Ana Azanza
Frente a manipulaciones espirituales y fundamentalismos varios de los que lamentablemente algo sé me propongo dar voz en este post a dos personajes que desde una perspectiva religiosa uno y una respectiva puramente secular el otro, me parecen marcan un camino hacia una "sana espiritualidad" o como quiera llamársele.
Primero el artículo de un jesuita suizo Christian M. Rutishauser que trata del encuentro en la raíz de las distintas religiones, inconfundibles, pero si cada uno profundiza en lo suyo, el proceso con las demás religiones será un encuentro, puesto que espiritualidad es procedimiento de unidad y no de dispersión ni enfrentamiento.
Y luego la conferencia de Hamed Abdel Samad sobre la religión como asunto privado y sobre interesantísimas respuestas a los "fundis" que se basan nada menos que en los derechos humanos o en la constitución alemana para imponer sus puntos de vista, sus maneras de vestir o de proceder, particularmente a sus hijas. Hace falta ser valiente en lo concreto cuando por ejemplo hay quien se ha dedicado a recoger firmas para que en una piscina suiza para mujeres no haya socorristas hombres y mil pequeñeces del estilo que todavía no estamos viendo por aquí.
Abdel Samad se expresa en el marco de una institución católica de Nurenberg y no tiene reparo en defender que unas iglesias menos dependientes del dinero estatal serían mucho más espirituales. Lamentablemente los musulmanes alemanes quieren copiar y disfrutar los mismos privilegios que las iglesias católica y evangélica, y después de ellos cualquiera que funde secta o religión reclama su derecho a ser mantenido con los impuestos. Algo no funciona y es lo que es preciso tener el coraje de poner sobre el tapete.
https://youtu.be/9pI8Gg9dOGI
Y Hamed Abdel que fue criado en una familia muy religiosa del Cairo y luego se desentendió de la religión expone de una manera clara y contundente que antes que el derecho de las religiones a ser practicadas en la sociedad, está el derecho al libre desarrollo de la persona, también de las personas que tienen la desgracia de nacer en familias que imponen "pesadas cargas" particularmente sobre las hijas.
Son dos puntos de vista que me han resultado iluminadores sobre la espiritualidad. Una religión con menos pretensiones políticas y dinerarias, un estado que mire con lupa si no está financiando vía "sociedades sin ánimo de lucro" auténticos nidos de recluta fundamentalista sea cristiana o musulmana, son problemas que existen tanto en España como en Alemania y a los que no se presta suficiente atención.
Es llamativo que cuando Occidente se pierde por los vericuetos de su ocaso hoy denunciado y señalado por tantos filósofos, entre nosotros Luis Saéz ("El ocaso de Occidente"), en Francia por Onfray ("Decadencia") sean ex musulmanes como Abdel Samad quien recuerden los valores que en algo han puesto a Occidente por delante, y que hacen que en general y por si acaso la inmigración acude a Europa. No somos los europeos los que pretendemos vivir en país musulmán. Son asuntos que deberían hacer pensar, sin racismo ni exclusivismos. Sobre todo desde el momento en que Abdel Samad por expresar con libertad sus pensamientos sobre religión y particularmente sobre Islam se ha visto obligado a vivir con protección policial.
Frente a manipulaciones espirituales y fundamentalismos varios de los que lamentablemente algo sé me propongo dar voz en este post a dos personajes que desde una perspectiva religiosa uno y una respectiva puramente secular el otro, me parecen marcan un camino hacia una "sana espiritualidad" o como quiera llamársele.
Primero el artículo de un jesuita suizo Christian M. Rutishauser que trata del encuentro en la raíz de las distintas religiones, inconfundibles, pero si cada uno profundiza en lo suyo, el proceso con las demás religiones será un encuentro, puesto que espiritualidad es procedimiento de unidad y no de dispersión ni enfrentamiento.
Y luego la conferencia de Hamed Abdel Samad sobre la religión como asunto privado y sobre interesantísimas respuestas a los "fundis" que se basan nada menos que en los derechos humanos o en la constitución alemana para imponer sus puntos de vista, sus maneras de vestir o de proceder, particularmente a sus hijas. Hace falta ser valiente en lo concreto cuando por ejemplo hay quien se ha dedicado a recoger firmas para que en una piscina suiza para mujeres no haya socorristas hombres y mil pequeñeces del estilo que todavía no estamos viendo por aquí.
Abdel Samad se expresa en el marco de una institución católica de Nurenberg y no tiene reparo en defender que unas iglesias menos dependientes del dinero estatal serían mucho más espirituales. Lamentablemente los musulmanes alemanes quieren copiar y disfrutar los mismos privilegios que las iglesias católica y evangélica, y después de ellos cualquiera que funde secta o religión reclama su derecho a ser mantenido con los impuestos. Algo no funciona y es lo que es preciso tener el coraje de poner sobre el tapete.
https://youtu.be/9pI8Gg9dOGI
Y Hamed Abdel que fue criado en una familia muy religiosa del Cairo y luego se desentendió de la religión expone de una manera clara y contundente que antes que el derecho de las religiones a ser practicadas en la sociedad, está el derecho al libre desarrollo de la persona, también de las personas que tienen la desgracia de nacer en familias que imponen "pesadas cargas" particularmente sobre las hijas.
