Escrito por Luis Roca Jusmet
Artículo escrito por Luis Roca Jusmet
Juntos. Rituales, placeres y política de
cooperación
Richard Sennett
( traducción de
Marco Aurelio Galmarini)
Barcelona :
Anagrama, 2012
Uno de los grandes ensayistas sobre la sociedad contemporánea es, sin duda, el sociólogo Richard Sennett. Nacido en Chicago el año 1943, forma parte de lo que podríamos llamar la sociología crítica. Me refiero a aquella que sin perder su base empírica se arriesga a definirse sobre los temas que aborda. Es, por otra parte, un pensador de izquierdas, aunque poco convencional, radical en la medida que buscar el fondo de las cuestiones y cuestiona los tópico, vengan de donde vengan. El declive del hombre público, escrita hace bastantes años, describió de manera muy precisa el proceso que en nombre de la defensa de lo privado estaban destruyendo el espacio público y empujando las relaciones sociales hacia una deriva narcisista. El tema lo redondeó Sennett con otros textos de la misma época como Vida urbana e identidad personal y Narcisismo y cultura moderna.
Uno de los grandes ensayistas sobre la sociedad contemporánea es, sin duda, el sociólogo Richard Sennett. Nacido en Chicago el año 1943, forma parte de lo que podríamos llamar la sociología crítica. Me refiero a aquella que sin perder su base empírica se arriesga a definirse sobre los temas que aborda. Es, por otra parte, un pensador de izquierdas, aunque poco convencional, radical en la medida que buscar el fondo de las cuestiones y cuestiona los tópico, vengan de donde vengan. El declive del hombre público, escrita hace bastantes años, describió de manera muy precisa el proceso que en nombre de la defensa de lo privado estaban destruyendo el espacio público y empujando las relaciones sociales hacia una deriva narcisista. El tema lo redondeó Sennett con otros textos de la misma época como Vida urbana e identidad personal y Narcisismo y cultura moderna.
Posteriormente desarrolló un
proyecto muy interesante sobre la cultura del hombre moderno en tres libros
titulados La corrosión del carácter, El respeto y La cultura del nuevo capitalismo. Nos presenta la transformación
interna que produce los nuevos métodos de gestión del capitalismo En el primero
nos muestra como la estructura del carácter (basado en la lealtad, el
compromiso, la solidez) se diluye unos supuestos valores (flexibilidad, fluidez,
novedad) que acaba produciendo angustia e inestabilidad interna en los
trabajadores. En El respeto Sennett
parte de recuerdos personales para profundizar lo que significa el respeto en
una sociedad basada en la desigualdad. Reflexiona sobre el tema del talento,
que continuará en los dos libros posteriores en una investigación
extraordinariamente fecunda. Y también sobre la incompatibilidad entre respeto
y dependencia. Finalmente La cultura del
nuevo capitalismo trabaja
reflexiones muy certeras sobre la burocracia y el capitalismo en relación con
el capitalismo.
Con El artesano inicia una nueva triada donde nos presenta un nuevo
proyecto en el que aborda la cultura
material y no el tema de los valores, las actitudes y las conductas, como había
hecho anteriormente. No deja de resultar curioso que el título del prólogo sea
“El hombre como creador de sí mismo”. Lo que plantea este libro es un elogio
del trabajo manual con un estatuto de dignidad propia, en una línea de progreso
orientada por la satisfacción del trabajo bien hecho. De esta forma
introducimos una forma de espiritualidad en la vida material que se concreta en
lo práctico, en lo cotidiano. Y aunque de esta manera podríamos remontarnos a
Marx en su reivindicación de la filosofía transformadora y no contemplativa, la
tradición que reivindica Sennett, viejo luchador de la izquierda, no es ésta
sino la del pragmatismo. Y lo hace a
partir de una noción que a mí me parece clave, la de experiencia, que me parece
la puerta adecuada para superar el relativismo etimológico sin caer en el
planteamientos dogmáticos. La artesanía, para Sennett, se basa en la habilidad,
en el juicio y en el compromiso. Genera una disciplina que cristaliza en el
hábito y la rutina, y aquí reivindica este término como algo que puede ser vivo
y rico y no necesariamente pobre y aburrido como solemos pensar. Seguimos así
en la misma línea de reivindicación, con alegría y sin complejos, de la
lealtad, la disciplina y la autoridad como valores ilustrados que debe
reivindicar la izquierda. Porque si aceptamos la hipótesis de que la Modernidad
se mueve en la dialéctica entre ilustración y romanticismo es evidente que
Sennett defiende la primera opción y desconfía profundamente de la segunda,
cosa que le lleva a no utilizar el término creatividad por las connotaciones
románticas que tiene. La habilidad manual, para volver al tema más específico
del libro, depende de la motivación y del aprendizaje, ya que la torpeza no es
genética sino resultado de la poca estimulación en edades tempranas. Sennett
desprecia el elitismo y desconfía del perfeccionismo, por lo que acaba el libro
con el buen consejo de que la figura mitológica de Hefeso cojo, orgulloso de su
trabajo aunque no de sí mismo, representa el tipo más digno de persona a la que
podemos aspirar. La propuesta pasa por el trabajo propio y por la manera como
nos creamos a nosotros mismos. Nos aceptamos como algo imperfecto, aprendemos
de las dificultades y no caemos en las trampas del narcisismo, tan actual como
devastador. Sennett nos presenta el segundo libro de la trilogía, bajo el
título de The Rituals. Pleasures and Politics of Cooperation, editado el
mismo 2012 y que no se quién ha tenido la pésima idea de transformarlo en
subtitulo bajo el absurdo título de Juntos.
