Zubiri siempre pensó que una teoría de la realidad y una teoría de la intelección no
eran sino perspectivas diferentes y necesarias del problema metafísico nuclear:
la realidad como fundamento de todo. Encontró profundamente erróneo el
principio fundamental de la filosofía moderna, esto es, que no es
posible dar cuenta de lo real sin antes justificar la posibilidad del
conocimiento, pero tampoco aceptó el llamado realismo ingenuo, que concede prioridad
a la realidad sobre el saber. Idealismo y realismo ingenuo habían sido los dos
errores entre los que había oscilado la historia de la filosofía. Zubiri
pretendió corregirlos abriendo una nueva vía cimentada en un principio básico:
no hay prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre
el saber. “El saber y la realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente
congéneres” (IRE. 10). La relación entre realidad e inteligencia es
constitutiva porque no hay realidad independiente de la
intelección humana (realidad como formalidad, en el sentido que expuse aquí), ni el hombre puede constituirse como tal aislado de la
realidad: lo exterior al sujeto no es un “añadido” suyo, sino que es
constitutivo de su estructura ontológica.
Zubiri afirmó la conveniencia de
comenzar por una conceptuación de la realidad. Atendamos a la cronología de la
obra de Zubiri: éste arrancó la etapa madura de su pensamiento con la teoría de
la realidad y la finalizó con la teoría de la inteligencia, pero, siendo
estricta y rigurosamente congéneres las dos, y siendo imposible una prioridad
intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre el saber,
siempre tuvo presentes las dos -aunque se ocupara prioritariamente de una o de
otra- y fue desarrollando en paralelo su teoría de la realidad y su teoría de
la inteligencia. Si no se entiende la una sin la otra es porque la una está en
la otra, porque la una siempre remite a la otra. Su trilogía sobre la
inteligencia aclara y desarrolla muchos aspectos de su teoría de la realidad, y
Sobre la esencia contiene ya lo fundamental de su teoría de la
inteligencia. Me ocuparé aquí de la teoría de realidad tal como la elaboró Zubiri en Sobre la
esencia.
Aunque el
análisis de la realidad que encontramos en Sobre la esencia se centra en
su estructura y “contenido”, también podemos encontrar -aunque deje su
exposición detallada hasta Inteligencia sentiente- nociones de realidad
más atentas a su momento de “formalidad”, esto es, a cómo queda lo otro en
la impresión humana. En Sobre la esencia se afirma ya que “realidad” es
tan sólo el carácter formal de lo aprehendido (SE. 114); que inteligir es
aprehender algo como realidad, enfrentarse a las cosas como realidades (SE.
115); que la inteligencia del hombre es sentiente (SE. 369); que hay una
formalidad propia de aprehender las cosas y que esta formalidad es algo primariamente
sentido (como realidad el hombre, como estímulo el animal) (SE. 391); que el
tradicional dualismo “objetivo-extraobjetivo” debe ser sustituido por el
dualismo “estímulo-realidad” (SE. 393); que la formalidad viene determinada por
una “unidad perceptiva” (resultado de la estructura del sistema nervioso
humano) (SE. 394); que el hombre está abierto a las cosas por su sensibilidad y
accede primeramente a las cosas sintiéndolas (SE. 413); que inteligir y sentir
son esencialmente distintos pero constituyen una unidad metafísica estructural:
la inteligencia sentiente (SE. 414); que ésta tiene dos momentos: el de
cualidad sentida y el de su formalidad real, y que a la cosa que me es presente
sentientemente también le pertenecen esos dos momentos (SE. 415); que la
formalidad es “impresión de realidad” y que ésta es constitutivamente
trascendental, pues por la intelección sentiente el hombre está abierto a la
realidad de las cosas, allende las cosas específicamente determinadas, y
abierto, por tanto, no a las cosas limitadas, sino a cualquier cosa (SE. 416);
y que la “realidad” es lo primario de las cosas en y por sí mismas y que la
cosa real se nos hace presente “de suyo” (SE. 417). También se menciona un
concepto que cobrará gran importancia en la noología (teoría de la intelección) de Zubiri, el de
“actualidad”. Sostiene Zubiri que “lo único que la cosa adquiere por la
intelección es su mera actualidad en la inteligencia. Inteligir es un mero
actualizar la cosa” (SE. 113).