Son dos puntos de vista que me han resultado iluminadores sobre la espiritualidad. Una religión con menos pretensiones políticas y dinerarias, un estado que mire con lupa si no está financiando vía "sociedades sin ánimo de lucro" auténticos nidos de recluta fundamentalista sea cristiana o musulmana, son problemas que existen tanto en España como en Alemania y a los que no se presta suficiente atención.
Es llamativo que cuando Occidente se pierde por los vericuetos de su ocaso hoy denunciado y señalado por tantos filósofos, entre nosotros Luis Saéz ("El ocaso de Occidente"), en Francia por Onfray ("Decadencia") sean ex musulmanes como Abdel Samad quien recuerden los valores que en algo han puesto a Occidente por delante, y que hacen que en general y por si acaso la inmigración acude a Europa. No somos los europeos los que pretendemos vivir en país musulmán. Son asuntos que deberían hacer pensar, sin racismo ni exclusivismos. Sobre todo desde el momento en que Abdel Samad por expresar con libertad sus pensamientos sobre religión y particularmente sobre Islam se ha visto obligado a vivir con protección policial.
Religión y espiritualidad: el espíritu de Dios ya no se oye en el fragor de los muchos espíritus.
Christian M.
Rutishauser
Que espiritualidad
secular y la teología entren en diálogo, no en confrontación,
necesidad del momento
necesidad del momento
La relación entre las comunidades religiosas y un orden
secular de la sociedad sólo parece acordarse cuando se trata de una
espiritualidad profunda. ¿Qué significa entonces “espiritualidad”? La palabra
se repite con frecuencia en la iglesia y también en un contexto secular. Hans
Urs von Balthasar introdujo hace más de medio siglo la palabra “espiritualidad”
en el contexto de lengua alemana, desde entonces se ha convertido en un término
de moda. Desprendido de su contexto teológico hace tiempo que espiritualidad se
ha convertido en una palabra container
que reúne todo tipo de ambientes, comportamientos y valores.
El espíritu del corazón
Espiritualidad tiene que ver con el espíritu. Y espíritu no
se refiere a lo racional, a lo que tiene que ver con la capacidad de análisis y
crítica que explora el mundo, sino que el espíritu se abre a los demás y
también a lo divino. La búsqueda de espiritualidad en el mundo contemporáneo
expresa la búsqueda de un espíritu que no se queda pegado a lo rutinario y
superficial. Se busca un espíritu que une y que profundiza las relaciones, es
el espíritu del corazón que también se refiere a lo divino. Espiritualidad no
es por tanto lo contrario del pensamiento lógico, no es lo irracional. Es más bien su complemento. El
espíritu contrarresta la atrofia del entendimiento que se queda única y
exclusivamente en lo material, en lo técnico o en lo útil.
Frente a una sociedad más y más limitada al pensamiento
positivo y encerrada en las cosas, ha surgido gracias a la espiritualidad
secular un movimiento contrario en la que el individuo busca trascenderse a sí
mismo psicológica y espiritualmente. La espiritualidad de Ken Wilber por
ejemplo se basa en las ciencias naturales alternativas y en conceptos que
vienen de Asia, pero también diferentes doctrinas espirituales contemplativas
crecen y se integran en una sociedad dominada por la técnica y la economía. El Dalai
Lama ha impulsado con sus proyectos y publicaciones la espiritualidad en ese
sentido.
Para las religiones monoteístas Dios como Espiritualidad se
diferencia esencialmente del espíritu postulado por los humanos, pero no
rechaza el intento de comprensión antropológica de la espiritualidad. No se
trata solo del espíritu humano, sino del espíritu de Dios, del Espíritu Santo. Los
cristianos como los judíos y los musulmanes entienden que la espiritualidad es
primero algo teológico. Una vida espiritual es una vida que se abre
conscientemente al espíritu de Dios y que se deja formar por él en todos los
ámbitos.
Esta apertura consciente ocurre en la oración, en la
meditación y en la liturgia. Ignacio de Loyola explica al respeto que la
meditación sirve para preparar los efectos del espíritu. El espíritu de Dios no
puede ser exigido ni dirigido. Si el ser humano no está receptivo, Dios no
puede actuar. La sobreexcitación que invade nuestros sentidos, oscurece la
espiritualidad en la sociedad digital y global.