El libro, hay que decirlo de
entrada, no tiene desperdicio. Otra cosa es que Sennett tiene un estilo
tranquilo, en el que poco a poco te va introduciendo en su discurso. Hace falta
paciencia porque el interés es progresivo. Habla de tantas cosas que, según el
lector, interesará una más que otra. Pero esto no quiere decir que sea
disperso, ya que tiene un hilo conductor claro, que es el de la historia
reflexiva sobre el tema de la cooperación. También una hipótesis clara : la
cooperación se ha debilitado en la sociedad moderna pero hay elementos que nos
permiten confiar en su posible recuperación. Posible quiere decir que hay una
opción política para fortalecerla. Aunque la cooperación, que en sí es buena,
puede estar al servicio de una causa perversa. Un grupo puede cooperar para
destruir a otro. Por esto Sennett nos habla del equilibrio necesario entre
cooperación y competencia. Por esto nos avisa que es cooperar negociando o
llegando acuerdos que no la lógica de la
suma ero : ganar o perder. O incluso que el sacrificio del altruismo total. Me
gusta este planteamiento razonable de Sennett, en el que no hay que escoger
entre ser un santo o un egoísta total. Los matices son lo que importan. El
sociólogo hace un recorrido por las formas tradicionales de cooperación. El
ritual, por ejemplo, que se basa en la repetición, en el poder simbólico y en
la dramatización. Es participativo y se rompe cuando se va transformando en
espectáculo. Pero la forma que adquiere históricamente la cooperación es a
través de lo que Sennett llama el triángulo social, que es su unión con el
respeto mutuo y la autoridad reconocida. La sociedad moderna ha ido dinamitando
este triángulo, como Sennett puso de manifiesto en su trabajo empírico La
corrosión del carácter. En realidad lo que se pierde es el civismo, que es
una relación a largo plazo con el otro. El narcisismo y el yo no cooperativo,
producido entre otras cosas por la desigualdad y las nuevas formas de trabajo,
producen ansiedad en nuestra relación con los otros. Hay que apostar por
reparar estos lazos de cooperación y de respeto perdidos. La diplomacia
cotidiana, la gestión de conflictos, la solidaridad y el diálogo son mantener
en que podemos hacerlo. Todos necesitamos pertenecer a un grupo .
Pero ¿Qué es la cooperación ? Es
el intercambio en el que los participantes obtienen beneficios del encuentro.
Es necesario aunque tengamos dificultades para conocer al otro, porque a menudo
no sabemos lo que piensan o lo que sienten aquellas personas con las que
cooperamos. Estos son algunos de los temas que aborda Sennett, aunque hay
muchos más, como el análisis del taller o la influencia de la Reforma en este
proceso. Es singular la manera como el sociólogo acaba el libro, con una
referencia a Montaigne. Este gran pensador abre horizontes con el ensayo como
conversación, como diálogo. Aunque sus ensayos no tengan esta forma hay una
invitación al otro, a salir de nosotros mismos, a conocernos a través del
encuentro con el otro. Así, a partir de la curiosidad que nos despierta, somos
capaces de comparar y contrastar mundos, costumbres. La costumbre, dice Sennett
recogiendo lo que nos plantea Montaigne, es necesaria para la vida, para el
aprendizaje. Pero han de ser costumbres abiertas, que posibiliten la
transformación. La rigidez, como dicen los chinos, es la muerte.
Un
placer leer a Sennett, que es un sociólogo muy libre, que sigue un discurso
personal y que no necesita justificarse porque ya está está de vuelta de muchas
cosas. Ahora sí, desde su relativo escepticismo, nunca deja de considerarse un
hombre de izquierdas.
Lo del trabajo manual como el mejor remedio para todos los males lo leí en Simone Weil, no sólo remedio, sino centro de la cultura y la civilización. La propia palabra cultura delata su significado.
ResponderEliminarPienso que en el caso español todos los defectos que podemos apreciar en cuanto al desprecio al trabajo manual vienen del pasado. La aspiración a vivir de rentas sigue anclada en el imaginario en los cuatro puntos cardinales de las 17 CCAA. Queremos ver "hechos diferenciales" por aquí y por allí. Pero cuanto te pones a considerar los valores y modos de vida de todos los que tienen un DNI español cojeamos todos del mismo pie. Con pocas diferencias de detalle. Corruptos en todas las CCAA.
Me molesta en especial el poco valor que se da al trabajo y lo mal que se mira al que trabaja, "quiere hacerse el interesante". Cuando me parece que dedicarse a una labor, sea la que sea, en alma y cuerpo, es la mejor forma de invertir la energía vital y psíquica. Así que ahí veo un motivo cultural y sociológico para bastantes desarreglos psi que por desgracia he conocido. La gente que está ocupada además tiene menos tiempo para causar sufrimiento a su alrededor, sobran desocupados por "privilegio" de estatus jerárquico.
En cuanto al materialismo y espiritualismo, no sé si el verdadero materialismo y el verdadero espiritualismo son tan divergentes. Pienso que son divergentes los materialistas y espiritualistas que se quedan a medio camino. Nadie más espiritual que Simone Weil y a la vez nadie más materialista que ella y más solidaria al mismo tiempo, capaz de donar su salario de profesora para los obreros en paro cuando esta lacra se extendió por Francia en el período de entreguerras, o de irse a la guerra civil española a luchar con los anarquistas en el frente de Cataluña. A pesar de su torpeza escribió las palabras más radicales de valoración del trabajo manual que he leído en "Echar raíces".
Buen comentario, Ana, que comparto totalmente.
ResponderEliminarUn abrazo
Luis