cruel pero era algo grande, en torno al cual ha girado gran parte de la actividad artística de la humanidad. Pero su banalización y transformación en encuentros múltiples, variados, casuales lo convierte en un amor enfermo.

El encuentro con la singularidad del otro es lo definitivo del amor, es la única actividad humana en la que se decide aceptar integralmente a otra persona, incluyendo lo que no nos agrada. El amor es un lugar en el que nos ponemos a prueba, puesto que hay riesgo, en el amor también hay violencia, y los asesinatos pasionales se incluyen en ese peligro. El desconsuelo de un amor que se termina, es una derrota de la humanidad: “No me importa que me odie con tal de que me ame.”

El amor es también una fuerza y cuando llega la dificultad tiene que surgir la confianza en lo maravilloso que se ha vivido, el encuentro y los buenos momentos pasados.

 LA HAINE: EL ODIO


El hombre no se conforma con sobrevivir, necesitamos reconocimiento. Y el odio surge cuando los jóvenes se ven desposeídos de todo lo básico o simplemente al comprobar que no cuentan nada en este mundo. Media humanidad sobra en la sociedad capitalista global. En esa media humanidad hay que contar a tantos miles de jóvenes en paro y sin perspectivas también en los países desarrollados. Que duda cabe que los islamistas ofrecen un reconocimiento al nihilismo percibido y vivido por los jóvenes de procedencia musulmana. No cuento nada pero el sacrificio en la Djihad es una forma de colmar aunque sea de manera terminal la necesidad de reconocimiento de nuestros semejantes que nos hace humanos y nos otorga dignidad.

La sed de ser tomado en serio, no tanto la fama como el respeto ganado y asentado es fundamental para el ser humano, es una necesidad psicológica que nos distingue nítidamente de nuestros amigos los animales. Un mundo que crea demasiados seres humanos frustrados que no acceden a un reconocimiento mínimo que corre hacia el abismo. El gansterismo crece ligado a esa falta de amor, en un mundo donde lo único que cuenta es el dinero y en el que hay formas rápidas de ganarlo. 

En 2015 todavía 62 personas en el mundo amasan la fortuna comparable a la de tres mil millones de seres humanos. Vivimos en la monstruosidad estructural sin preocuparnos demasiado. Una patología que se agrava.

En cuanto a la mujer, a menudo se presenta la libertad y oportunidades de las féminas en Occidente como una señal de la "superioridad" de nuestra cultura  frente a otras, en especial frente al Islam. El asunto de la promoción de la mujer en la sociedad está todavía en la reclamación de iguales derechos que el hombre, mismo acceso a iguales puestos, idénticos salarios...y es un logro que haya mujeres en ciertos cargos tradicionalmente masculinos, presidenta del FMI por ejemplo o al frente del Santander. Sin embargo Badiou sospecha que estas mujeres no aportan todavía lo específicamente femenino, se les deja llegar, para hacer las cosas igual que las hacen los hombres y él cree que la mujer tiene su genio que aportar a la humanidad, entraríamos en una fase superior como tal género humano si dicha aportación se realizara. Pero todavía estamos en la fase de lograr la igualdad pura y simple. La aportación de la mujer no puede reducirse a la imitación de lo que hacen los hombres en la sociedad moderna.

La entrevista se termina con la opinión de Badiou sobre Twitter y el Selfie.

6 comentarios:

  1. Monstruosidad estructural: no sólo esos 62 multimillonarios amasan una fortuna superior a la de 3000 millones de personas. La mayoría de las personas que leemos este blog, yo mismo, que poseo una casa y una magra cuenta corriente, poseemos más que lo que puedan juntar millones de personas que no tienen absolutamente nada. Badiou mismo probablemente amase mayor fortuna de la que puedan poseer el 90 por ciento de los habitantes del Chad. Esas estadísticas que enfrentan a 62 millones de tíos gilitos chapoteando en dolares frente a la mayoría doliente de la tierra no sólo no explican nada sino que además suelen utilizarlas los defensores de la utopía que más miseria y muerte ha provocado. Cualquiera de esos 62 infames, como Bill Gates o Amancio Ortega, son mucho más útiles para la sociedad y mucho menos despreciables que el mortífero Mao del Gran Salto Adelante y de la Revolución cultural, al que Badiou no se decide a aparcar. Trazo demasiado grueso para ser uno de los más grandes filósofos vivos. Mal de muchos... Y es que muchos de los grandes filósofos desbarran muy platónicamente cuando se dedican a pensar cómo organizar a la sociedad y siempre terminan por echar el cuerpo a tierra y se sienten fascinados por cualquier tirano socialista que arruina y violenta a su pueblo mientras desprecian a quienes con su ingenio y trabajo logran amasar una fortuna mientras crean riqueza y bienestar social. Puestos a echar mano de estadísticas puede mencionar aquellas, más ilustrativas, que vienen señalando como las personas en situación de pobreza extrema ha pasado de 1900 millones en 1990 a 1000 en 2011 y a 700 en 2015.

