Traducción Ana Azanza
El robotismo es una enfermedad social
David Gelernter, profesor de "computer Science" en Yale University, habla en este artículo en favor de un resucitado humanismo y en contra del robotismo anhelado por muchos jóvenes que sueñan con ser robots.
¿Por qué los investigadores del cerebro tienen tanto miedo de la subjetividad? Porque nos ven como un perro con Iphone.
¿Por qué los investigadores del cerebro tienen tanto miedo de la subjetividad? Porque nos ven como un perro con Iphone.
Se acerca una crisis intelectual, la ciencia y la filosofía del espíritu amenazan a la cultura occidental con lo contrario del humanismo: llamémoslo Robotismo. Si Protágoras dijo que el hombre es la medida de todas las cosas, ellos dicen que el ordenador es la medida de todos los hombres.
La ciencia tiene cada vez menos sitio para los individuos humanos y su subjetividad. Pero sólo podemos ver el mundo desde nuestro propio espíritu. Vemos un mundo en el que hay bien y mal, fealdad y belleza, justicia e injusticia, un mundo de deberes morales. No sólo vemos el mundo también lo sentimos. No somos puras máquinas amontonadoras de información, somos seres conscientes. Nuestra vivencia consciente (aunque sólo sea accesible para nosotros) es tan real como el árbol ahí fuera ante la ventana o los fotones que inciden en nuestra piel.
Si la ciencia quiere ocuparse de toda la realidad y no sólo de una parte, no puede limitarse a la realidad objetiva, tiene que tener en cuenta también la realidad subjetiva.
La tiranía del Funcionalismo
Muchos pensadores lo habían dicho. Lamentablemente no se les había hecho caso. Si concentraran sus fuerzas podrían dar lugar a una nueva Ilustración. Un mundo amedrentado por la ciencia y aburrido hasta la muerte por el cínico y vacío posmodernismo necesita urgentemente un nuevo punto de vista subjetivo, humanista, individualista y postirónico. Necesitamos ciencias naturales y ciencias del espíritu y arte y vida espiritual para ser hombres en sentido pleno. Las tres últimas han perdido significado y la primera de ellas ya no la entiende casi nadie. Las representaciones robóticas no son las únicas culpables, pero tienen una gran responsabilidad.
Dos destacados filósofos, entre otros disidentes llaman a un nuevo subjetivismo. John Searle, profesor en Berkeley: "Lo más sorprendente es el hecho de que mucho de la corriente mayoritaria en la filosofía del espíritu de los últimos 50 años es abiertamente falso". Lo escribió en 1992 y no ha cambiado de opinión.
¿Qué es lo que ha ido mal? Muchos pensadores creen que si admiten la realidad de la conciencia y de los sentimientos subjetivos, traicionan a la ciencia. Por eso rechazan los sentimientos subjetivos. Thomas Nagel, profesor de filosofía del derecho en la universidad de Nueva York dice con respecto a las modernas ciencias cognitivas y la filosofía: "Todas esas teorías parecen tan deficientes como el análisis mental, porque no hacen caso de algo esencial. A saber, la primera persona, el punto de vista interior del sujeto consciente: por ejemplo, quién ve el color rojo, quien saborea el azúcar o quien siente ira."
Una sociedad que se basa en la psicología de las masas.
¿Cómo se pueden suprimir estas cosas? porque el funcionalismo es actualmente la corriente dominante dentro de las ciencias del espíritu. El funcionalismo pregunta: "¿qué significa tener sed?". La respuesta: determinados sucesos (calor, un trabajo duro, escasez de bebida) causan un estado mental que llamamos sed; ese estado nos lleva a querer hacer determinadas cosas, por ejemplo beber algo. Ahora ya sabemos lo que significa "tengo sed". Pero no es una buena explicación, porque se significa sobre todo sentirse sediento. Tenemos una sensación determinada. Esa sensación explica el uso de determinados giros como "sed de saber", aunque esa sed no tiene nada que ver con el calor que hace.
