El libro es de 1981 y puede que sus tesis estén sobrepasadas 40 años más tarde. Me sirve porque el aspecto que me parece actual es el antimaterialismo. Damos por hecho la teoría evolutiva basada en Darwin, en el mutacionanismo y en el neodarwinismo tal como la explicamos en la asignatura de filosofía. Pero que la naturaleza viva que en primavera despliega todo su esplendor sea producto de mutaciones al azar me resulta profundamente insatisfactorio intelectualmente hablando y un sinsentido completo.
Arthur Koestler, antes de suicidarse en 1983, dejó en Jano un intento serio de alternativa al holocausto atómico y al materialismo de nuestra época.
La emprende con el conductismo de Skinner y con el darwinismo. Me centraré en su crítica a esta última teoría en el capítulo La evolución creadora.
…..”todo parecía tan sencillo. La Naturaleza compensaba a los más aptos con la zanahoria de la supervivencia y castigaba a los no aptos con el garrotazo de la extinción. Los problemas comenzaron cuando llegó la hora de definir la “aptitud”. ¿Son los pigmeos más aptos que los gigantes, las morenas que las rubias, los zurdos que los de lateralidad ordinaria?
La primera respuesta que se viene a a las mientes es que los más aptos son los que sobreviven más tiempo. Sin embargo, cuando lo que estamos considerando es la evolución de la especie, la duración de la vida de los individuos no hace al caso, puede ser un día, como en algunas especies de insectos o un siglo si se trata de tortugas, lo que importa es cuánta descendencia engendran a lo largo de su vida. Así, pues, la selección natural vela sobre la supervivencia de los más aptos, y los más aptos son aquellos que ostentan una tasa más elevada de reproducción; nos encontramos, pues, ante un círculo vicioso, derivado de la petición de principios que supone averiguar lo que hace evolucionar a la evolución.”
Hubo evolucionistas que se dieron cuenta del fallo, Mayr, Simpson, Waddington, Haldane…pero no tenían nada mejor que ofrecer.
Así formula Waddington sus dudas en un libro de 1957:
“Supervivencia no significa la capacidad de aguante de un solo Matusalén que sobrevive a cualquier circunstancia. Supone, en su actual interpretación, la perpetuación en tanto que fuente de futuras generaciones. El individuo que mejor sobrevive es aquel que deja más vástagos. Insistamos una vez más en que el animal más apto no es el más fuerte o el más sano, ni el que ganaría un concurso de belleza. Con esa expresión no pretendemos aludir, básicamente, más que a la capacidad de dejar una prole más numerosa. En abstracto, el principio de selección natural equivale de hecho a afirmar que los individuos que engendran más prole son los que engendran más prole. Nos hallamos pues ante una tautología.”
Von Bertalanfy, el de la teoría de sistemas, comentó al respecto de manera gráfica:
“Cuesta trabajo comprender por qué la evolución fue más allá del conejo, el arenque o incluso la bacteria, que no tienen rival en sus capacidades reproductoras.”
Y añade Koestler:
“Despejemos equívocos: ningún crítico de la teoría negará que los malogros biológicos, incapaces de hacer frente a las exigencias de la vida, quedarán eliminados en el transcurso de la evolución. Pero la eliminación de las deformidades no explica la evolución de las formas superiores. La acción del herbicida es beneficiosa, pero no elucida la aparición de nuevas especies vegetales.
Es una falacia harto frecuente entre los evolucionistas confundir el proceso de eliminación de los no aptos con el proceso de evolución hacia un ideal indefinible de la aptitud”.
Y aunque los paladines de la teoría sintética nos hablan hoy de “reproducción diferencial” en vez de supervivencia de los más aptos, las cosas siguen igual de oscuras.
Von Bertalanfy remacha:
“no hay el menor rastro de evidencia científica de que la evolución, en el sentido de una progresión en la complejidad de los organismos tenga que ver con una mejor adaptación o con la producción de una prole más amplia. La adaptación es posible a cualquier nivel…Una ameba, un gusano, insecto o mamífero no placentario, están tan bien adaptados como los placentarios, de lo contrario, hace mucho que se habrían extinguido”.