La estructura de
la realidad.
Como se ha visto, realidad es “formalidad
de alteridad”, es decir, cómo quedan las cosas (lo otro que el aprehensor) en la
percepción. En el hombre las cosas quedan como realidad y en el resto de
animales quedan como estímulo. Por tanto la distinción que opera en la
metafísica zubiriana es realidad/estímulo, y no realidad/irrealidad. Hasta que
lo existente no se actualiza como realidad en la intelección sentiente no es
realidad estricta y formal. Aquí radica la congenereidad de realidad e
inteligencia. Formal y estrictamente sólo hay realidad en la intelección,
aunque la propia estructura de la aprehensión exige ser afectada por algo que
ya está ahí: lo real “de suyo” o “en propio” que se actualiza en la intelección
sentiente en formalidad de realidad. No es que la cosas reales queden
constituidas en el acto de inteligir, sino que sólo en el acto de inteligir se
muestran como realidad. Algo real no es algo que esté allende lo sentido, sino
que realidad es aquello que adquiere formalidad de realidad en la percepción
humana. Sucede que esa realidad “en” (y no “por”) la percepción se funda en un
“prius”, en una realidad anterior a la percepción misma (anterioridad puramente
formal, no temporal). La estructura de esta realidad es la que analiza Zubiri
en su etapa “metafísica”, cuyo primer título es Sobre la esencia.
Todo lo real está constituido por
ciertas notas. “Nota” es lo que designa unitariamente dos momentos de la cosa:
el de la pertenencia de la nota a la cosa y el que nos notifica lo que es la
cosa según esa nota (Zubiri llama “cosa” a todo lo sentido e
inteligido, a todo lo actualizado en la aprehensión por las notas que posee. En
un sentido más amplio es mero sinónimo de “algo”). Así, el color es una nota de la cosa (el rojo de una manzana), una
propiedad suya que al mismo tiempo nos notifica que según esa nota la cosa es
de un color determinado (es roja y no verde). Notas son, pues, no sólo las
propiedades de las cosas, sino todos los momentos que posee: las partes
constitutivas, composición, cualidades, facultades, etc., es decir, todo
aquello que pertenece a la cosa o forma parte de ella como algo “de suyo”, como
las células de un organismo, la respiración de un animal o la psique humana.
Para Zubiri, realidad es “todo y sólo aquello que actúa sobre las
demás cosas o sobre sí misma en virtud, formalmente, de las notas que posee”
(SE. 104). Así, la mesa no es de suyo mesa; es mesa tan solo en cuanto
forma parte de la vida humana. Es lo que Zubiri llama “cosa-sentido”. La mesa actúa sobre las demás cosas porque es pesada, maciza, coloreada, etc.; es decir, en tanto que cosa-realidad. Mesa es solamente
cosa-sentido, que es siempre y sólo una cosa-realidad que tiene capacidad para
ser cosa-sentido. Aunque los efectos de la mesa real (cosa-realidad) son
reales, la mesa, en tanto que “mesa” (cosa-sentido) no es real porque “mesa” no
es un carácter que le compete “de suyo”, no depende de ella ser una superficie
sobre la que colocar objetos, por ejemplo (aquí resulta indiferente que la mesa
sea una construcción del hombre para colocar sobre ella objetos; podríamos
decir lo mismo de un bloque de piedra que nos pudiera servir de mesa: sería una
mesa posible por sus potencialidad como cosa-realidad). Lo que compete de suyo
a la mesa es tener una forma, un peso, una solidez, etc., en definitiva, poseer
unas notas con las que se actualiza en la percepción humana. La capacidad de
una cosa-real para ser cosa-sentido es una posibilidad de
la vida humana; posibilidad que no tendría, ciertamente, si no tuvieran
determinadas notas reales. Distingue
Zubiri entre potencialidad y posibilidad. Esta última es propia de la actividad
humana, el “para qué” de la cosa real. La posibilidad pertenece al orden
operativo, mientras la potencialidad pertenece al orden constitutivo: es la
capacidad de las notas, por su dinamismo intrínseco, de dar de sí otras
realidades. Las posibilidades siempre dependen de (se fundan en) las potencialidades,
como la cosa-sentido de la cosa-realidad “Posibilidad y nota real son
dos dimensiones completamente distintas de la cosa. Y no sólo son distintas
sino que la segunda es anterior a la primera con una (…) anterioridad por
el modo primario y primero como la cosa es percibida” (SE 105). Esta “anterioridad” no es anterioridad
cronológica, sino estructural, esto es, lo posterior está fundado por lo
anterior: la cosa sentido está fundada en la cosa real. “Cosa-sentido es
siempre y sólo una cosa realidad que tiene capacidad para ser cosa-sentido. El
agua no tiene capacidad para ser mesa” (SE 19).