El funcionalismo se distancia del significado como lo hacen los ordenadores. Muchos filósofos y científicos creen que el entendimiento trabaja como un ordenador. Nadie sabe cómo puede ser que un ordenador sienta o si eso podría pasar. Pero cuando se han eliminado los sentimientos y la conciencia es más fácil crear un entendimiento de ordenador. Nagel llama a este modo de ver "el triunfo heroico de la teoría ideológica sobre el sano entendimiento humano."
El Funcionalismo y sus críticos están de pie en el crucero de la moderna catedral del espíritu. Desde lejos, desde una capilla de la nave transversal llega una voz contra el robotismo y en favor de un humanismo subjetivo. Jonathan Lear por ejemplo es filósofo y una autoridad en psicoanálisis en la universidad de Chicago. Los psicoanalíticos y los freudianos están contentos, de poder hablar con alguien, pero hoy pocos científicos o filósofos quieren hablar con ellos. La franqueza es lo último que se puede atribuir a la ciencia moderna.
"En mi opinión" escribe Lear, no se trata del psicoanálisis, sino de si el individuo está pasado de moda. Ser un individuo es una conquista psicológica; no está presente en el inicio de la vida y evidentemente no puede darse por supuesto". A pesar de todo lo damos por supuesto. "La idea de una sociedad soportada por los individuos es peligrosa para la sociedad basada en la psicología de masas." Y eso es lo que somos, escribe Lear: una sociedad basada en la psicología de masas.
Zombies entre nosotros
Freud, dice Lear, descubrió una ciencia de la subjetividad. Searle dice que el fundamento más profundo del temor a la conciencia en la intelectualidad dominante es el hecho de que la conciencia posee la propiedad de dar miedo. La subjetividad horroriza a científicos y filósofos que no quieren admitir en su rigidez que la ciencia aumenta y cambia. Si Lear nos habla desde la nave transversal, la escritora de novelas y ensayista Marilyne Robinson nos habla desde la cabecera más lejana de la catedral, donde está la tienda de recuerdos. Ella publicó en 2010 su libro "Absence of Mind".
Los neurobiólgos quisieran mostrar que las características personales como el buen comportamiento, tienen su origen en determinadas zonas del cerebro. Cuando una zona se estropea esa parte de la personalidad se estropea también. Hasta ahí bien. Tu pensamiento, nos quieren decir, es sólo el producto de tus genes y tu cerebro. Tú no cuentas para nada en él, porque no hay un tú individual y subjetivo. Tu mundo mental interior no existe. Tú eres lo que dices y haces. De hecho no puedes tener conciencia, un robot vivo, un Zombie. Tampoco jugaría ningún papel.
Muchos jóvenes quieren ser robots.
Robinson pregunta: ¿Pero qué pasa con el hombre real Phineas Gage? Los neurobiólogos no dicen nada sobre el hecho de que "Gage aparece de repente, que esta medio ciego y que siempre padece de inflamaciones cerebrales." Que sus peores heridas eran duraderas. Que tenía 25 años y ninguna esperanza de volver a estar sano alguna vez. "¿No es posible -se pregunta Robinson- que su arrebato de cólera y sus maldiciones significaran que estaba enfadado y que padecía?" "Cuando los neurobiólogos cuentan esta historia", escribe Robinson, "olvidan que era un hombre, que pensaba y sentía, un hombre con un gran y terrible destino". El hombre es un simple ordenador cuando suprime todo lo que le diferencia de un ordenador.
Al principio el Robotismo era sólo una escuela intelectual. Hoy es una enfermedad social. Muchos jóvenes quisieran ser robots, y no ven llegar la hora en que se les implanten chips electrónicos en el cerebro para ser más inteligentes y estar mejor informados que todos los demás (con exclusión de sus amigos que se hayan hecho implantar los mismos chips.) Les gustaría ver el mundo a través de las gafas de los ordenadores, que se superponen a los míseros mensajes de la pura naturaleza, son rehenes que aman a sus propios secuestradores.