La cuestión es que existen mil maneras de adaptarse a uno y mismo entorno y algunas son bien complicadas. El mismo Bertalanfy señala:
“Me sigue costando entender porqué supone un progreso de la selección natural el que las anguilas de Comacchio tengan que atravesar a su cuenta y riesgo, todo el Mar de los Sargazos, o por qué el Ascaris tiene que recorrer todo el cuerpo de su anfitrión, en lugar de aposentarse cómodamente en el intestino al que pertenece, o cual es el valor de cara a la supervivencia del múltiple estómago de la vaca, cuando el caballo ,igualmente herbívoro y de tamaño comparable, se las arregla perfectamente con su estómago único.”
Anguila viajera trasatlántica
Para el neodarwinismo los cambios químicos en los genes que dan lugar a mutaciones son fortuitos y se deben a radiaciones, productos químicos….Son azarosos porque nada tienen que ver con el normal funcionamiento de un organismo. Por lo que la mayoría de las mutaciones son perjudiciales, pero cuando el azar acierta, entonces el acierto es preservado ya que confiere ventaja y con el tiempo algo nuevo saldrá a la superficie.
Jacques Monod, premio Nobel de 1965 estaba convencido de que vivimos en una lotería gigantesca y de que “el ciego azar es la fuente de toda innovación, de toda creación en la biosfera” (libro de 1971).
Ponía el ejemplo de la ruleta de Montecarlo, estamos aquí porque hemos tenido suerte en la ruleta. Pero Koestler contraataca, para que ocurra un suceso evolutivo a través de mutaciones fortuitas no valdría que saliera un número determinado en una mesa, sino la misma serie de números en todas las mesas.
“El panda gigante presenta en sus extremidades delanteras un sexto dedo adicional. Podría tratarse de un caso típico de deformación causada por una mutación fortuita y perniciosa. Pero como son las cosas resulta útil para el panda a la hora de manipular las cañas tiernas de bambú, pero sería un estorbo si el panda no estuviera equipado de los necesarios músculos, nervios y riego sanguíneo. Las probabilidades de que, entre todas las posibles mutaciones genéticas, ocurrieran precisamente todas las que produjeron nervios, huesos, músculos, arterias de modo independiente eran infinitamente pequeñas”
El sexto dedo del Panda
Por no hablar de la complejidad del ojo de los vertebrados, la probabilidad de que retina, conos y bastones, cristalino, iris, pupila…sean producto fortuito es ínfima.
Lo mismo de inquietante es pensar en la evolución de las aves a partir de reptiles mediante cambios graduales originados por mutaciones al azar.
“Se nos pone la carne de gallina solo de pensar en el número de ruletas de Monod que han de permanecer girando simultáneamente para producir la transformación de las escamas en plumas, de los huesos compactos en tubos huecos, el desarrollo de músculos y huesos de los hombros…etc Más los cambios en aparatos internos como el órgano de excreción. Las aves ahorran hasta el último céntimo. En lugar de diluir sus desperdicios nitrogenados en agua que supone un pesado lastre, los expelen desde el riñón en estado semisólido a través de la cloaca.”
Por no hablar del paso del huevo anfibio a huevo reptil que Koestler explica en las páginas 228-9 y que ahorro.
En realidad cada uno de los cambios en el huevo por si solo, por ejemplo, la cáscara sólida del huevo reptil sería mortal si a la vez el embrión no desarrollara una especie de abrelatas para romperla. Las mutaciones se dan en interdependencia dentro del organismo, que es un todo funcional y no un mosaico.
Pierre Grassé opina:
“¿Dónde está el jugador, por mucho que le devore su pasión, lo suficientemente loco para apostar en la ruleta de la evolución aleatoria? La creación de la Melancolía de Durero por granos de polvo arrastrados por el viento presenta mayores visos de probabilidad que la construcción de un ojo a partir de los accidentes que le pueden sobrevenir a la molécula de ADN, accidentes que no tienen la más mínima conexión con las futuras funciones del ojo”.