La distinción zubiriana entre cosa-realidad y cosa-sentido y el
carácter fundante de la primera es análoga a la distinción entre realidad y
ser. Zubiri se aleja de Heidegger al definir al “ser” como la actualidad de lo
real en el mundo, lo que presupone la anterioridad de la realidad sobre el ser.
Si consideramos las notas que constituyen una cosa, que la hacen ser la
realidad que es -la realidad argéntea de la plata, por ejemplo- estas notas,
dice Zubiri, no son el ser de la cosa; el ser de la cosa es el decir la cosa,
“con estas mis notas, con todas estas mis propiedades reales yo soy realmente
así en el mundo”. El ser es el “así en el mundo”. Y esta presencia, la actualización
de la cosa, no es lo primario; lo primario –según Zubiri- es ser real, el
poseer la cosa unas notas que le pertenecen “de suyo”. El ser, para Heidegger
-superando concepciones idealistas- no es un producto del hombre; el ser se da,
se desvela, no se produce; sin embargo se da en la comprensión, como
cosa-sentido (en el Da-sein, el ahí-del-ser, el lugar
donde éste se desvela). El Dasein está abierto al mundo, lo que implica que no puede
concebirse sino en relación esencial con el mundo (ser-en-el-mundo), que es el
peculiar modo de comportare el Dasein respecto a los entes con los que se
encuentra y por el cual las cosas se convierten en utensilios, en algo-para, en
cosa-sentido. Zubiri radicaliza esa concepción, afirmando que la aprehensión
primordial de realidad, la aprehensión de la cosa como cosa-realidad, es
anterior a su comprensión, anterior a que adquiera sentido para la vida del
hombre. El hombre no es primariamente un ente que comprender el ser de las cosas, o, como dice Heidegger, el “pastor del ser”, sino un animal de realidades.
Una caverna posee unas notas físicas que la hacen tener ciertas características
físicas, que son las que hacen posible que adquiera el sentido de “morada” (la
cosa-realidad caverna es anterior y condición de posibilidad de la
cosa-sentido, de la caverna-morada). Pues bien, sostiene Zubiri, sólo las cosas
reales pueden tener y tiene esencia. De las cosas-sentido, dice Zubiri, hay
concepto, pero no esencia (SE. 107). La esencia, pues, es física y no
conceptual.
La distinción entre
“cosa-sentido” y “cosa-realidad” nos ayudaa comprender mejor lo que entiende
Zubiri por esencia de una cosa. La esencia, explica Zubiri (SE. 109-111), puede
ser esencia “de” algo o esencia “para” algo. Una misma cosa puede tener
distintos “para”. Por ejemplo: un trozo de plata puede funcionar como espejo o
como pisapapeles; para lo primero le serán esenciales unas notas (superficie
lisa y pulida) que serán inesenciales para lo segundo (para lo cual le serán
esenciales las notas de tener determinado peso y tamaño). Según “para” lo que
utilicemos la cosa, según el sentido que le demos, le será esencial tener unas
notas u otras, lo que quiere decir que estas notas son relativas (por ello la
cosa-sentido se funda en la cosa-realidad). Un sistema de notas solo es
esencial en sentido estricto cuando es necesario para que la cosa sea real
(para que sea, por ejemplo, realidad argéntea), no para actuar de determinada
forma (como espejo o pisapapeles). En ese caso, dice Zubiri, el “de” coincide
con el “para”, y decimos que la esencia de la plata “es la estructura argéntea
misma”. Por eso la esencia de una cosa es lo que la cosa es en verdad, su
verdadera realidad, realidad física y no concepto. Como decía en el párrafo
anterior, para Zubiri sólo la “cosa-realidad” tiene esencia (en sentido estricto),
y esto es así porque la realidad propia de la cosa no depende del “para”, sino
de aquello que la hace real.