Nuestro esfuerzo por el Bien, la Justica, lo Bello y lo Santo, según el cual la vida humana recibe un sentido y hace que como dice la escritura, "sólo sois un poco inferiores a los ángeles" y un poco mejor que los perros y los gatos, es invisible para el Robotismo. En el futuro impregnado de Robotismo seremos lo que creamos ser: Perros con Iphone. El mundo necesita hoy un nuevo humanismo subjetivo, no sólo protestas dispersas, sino un constante y creciente movimiento, un grito que salga del corazón.
Dos destacados filósofos, entre otros disidentes llaman a un nuevo subjetivismo. John Searle, profesor en Berkeley: "Lo más sorprendente es el hecho de que mucho de la corriente mayoritaria en la filosofía del espíritu de los últimos 50 años es abiertamente falso". Lo escribió en 1992 y no ha cambiado de opinión.
¿Qué es lo que ha ido mal? Muchos pensadores creen que si admiten la realidad de la conciencia y de los sentimientos subjetivos, traicionan a la ciencia. Por eso rechazan los sentimientos subjetivos. Thomas Nagel, profesor de filosofía del derecho en la universidad de Nueva York dice con respecto a las modernas ciencias cognitivas y la filosofía: "Todas esas teorías parecen tan deficientes como el análisis mental, porque no hacen caso de algo esencial. A saber, la primera persona, el punto de vista interior del sujeto consciente: por ejemplo, quién ve el color rojo, quien saborea el azúcar o quien siente ira."
Una sociedad que se basa en la psicología de las masas.
¿Cómo se pueden suprimir estas cosas? porque el funcionalismo es actualmente la corriente dominante dentro de las ciencias del espíritu. El funcionalismo pregunta: "¿qué significa tener sed?". La respuesta: determinados sucesos (calor, un trabajo duro, escasez de bebida) causan un estado mental que llamamos sed; ese estado nos lleva a querer hacer determinadas cosas, por ejemplo beber algo. Ahora ya sabemos lo que significa "tengo sed". Pero no es una buena explicación, porque se significa sobre todo sentirse sediento. Tenemos una sensación determinada. Esa sensación explica el uso de determinados giros como "sed de saber", aunque esa sed no tiene nada que ver con el calor que hace.
El funcionalismo se distancia del significado como lo hacen los ordenadores. Muchos filósofos y científicos creen que el entendimiento trabaja como un ordenador. Nadie sabe cómo puede ser que un ordenador sienta o si eso podría pasar. Pero cuando se han eliminado los sentimientos y la conciencia es más fácil crear un entendimiento de ordenador. Nagel llama a este modo de ver "el triunfo heroico de la teoría ideológica sobre el sano entendimiento humano."
El Funcionalismo y sus críticos están de pie en el crucero de la moderna catedral del espíritu. Desde lejos, desde una capilla de la nave transversal llega una voz contra el robotismo y en favor de un humanismo subjetivo. Jonathan Lear por ejemplo es filósofo y una autoridad en psicoanálisis en la universidad de Chicago. Los psicoanalíticos y los freudianos están contentos, de poder hablar con alguien, pero hoy pocos científicos o filósofos quieren hablar con ellos. La franqueza es lo último que se puede atribuir a la ciencia moderna.
"En mi opinión" escribe Lear, no se trata del psicoanálisis, sino de si el individuo está pasado de moda. Ser un individuo es una conquista psicológica; no está presente en el inicio de la vida y evidentemente no puede darse por supuesto". A pesar de todo lo damos por supuesto. "La idea de una sociedad soportada por los individuos es peligrosa para la sociedad basada en la psicología de masas." Y eso es lo que somos, escribe Lear: una sociedad basada en la psicología de masas.
Zombies entre nosotros
Freud, dice Lear, descubrió una ciencia de la subjetividad. Searle dice que el fundamento más profundo del temor a la conciencia en la intelectualidad dominante es el hecho de que la conciencia posee la propiedad de dar miedo. La subjetividad horroriza a científicos y filósofos que no quieren admitir en su rigidez que la ciencia aumenta y cambia. Si Lear nos habla desde la nave transversal, la escritora de novelas y ensayista Marilyne Robinson nos habla desde la cabecera más lejana de la catedral, donde está la tienda de recuerdos. Ella publicó en 2010 su libro "Absence of Mind".