Melancolía de Durero
Melancolía de Durero
Además la evolución no se limita a nuevas formas, la evolución crea nuevas destrezas instintivas innatas y hereditarias. Y el neodarwinismo no cuenta con las herramientas teóricas para explicarlo. He aquí la descripción de la conducta compleja de una especie de avispa difícil de explicar a base de azar:
“Cuando está a punto de poner un huevo, la hembra de avispa excavadora, cava un agujero, mata o paraliza una oruga, y la arrastra hasta el agujero, donde la esconde tras depositar en ella un huevo. Hecho lo cual, abre otro agujero donde efectúa su puesta sobre una nueva oruga. Entre tanto, el primer huevo se ha incubado y la larva comienza a ingerir su reserva de alimento. La avispa madre dirige su atención de nuevo al primer agujero adonde traslada algunas larvas de mariposa más, luego repite la misma operación con el segundo agujero. Retorna al primer agujero por tercera vez para acarrear un cargamento final de 6 ó 7 orugas, después de lo cual tapa el agujero y lo abandona para siempre. De esta guisa trabaja por turnos en dos o incluso tres agujeros, cada uno de ellos en una fase diferente de desarrollo. Baerends investigó el medio de que se valía la avispa para acarrear la cantidad precisa de comida a cada agujero. Descubrió que la avispa visitaba todos los agujeros cada mañana antes de partir hacia sus territorios de caza. Cambiando el contenido de los agujeros y observando la conducta de la avispa averiguó que 1) desvalijando un agujero podía obligar a la avispa a que trajera más alimento del habitual; y 2) que, añadiendo orugas al contenido del agujero, podía conseguir que trajese menos alimento del habitual.”
Y con todas estas explicaciones de la increíble complejidad de las conductas animales ¿Cómo pudo una teoría tan vaga y que cae en petición de principio convertirse en dogma?:
“Ciencia y sociedad han quedado tan impregnadas de ideas mecanicistas, utilitaristas y por el concepto económico de libre competencia que en el puesto de Dios hemos entronizado la Selección como realidad última”.
Pero no hace falta recurrir a Dios para descubrir intenciones, patrones de conducta, medios y fines en la naturaleza.
La paleontografía atestigua que la evolución es un hecho, y que Darwin estaba en lo cierto al defenderla. En consecuencia es progresista e ilustrado apoyar el darwinismo. Los detalles quedan para los expertos. Ya en vida de Darwin un tal Fleeming Jenkin había demostrado por deducción lógica que ninguna nueva especie podría surgir por mutaciones fortuitas aplicando la teoría de la herencia cómo se entendía en la época. El nuevo carácter se iría diluyendo con el curso de las generaciones antes de que la selección natural tuviera oportunidad de contribuir a su propagación.
En 1900 Mendel con sus experiencias de guisantes insufló nueva vida al darwinismo, pues las “unidades de herencia” o genes que determinan el color y tamaño no se diluyen, sino que como teselas de mármol son consistentes y estables y se combinan para dar toda una serie de diseños sin perder su identidad, se transmiten inalteradas a las generaciones siguientes.
El caso es que hubo quien se dio cuenta de que las variaciones señaladas por Mendel en sus guisantes no tienen que ver con la evolución.
“Las observaciones de Mendel hacían referencia a rasgos aislados, tales como la presencia de semillas amarillas o verdes, de flores purpúreas o verdes…las cuales dependían de un solo gen y eran triviales en el sentido de que carecían de cualquier significación evolutiva. De modo análogo, todas las mutaciones constatadas o provocadas con la Drosophila o mosca de la fruta o bien fueron negativas o bien triviales, variaciones en la distribución del vello por el cuerpo de la mosca, color de ojos…Tales caracteres aislados, que no interfieren ni interactúan con el funcionamiento del organismo en su conjunto, soportan sin problemas la comparación con la rueda de la ruleta. De hecho, ni una sola de las mutaciones observadas en millones de Drosophilae ha originado una descendencia que exhibiese el menor avance evolutivo”.