¿Cuáles son las notas esenciales
que hacen que una cosa sea lo que es? Es evidente que no todas las notas de una
cosa son esenciales (a la plata, para ser plata, no le es esencial tener un
tamaño y peso determinados; esto le es esencial para actuar, por ejemplo, como
pisapapeles). Las notas de un sistema pueden ser de distinto carácter: las de
tipo adventicio, que son extrínsecas al sistema, es decir, presuponen al
sistema ya constituido (el color moreno tras tomar el sol de una persona de
raza blanca), y las notas de tipo constitucional, que aun pudiendo tener origen
causal exterior, en sí y formalmente componen el sistema (el color moreno de
una persona de raza negra). Por estas notas, por las notas constitucionales, la
cosa es una. Al modo en que cada cosa es una Zubiri lo llama “constitución”,
que es la estructura primaria de la cosa, de manera que en virtud de esa
constitucionalidad el sistema de notas posee suficiencia constitucional. El
concepto filosófico de “constitución” nombra el “modo intrínseco y propio de
ser física e irreductiblemente `uno`” (SE. 140).
Pero el sistema constitucional no
es aun la esencia de una cosa. El sistema con suficiencia constitucional es una
“sustantividad”, que es “unidad primaria”, es decir, una vez establecida esa
unidad cada nota lo es sólo en función de las demás, de manera que sólo en esa
unidad es cada nota lo que es en la cosa real, en la sustantividad: “la unidad
domina, es un prius respecto de la posesión de cada nota aisladamente
considerada (…) una vez constituida esta unidad primaria, los elementos
constituyentes no guardan formalmente su individual unidad dentro de aquella.
En un organismo pluricelular cada célula es algo distinto de lo que pudiera ser
un viviente unicelular” (SE. 143,144). Sustantividad es el conjunto unitario,
cíclico y clausurado de las notas que constituyen una cosa. El cierre lo
conforma cada nota siendo nota-de todas las demás, cierre que cobra la figura
de círculo para expresar que cada nota actúa en conjunto sobre cada una de las
restantes y sobre el conjunto de ellas. Es lo que Zubiri llama clausura cíclica
del sistema (SE. 146), que otorga suficiencia constitucional a la cosa. La sustitución de la idea de “sustancia” por
la de “sustantividad” y la concepción de ésta como conjunto estructurado y
sistemático de notas es clave en la metafísica de Zubiri. Pretendiendo elaborar
una teoría de la realidad que no identifique realidad y sustancia, utiliza
Zubiri el término “sustantividad”, que es “la estructura radical de toda
realidad [que] expresa la plenitud de la autonomía entitativa. La prioridad del
rango en orden a la realidad en cuanto tal, no está en la sustancialidad sino en
la sustantividad” (SE. 87). Zubiri introduce por primera vez este concepto en
el curso “Cuerpo y alma”, impartido entre octubre de 1950 y junio de 1951,
restringiéndolo a los seres vivos con cierta independencia y control sobre el
medio. En 1952, en el curo “Filosofía primera”, Zubiri afirma que además de los
seres vivos también son sustantividades los cuerpo físicos, definiendo la
sustantividad como aquello en virtud de lo cual cada cosa tiene una
consistencia y unidad internas. (COROMINAS Joan y VICENS, Joan Albert. Xavier
Zubiri. La soledad sonora. Taurus, 2006, pp. 560 y 572).
Las notas constitucionales de una
sustantividad pueden estar fundadas en otras o no estarlo.