El espíritu de Dios no es audible en el ruido de los muchos
espíritus. Ya Jesús de Nazaret se lo dijo a los judíos de su tiempo con el
Escucha Israel, cuando leyó la
Tora y se las explicaba en parábolas les dijo. “quien tenga oídos para oír que oiga“. El judaísmo se entiende a sí mismo como
una comunidad que aprende y que oye, que se mantiene unida a través de la Torá recitada o escrita. El
cristianismo se une en torno a la
Biblia cuando tanto católicos como evangélicos la leen según
diferentes acentos. “La fe llega por
el oído“ escribe Pablo. La sura 96 del Corán empieza con «recita», repite
la palabra de Dios, la que habló al hombre.
Los salafistas instrumentalizan la tradición cuando traducen
«recita» por «lee» y se dedican a repartir ejemplares del Corán en las zonas
peatonales. Entendido de modo espiritual y tradicional el Corán y la Biblia como Palabra de Dios
que son no se pueden editar y repartir a la gente en edición de bolsillo. La
palabra divina es tan santa como la sagrada hostia en la misa para los
católicos, que es protegida y venerada por ritos sagrados, entre otros que el
recitador de la misma se limpia los dientes para transmitirla de forma pura.
Todo esto debería bastar para comprender que en las
religiones procedentes de Abraham la espiritualidad no sólo tiene que ver con
los sentimientos. Y tampoco
significa que el pueblo tenga que callarse. Más bien hay que decir que
la palabra, el idioma, la literatura tienen un papel central en ella. El
espíritu humano se alimenta del espíritu de Dios a través de las lecturas
espirituales y el estudio de la sagrada escritura. La espiritualidad profundiza
en cada tradición concreta y la lleva hacia si misma. Y dado que el
conocimiento busca la verdad, aquí estriba el puente con las ciencias humanas
que han surgido de la teología y filosofía cristianas. Qué fértil sería hoy una
lectura literaria e histórica de los libros pertenecientes a la revelación.
Así los puntos de vista seculares y teológicos pueden
dialogar. Es sin embargo penoso cuando la Biblia, el Corán y los dogmas se abordan solo
desde un pensamiento positivista y una racionalidad de todos los días sin
espiritualidad. El resultado es “el no encuentro” por usar una palabra de
Martin Buber. En este punto una sociedad secular determinada cada vez más por
la razón técnica- racional, se encuentra ante un deber.
La espiritualidad teológica y secular ya no se evitan una a
la otra sino que tienen que relacionarse entre sí desde su diferencia, es la
orden del día. Las tradiciones religiosas derivan en el fundamentalismo cuando
se quedan en el derecho, en el lenguaje coloquial, en imágenes y signos
rutinarios. El espíritu de Dios es objetivado en las cosas disponibles. Una fe
espiritual e ilustrada que se orienta según la mística de la propia tradición
no es fundamentalista. En la medida en que profundiza en el fundamento
espiritual de la propia verdad, va más allá y al mismo tiempo se abre a los
demás. Por eso la espiritualidad de la Biblia y del Corán buscan el diálogo con todos
los hombres de buena voluntad, seculares o creyentes. También la tradición
secular corre el riesgo de quedarse limitada a un fundamentalismo empirista y
basado en hechos. Su conducta aparentemente tolerante no es compatible con las
tradiciones religiosas. Si se niega la apertura a lo trascendente la fe es
percibida como algo irracional y asunto de superstición.
Fe en el mundo moderno
Por todo ello hay que saludar que en las universidades ya no
se construyan capillas sino lugares para la tranquilidad, abiertos a creyentes
de todas las tradiciones religiosas y también a estudiantes y profesores que no
se reclaman de ninguna fe en particular. Por ejemplo la primera se hizo en la
universidad de Lucerna en 2000 y la última en Luneburgo donde el arquitecto
Daniel Liebeskind acaba de instalar un espacio de la misma especie abierto a
todos. Escuchar con tranquilidad y reflexionar sobre la palabra debería de
conducirnos a la sabiduría y no sólo al saber.
Autolimitación y reflexión
Cuando hablamos de espiritualidad en la sociedad abierta no
se trata de una religiosidad transrreligiosa que proponga que todas las
religiones equivalen. Eso debería de
quedar claro. Aunque aparentemente esa espiritualidad sea tolerante, en
los hechos es totalitaria porque no acepta las diferencias de los otros, las
religiones conforman vidas y culturas muy diferentes. Esa religiosidad “trans”
no se toma en serio la variedad y pluralidad de religiones y culturas y
representa solo el lado espiritual de una globalización que anula las
diferencias. La espiritualidad transrreligiosa se corresponde con los
individuos contemporáneos centrados en sí mismos, que no sólo explotan los
bienes materiales en su propio provecho, hacen lo mismo con los bienes
religiosos.
Diferencia y crítica,
autolimitación y reflexión son señas de identidad de una correcta
espiritualidad, ya sea en el ámbito de la religión o en el de la ciencia. Sólo
cuando el Islam profundice espiritualmente en sí mismo, cuando los cristianos
sean seriamente cristianos, cuando los judíos vivan su tradición del modo más
creativo posible y las sociedades seculares sigan sus valores seculares, se
ayudarán entre todos en el juego por construir una sociedad verdaderamente
libre.
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