Drosophila, la mosca que nos hizo soñar con la evolución ante nuestros ojos
El descubrimiento del ADN de doble hélice, década de 1950, vendría a generar nuevas dudas en el modelo mecanicista y atomista. Los caracteres del animal vienen determinados por el conjunto del mensaje heredado.
“Es fácil incurrir en el hábito mental de considerar que un organismo posee un determinado número de características, siendo controlado cada uno de tales caracteres por un solo gen. Esto es completamente incorrecto. Los datos experimentales señalan sin lugar a dudas que los genes nunca operan de forma enteramente autónoma. Los organismos no son centones en los que cada retazo esté controlado por un gen. Son todos integrados, cuyo desarrollo se halla controlado por el conjunto de los genes en una acción cooperativa”.
A las alturas que estamos debería ser evidente que los controles genéticos de las células del embrión en desarrollo operan como una microjerarquía autorregulada y equipada de dispositivos de retroalimentación a partir de la jerarquía de entornos que circunda a todas y cada una de las células.
El concepto de jerarquía genética significa que los controles selectivos y reguladores del organismo operan a varios niveles.
“Los inferiores se encargan de eliminar las variantes perjudiciales del material genético; los niveles superiores coordinan los efectos de los cambios admisibles. La incógnita reside en la forma de operar de los niveles superiores, en la coordinación de los cambios que permiten transformar el huevo anfibio en huevo reptil y al reptil en ave”.
“Todo cambio en los cromosomas ha de superar las pruebas que la selección interna impone en cuanto a aptitud física, química y biológica, antes de echarse a rodar por el mundo como una innovación evolutiva. El concepto de microjerarquía genética marca estrechos límites al alcance e impacto evolutivos de las mutaciones aleatorias y reduce al mínimo la importancia del factor azar”.
En suma, hay orden y concierto interno al embrión.
“El mono sentado ante la máquina de escribir del símil tradicional trabaja, en realidad, con un mecanismo sumamente complejo, cuyos fabricantes lo han programado para imprimir tan solo aquellas palabras que transmitan un significado y para borrar en forma automática las sílabas sin sentido”.
Aunque sigamos sin tener la respuesta a la pregunta fundamental de quién o qué ha programado.
Pero las maravillas de la biología solo acaban de comenzar. La embriología experimental ha puesto de manifiesto los notables poderes de regeneración y de curación por sus propios medios en el complejo genético. Si en las etapas iniciales del desarrollo del embrión de tritón transplantamos al emplazamiento de una futura pata el tejido que normalmente originaría la cola, ¡dicho tejido no dará una cola sino una pata! Y si es asombroso en el nivel ontogenia fenómenos similares se han observado en la filogenia con la siempre a mano mosca de la fruta:
“La mosca de la fruta posee un gen mutante de carácter recesivo, es decir, que cuando se empareja con un gen normal no produce ningún efecto observable…Pero si dos de estos genes mutantes se emparejan en el óvulo fecundado, el resultado será una mosca sin ojos. Si hacemos que una estirpe pura de moscas sin ojos se reproduzca por endogamia, todo el linaje pasará a tener únicamente el gen mutante “carencia de ojos”…Sin embargo, al cabo de algunas generaciones surgen moscas en el linaje endogámico sin ojos ¡dotadas de ojos perfectamente normales. La explicación tradicional es que los demás miembros del complejo genético han sido barajados de nuevo y vueltos a combinar de tal modo que hacen las veces de gen normal engendrador de ojo que falta”.
Ni la pura casualidad ni la selección natural explican nada aquí. La nueva combinación de genes tiene que haber sido coordinada con arreglo a un plan global capaz de gobernar la acción del complejo genético en su totalidad.
El libro desvela otras maravillas de la biología que sería prolijo trasladar aquí. Por tanto, lo dejo como conclusión provisional :
“el problema central de la teoría evolutiva es el cómo se lleva a cabo tan crucial actividad de coordinación. Es el gran interrogante. La metáfora pasa del croupier que preside una mesa de ruleta al director que lleva la batuta de una orquesta”.
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