Entre las notas constitucionales hay algunas que están fundadas en otras, pero las hay también que no están fundadas
en otras sino que por ser infundadas no reposan en otras. Por ello estas notas,
más que constitucionales son constitutivas. Por ejemplo, un albino tiene como
notas constitucionales la ausencia de pigmentación en pelo, piel y ojos, pero
éstas no son notas constitutivas porque se hallan fundadas en las notas del
genotipo, en los genes. Zubiri advierte que estas notas serán constitutivas a menos
que a su vez estén fundadas en otras. Establecer si hay otras notas que fundan las
notas del genotipo es un problema que atañe a la ciencia.
La sustantividad, hemos dicho, es
el sistema con suficiencia constitucional. Pues bien, este sistema tiene un
subsistema, formado por las notas constitutivas, que es la esencia del sistema.
Un subsistema, según Zubiri no
es un sistema (una sustantividad) en sentido estricto; no posee suficiencia
constitucional, pero sí posee “cierto carácter de sistema dentro del sistema
total”. “Sub” significa “dentro de”, lo que expresa que el subsistema no es
algo oculto tras el sistema, sino un momento formal del sistema. Las notas
esenciales forman un subsistema dentro del sistema que es la sustantividad (SE.
192). La esencia es el “conjunto
unitario de notas que necesariamente posee la cosa real (…) es una unidad
primaria (…) el principio de sus demás notas, las del sistema, las de la
sustantividad” (SE. 98). La esencia es, por tanto, el principio estructural de
la sustantividad, el conjunto de notas sobre el que (y al que) se añaden otras
notas para formar una sustantividad: el sistema de notas necesarias y
suficientes para que una realidad sustantiva tenga sus demás notas
constitucionales y incluso las adventicias. Sobre la esencia, pues, como
principio estructural, se construye la cosa real. Es el sistema entero el único que posee realidad, pero constituyéndose sobre las notas esenciales. Como tal principio estructurante, la esencia
es esencia “constitutiva”, pero la esencia tiene a sus vez una función
especificante por la que es esencia “quidditativa” (SE 233): por compartir la esencia genética es por lo que decimos que dos individuos son de
la misma especie, por lo que decimos que la nueva realidad pertenece al phylum,
y recíprocamente que el phylum es lo que ha permitido que la esencia,
que no era más que constitutiva, se haya convertido en una esencia específica quidditativa. Respecto a la
evolución de la materia y los organismos, la importancia de la esencia radica
en que si se alteran las notas esenciales ya no se tiene la misma sustantividad
pero modificada, sino otra realidad, otra cosa. Si se destruye la esencia se destruye
la misma realidad sustantiva (SE 249).
Pero la realidad no es la esencia
y lo demás de la esencia (las notas inesenciales) una apariencia de realidad,
como se ha considerado tradicionalmente. No hay una esencia escondida tras la
cosa real, sino que la cosa real es realidad esenciada, esto es, una
sustantividad construida a partir de una esencia. Es la sustantividad, la cosa
constituida en su unidad, lo que aparece primariamente, lo que se actualiza en
la impresión, y no un sustrato sustancial al que se le añaden accidentes. Por
eso la realidad recae sobre la sustantividad. La idea es clara: Zubiri no
acepta que haya algo más real que la totalidad de la cosa, algo así como una
sustancia más real que haga ser a una cosa precisamente esa cosa. La sustantividad
nos dice que las cosas son tales por la estructura del todo, en vez de la
realidad mayor de una de ellas. Con la idea de sustantividad Zubiri trata de
abordar filosóficamente la realidad, de acercarse a las cosas atendiendo a su
realidad y no buscando una sustancialidad que sea la verdadera realidad
despojada de sus apariencias. El concepto de sustancia, cree Zubri, ha impedido ver la
realidad como lo que es: estructura dinámica.
Las cosas reales, como ya he
dicho, poseen multitud de notas que forman una unidad intrínseca, esto es, una
unidad no basada en la mera adición de notas, sino una unidad sistemática. Una
nota es siempre una nota en un sistema dado. Un sistema posee propiedades
aditivas, que resultan de la suma de los elementos que componen la estructura,
y propiedades sistemáticas, que no pueden ser reducidas a la suma o combinación
de las notas de la estructura. Con respecto a las aditivas, las sistemáticas
suponen una novedad radical, lo que tiene como consecuencia -y esto es
esencial- la irreductibilidad de las propiedades sistemáticas a las propiedades
de sus componentes. Si estas notas se separaran, si perdieran su conexión, como
ocurre a veces, el sistema desaparecería por desintegración.