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  2. Excelente me parece el comentario de José J. Villalba.
    Buen chico, este Badiou, como Cándido, sí, el de Voltaire. ¿Amor desinteresado? ¡El de los ángeles! Y en su cielo debe vivir este intelectual.
    Todo amor humano, toda amistad humana, conlleva un interés, claro que hay intereses legítimos, e ilegítimos. Mi amistad con el médico que intenta curarme, con el carnicero al que pago por su carne o con el tendero que me pesa las legumbres está regida por el interés, y no hay nada de malo en ello siempre que él no piense que un kilo es menos de mil gramos y yo no le pague con billetes falsos...
    Interés legítimo es lo que hay entre nosotros en una ciudad regida por leyes y pactos que guardamos.
    Ese intento de echar siempre la culpa al capitalismo, al sistema, a Occidente, de la frustración de los pobres jóvenes en paro me resulta cada vez más sospechosa. Y esa pretendida justificación del sacrificio en la "guerra santa" como última solución desesperada para alcanzar dignidad de pobres marginados, me resulta, además de cándida, peligrosa. No buscan sólo dignidad, sino sobre todo poder.
    Integrarse no sólo requiere posibles y habilidades, sino también sacrificio y esfuerzo. Hay otras formas de sacrificarse que también pueden otorgar dignidad, por ejemplo, esforzándose por aprender a hacer algo y hacerlo de hecho en una sociedad compleja pero que garantiza, al contrario que sus comunidades de origen, la educación básica y media gratuita. Pero muchos prefieren la litrona, el porro y ese romanticismo de perdedor que evade responsabilidades personales y sueña con las setanta vírgenes esclavas.
    Estos intelectuales de la "gauche divine" que claman contra el mercado no dejan de ir por eso al mercado todos los días buscando calidad y precio. Ven la frustración pero no la ineptitud, la soberbia, el fanatismo y el odio.
    ¡Civilización o barbarie! Y la civilización supone la libertad de mercado y la independencia de las mujeres, lo que obviamente favorece la promiscuidad y restringe la natalidad. La democracia nace entre los soldados-ciudadanos iguales y en el intercambio entre iguales, mercantil del ágora. La civilización supone ciencia, teatro y democracia, pero también libertad de mercado. Los enemigos del comercio suelen ser amigos de las cartillas de racionamiento y acaban de intelectuales orgánicos de oligarquías totalitarias. También la civilización exige individualismo (mejor que narcisismo) habitación propia con vistas, al margen del olor a establo.
    Y esos recelos contra los meeting point y las redes sociales me suenan francamente retrógrados.
    ¿Olvida el platónico Badiou que fue de un tirano llamado Dionisio, en Siracusa, de quien Platón buscó financiación para su hormiguero? La historia se repite.

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    Respuestas
    1. Leer su "La Revolución Cultural" es una experiencia lo bastante repugnante como para atreverse a leerle algo más, pero necesaria para conocer el perfil sociópata del Gran Filósofo.

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    2. No me parece un sociópata como dices, y él mismo reconoce en la entrevista que todos, también los comunistas y también los liberales estadounidenses están de sangre hasta las orejas en el siglo XX. No he leído su Revolución cultural, voy a leer su "San Pablo, la fundación del universalismo"
      En realidad sí, es cierto, hay muchos dejados de lado en el mundo, no se puede comparar el amasar fortunones y esconderlo con lo que tú o yo podemos tener en la c/c. Hay un desfase total y mucha injusticia en el mundo. Con la caída del comunismo, Occidente liberal y capitalista que disfrutamos se ha quedado sin alternativa, la depredación del mundo natural y humano está servida.
      No recela de las redes sociales, le parece banal, se ríe un poco del tema, la acción política conjunta sale del encuentro en el espacio físico con los demás, del diálogo y el enfrentamiento cara a cara, no de contar tontás por el FB de lo que acabo de hacer o voy a hacer.

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    3. Su puntito de sociópata sí que lo tiene: la empatía de Badiou con las víctimas del comunismo se acerca a la misma que pueda tener una ameba. Se ha pasado la vida negándo o justificando los crímenes del comunismo, haciendo apología de calamidades como el Gran Salto Adelante o la Revolución cultural que costaron millones de víctimas, sin demostrar demasiada sensibilidad por ellas; siempre viajando de lo malo a lo peor, siempre eligiendo la pureza revolucionaria y la mácula asesina, siempre optando por lo que sea que se oponga a la democracia liberal, y no por los defectos que ésta tiene, que los tiene, sino precisamente por sus virtudes.

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    4. En lo que yo he leído y escuchado hasta ahora no le he visto justificar la sangre derramada, le he visto decir que la sangre la derraman todos, no es ese el camino. La verdad es que sí hacer revoluciones es terrible, nos gustaría que los que tienen el poder y el dinero un buen día dijeran, "voy a compartir", pero no sé porqué no cae esa breva.
      En lo que ahora nos concierne, asunto refugiados, defiende la solidaridad que es lo que me parece defendible en esta circunstancia, si Mao mató, nosotros con nuestra insolidaridad también lo estamos haciendo.
      En Europa nos iría mejor espiritual, moral y físicamente ser solidarios con los que huyen de la guerra, y que sólo buscan una oportunidad. Sólo con la comida que tiramos en España y con lo que comemos de más se podía alimentar de sobra a toda esa gente.
      Además mejorarían los niveles de colesterol, la tensión arterial y nos sentiríamos mejor, bajaría el consumo de psiscofármacos. Es lo saludable de la solidaridad y la generosidad. Cuando algo interesa se organiza y el pan se multiplica.

      Badiou tiene su punto solidario, se ha ocupado de inmigrantes en París y mantiene una especie de universidad popular, donde pone la filosofía al alcance de todos.

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