Los neurobiólgos quisieran mostrar que las características personales como el buen comportamiento, tienen su origen en determinadas zonas del cerebro. Cuando una zona se estropea esa parte de la personalidad se estropea también. Hasta ahí bien. Tu pensamiento, nos quieren decir, es sólo el producto de tus genes y tu cerebro. Tú no cuentas para nada en él, porque no hay un tú individual y subjetivo. Tu mundo mental interior no existe. Tú eres lo que dices y haces. De hecho no puedes tener conciencia, un robot vivo, un Zombie. Tampoco jugaría ningún papel.
Muchos jóvenes quieren ser robots.
Robinson pregunta: ¿Pero qué pasa con el hombre real Phineas Gage? Los neurobiólogos no dicen nada sobre el hecho de que "Gage aparece de repente, que esta medio ciego y que siempre padece de inflamaciones cerebrales." Que sus peores heridas eran duraderas. Que tenía 25 años y ninguna esperanza de volver a estar sano alguna vez. "¿No es posible -se pregunta Robinson- que su arrebato de cólera y sus maldiciones significaran que estaba enfadado y que padecía?" "Cuando los neurobiólogos cuentan esta historia", escribe Robinson, "olvidan que era un hombre, que pensaba y sentía, un hombre con un gran y terrible destino". El hombre es un simple ordenador cuando suprime todo lo que le diferencia de un ordenador.
Al principio el Robotismo era sólo una escuela intelectual. Hoy es una enfermedad social. Muchos jóvenes quisieran ser robots, y no ven llegar la hora en que se les implanten chips electrónicos en el cerebro para ser más inteligentes y estar mejor informados que todos los demás (con exclusión de sus amigos que se hayan hecho implantar los mismos chips.) Les gustaría ver el mundo a través de las gafas de los ordenadores, que se superponen a los míseros mensajes de la pura naturaleza, son rehenes que aman a sus propios secuestradores.
Nuestro esfuerzo por el Bien, la Justica, lo Bello y lo Santo, según el cual la vida humana recibe un sentido y hace que como dice la escritura, "sólo sois un poco inferiores a los ángeles" y un poco mejor que los perros y los gatos, es invisible para el Robotismo. En el futuro impregnado de Robotismo seremos lo que creamos ser: Perros con Iphone. El mundo necesita hoy un nuevo humanismo subjetivo, no sólo protestas dispersas, sino un constante y creciente movimiento, un grito que salga del corazón.
Gelernter, escritor, artista y profesor de ciencia computacional en Yale University
Podemos resistir, pero vivimos ya en una utopía tecnológica, la palabra como la imagen valen y sirven si es digitalizada, procesada, reticulizada, globalizada... Yo no hablaría de "cultura robótica", sino más bien de cibercultura o de cultura "ciborg", de hecho, ya existe un feminismo ciborg en usamérica, bastante influyente internacionalmente.
ResponderEliminarEl caso es que le hacemos más caso a un semáforo que a un guardia municipal, y el hecho es que nuestros chicos elogian a sus amigos llamándoles "maquinón". Como los ha descrito María Lorenzo, han sido convertidos en "zombis zigzagueantes", pegados a cualquier monitor que les devuelva una imagen halagadora de sí mismos. Cibernarcisismo, cibertravestismo telemático.
Tendríamos que hablar de la sofística que han desatado las nuevas tecnologías, de su soteriología profunda, del cambio de los elogios estéticos por los elogios técnicos en el lenguaje del fútbol..., porque no basta con hacerse objetor como nuestro buen amigo Modales, hay que crear sistemas de inmunidad si no nos queremos ver abandonando la humanidad para convertirnos en cibermecanismos eskinerianos y pasivos oficiantes telemáticos.