“Un sistema posee varios
caracteres fundamentales. Ante todo la interna concatenación e interdependencia
de todas sus notas” (SE 144). Para explicar esta unidad estructural de las
notas en el sistema Zubiri convierte la “nota” en “nota-de”, pues la nota lo es
sólo estando articulada con las demás. Esa articulación es lo que expresa el
“de”: la unidad de las notas, el hecho físico, real, de que la nota de una cosa
sea en la cosa nota de todas las demás, la primacía del todo unitario sobre los
elementos que lo integran. La importancia del “de” reside en que es en él y no
en la nota, en lo que consiste el sistema. Y el “de” no expresa una relación
entre cosas reales, sino que es un momento intrínseco de la realidad. La
realidad última y primaria de una cosa es ser un sistema de notas. Para ser
realmente sistemático el conjunto de notas de una sustantividad debe ser
clausurado (que las notas formen algo completo) y cíclico (que cada nota esté
condicionada por todas y condicione a las demás). No hay, pues, ningún sujeto
distinto u oculto detrás del sistema. No hay más que el sistema mismo, al que
Zubiri llama “la unidad constructo de notas”. Este sistema constructo se
manifiesta, se patentiza como estructura. Si bien es cierto que las notas
tienen un contenido propio, ninguna nota tiene realidad por sí misma, sino como
nota-de una unidad; sólo la sustantividad, el constructo entero tiene realidad
propia (SE. 475). El “de suyo” que se actualiza en la intelección es
estructura, no sustancia, ni esencia, ni sujeto.
Las notas, pues, no forman meros
sistemas de relaciones sino estructuras. Para subraya el aspecto no meramente
relacional de las notas dentro del sistema y de las sustantividades entre sí,
acuña Zubiri el término “respectividad”. Las notas no están en relación unas
con otras dentro de un sistema, sino que las notas son constitutiva y
estructuralmente respectivas. Respectividad que no es conceptual, sino física
(SE. 289), e insistirá Zubiri en muchos de sus cursos y publicaciones en que
toda la realidad es respectiva en cuanto realidad, es decir, que la
respectividad no es una relación entre cosas reales, sino un carácter
metafísico de la realidad, un momento determinante de la constitución misma de
cada relato: la respectividad se identifica con la cosa, no es nada distinto de
ella. La respectividad afecta a la constitución de cada cosa; cosa que no
empieza siendo ella misma lo que es para luego ponerse en relación con otras
cosas, sino que ocurre justamente al revés: lo que cada cosa es, es
constitutivamente función de las demás (SE. 427). La respectividad no es nada distinto
de la cosa misma, es decir, una relación entre cosas, sino su interna, su
intrínseca constitución.
Dimensión “talitativa” y
dimensión “trascendental” de la realidad.
Hemos visto hasta ahora que todo
lo real está constituido por ciertas notas, que el sistema cuyas notas tienen
suficiencia constitucional (estructural) es lo que Zubiri llama sustantividad,
que sobre la esencia (subsistema de notas esenciales) se constituye la
sustantividad, y que todas estas notas son respectivas. Pues bien, todas las cosas
reales tienen otro momento que excede al contenido, que excede a sus notas, a
su ser determinado (lo que hace que algo sea, por ejemplo, plata, perro u
hombre); y es que son reales. Realidad no es una nota más de las cosas, sino un
carácter que trasciende a todas las cosas independientemente de las notas que
éstas tengan. Pero no es un algo que tenga existencia más allá de las notas,
sino una dimensión de la cosa real. Realidad es realidad de tal cosa. Sólo hay
la realidad de las cosas concretas. Es así que la trascendentalidad de toda
cosa es un momento “físico” de ella.
Los dos momentos de cada cosa real son, respectivamente,
su momento talitativo y su momento trascendental, que se dan de forma
simultánea y están articulados de tal manera que hay prioridad de lo
trascendental, ya que “realidad” es un carácter que trasciende al contenido
talitativo de lo real. Pero ocurre que al orden trascendental sólo se accede
desde el orden talitativo. Sólo la percepción de las notas específicas de las
cosas nos da acceso a su carácter inespecífico de realidad. Sólo percibiendo el
conjunto estructurado e integrado de notas que es la sustantividad (lo
específico) percibimos el carácter de realidad de esa misma sustantividad (lo
inespecífico). Es el contenido específico de las cosas reales lo que determina
su carácter trascendental.
De la talidad, asimismo, también
deben considerarse dos aspectos: “según aquello que ella es en sí misma, y
según lo que trascendentalmente determina. Y esto último es lo que
temáticamente llamo “función trascendental” (SE 425). Es decir, talidad no es
el simple contenido de las notas, sino que es este contenido en aprehensión,
teniendo una “formalidad”. Con la noción de formalidad, como ya sabemos, se
refiere Zubiri a cómo queda “lo otro” en la aprehensión. En el animal queda
como estímulo, en el ser humano como realidad: formalidad de estimulidad, que
hace a la cosa cosa-estímulo, o formalidad de realidad, que la hace cosa real.
Las notas, pues, hacen que la cosa sea “tal” realidad y no otra, pero además
hacen que posea una forma de realidad concreta con la que se implanten en el
contexto de las demás cosas, es decir, le determinan un “modo” de realidad, un
modo de ser real. Distingue Zubiri entre forma y modo de realidad. Forma
de realidad es el sistema de notas que constituye la unidad de una cosa. Es
esta forma lo que percibimos, y no notas sueltas o en caótico conjunto. Por
otra parte cada forma de realidad tiene un modo de implantación diferente; es
el modo de realidad. El ser humano, por sus notas psíquicas y orgánicas, posee
una forma de realidad por la cual se implanta en el contexto de las demás cosas
de un modo determinado: inteligiendo sentientemente o sintiendo
inteligentemente, es decir, aprehendiendo las cosas como reales. El animal, en
cambio posee una forma de realidad por la cual se implante entre las cosas
sintiéndolas como estímulos. Las notas
del perro hacen al perro “tal” perro, pero además le determinan una vida
sentiente (y al hombre una vida inteligente y al vegetal una vida que consiste
en vegetar).
En la articulación entre el orden talitativo y el orden trascendental,
tal como la plantea Zubiri, se encuentra la frontera entre una filosofía de la
inteligencia y una filosofía de la realidad. En esa frontera se sitúa el ser
humano, la única sustantividad que por su estructura psico-física aprehende las
cosas en tanto que cosas reales. La
formalidad de realidad es inespecífica: aprehendemos que algo es real, es
decir, el nivel trascendental de la realidad. La aprehensión de los contenidos
de la cosa real siempre es específicamente determinada: aprehendemos “tal” cosa
real, esto es, la realidad en su nivel
talitativo.
En consecuencia, aprehender lo
real supone aprehender lo específico y lo inespecífico de la cosa, su contenido y su formalidad, que son dos dimensiones
de la cosa percibida. No hay sino una sola impresión: al sentir
intelectivamente cualquier cualidad estimulante, la inteligencia está abierta a
la cosa-realidad, a la cosa específicamente determinada -la impresión de, por
ejemplo, de ese rojo real- y a la
realidad allende toda especificidad (lo realidad inespecífica del rojo o del
verde), y por lo tanto, abierto a cualquier cosa
(SE. 416). Es por esto por lo que Zubiri dirá que el hombre es esencia abierta.
Pero como ya se ha dicho: a lo trascendental se accede siempre por lo
talitativo, sintiendo tales o cuales cosas; son las notas específicas de la
cosa las que no estimulan y nos abren al inespecífico carácter de realidad. No
hay realidad sin cosas reales.
Zubiri, X. Inteligencia
sentiente. Inteligencia y realidad. Sociedad de Estudio y Publicaciones. Alianza. Madrid. 1980
(IRE).
Zubiri, X. Sobre la esencia.
Sociedad de Estudios y Publicaciones. Madrid. 1962 (SE).
José Javier Villalba
Alameda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario