domingo, 10 de octubre de 2021

ALMA Y CARÁCTER

 En 1923 fue publicada la magna obra de Oswald Spengler, La decadencia de Occidente,  en español constituyen 2 volúmenes de la colección Austral de más de 700 páginas cada uno. Lo podría haber titulado Historia del alma o mejor historia de las almas, pues al menos reconoce 3 tipos de almas en la historia de la humanidad: la apolínea, la mágica y la faústica. A cada cual le corresponde un tipo de arte, de matemática y de física.

Hoy el alma humana corre peligro, los que deberían defenderla de un lado u otro, ciencia o filosofía por ejemplo, callan. Y quien calla, otorga. 

Espero, confío y creo que no se saldrán con la suya quienes pretenden sustituir la humanidad por un rebaño de borregos domesticados, aunque de momento así nos tratan y así nos estamos dejando tratar. En 1923 el alma faústica estaba en las últimas ¿qué hubiera dicho Spengler en nuestra época de los defensores de la fusión hombre-máquina? 

Tan gruesos libros están llenos de pasajes sugestivos y sugerentes, no sabría con cuál quedarme. Por el tema del blog selecciono este "canto" al alma, esperando que más de uno se dé por aludido. El alma es irrenunciable, no podemos dejarla en manos de la I.A como pretenden unos cuantos desalmados que por trillonarios se creen con derecho a dictarnos salud, enfermedad, bien y mal. Sería "suicidarse" como especie.

DE LA FORMA DEL ALMA

Todo filósofo de profesión está obligado a creer en la realidad de algún objeto al que puedan aplicarse los métodos intelectualistas. Así pues, para todo lógico y todo psicólogo, por escéptico que sea, hay un punto donde la crítica enmudece y la fe comienza y ese punto es, precisamente su propia existencia personal como lógico y como psicólogo, esto es, la posibilidad de resolver su problema, la realidad misma del problema que le ocupa.

La proposición 

"es posible determinar mediante el pensamiento las formas del pensamiento"

no ha sido nunca puesta en duda por Kant, aunque al no filósofo le pueda parece harto dudosa.

La proposición

"hay un alma cuya estructura es científicamente investigable"....

no ha sido nunca puesta en duda por un psicólogo. Y sin embargo, hubieran debido surgir aquí las m´sa fuertes dudas. ¿Es posible en general una ciencia abstracta del alma? Lo que por ese camino se encuentra ¿es idéntico a lo que se busca? ¿Por qué toda psicología entendida, no como conocimiento de los hombres, no como experiencia de la vida, sino como ciencia, ha sido la más superficial e inválida de las disciplinas? (...) el motivo es fácil de descubrir. La psicología "empírica" tiene la desgracia de no poseer ni siquiera objeto en el sentido de la técnica científica. Su incesante busca y resolución de problemas es es una lucha contra sombras y fantasmas. ¿Qué es el alma? si el mero entendimiento pudiese dar la respuesta, sería superflua la ciencia.


Ni uno solo de los miles de  psicólogos ha logrado hacer una definición de "la" voluntad, el arrepentimiento, del terror, de los celos, del capricho, de la intuición artística. Y es natural porque solo lo sistemático es analizable.

Las finezas del espíritu en su juego de distinciones intelectuales, las supuestas observaciones de una relación entre los estados corporales-sensibles y los procesos interiores no tocan para nada el problema que aquí se plantea. La voluntad no es un concepto, es un nombre, untérmino primario, como "Dios", un signo que designa algo de que tenemos inmediatamente certeza interior, sin poderlo describir jamás.

Aquello a que aludimos permanece por siempre inaccesible a la investigación científica. No esn vano todas las lenguas, con sus innumerables e inextricables denominaciones, nos advierten cuán absurdo sería dividir teóricamente, ordenar sistemáticamente lo psíquico. Aquí no hay nada que ordenar. Los métodos críticos, analíticos, son aplicables solamente al mundo como naturaleza. Más fácil sería disecar un tema de Beethoven con el bisturí que analizar el alma con los métodos del pensamiento abstracto.

El conocimiento de la naturaleza y el conocimiento de los hombres no tienen nada en común, ni en el propósito ni en el método. El hombre primitivo vive el "alma" primero en los otros hombres y luego en sí mismo, como numen, semejante a los numina que conoce en el mundo exterior, e interpreta sus impresiones en forma mítica. Las palabras que usa para ello son símbolos, sones que sugieren al ser inteligente algo indescriptible, que evocan imágenes, metáforas. Todavía no hemos aprendido a manifestar nuestra intimidad psíquica en otro idioma.

Autorretrato a la edad de 63 años - Wikipedia, la enciclopedia libre

 

Rembrandt puede comunicar algo de su alma, por medio de un autorretrato o de un paisaje, a los que tengan con él cierta afinidad interna.  Un Dios confió a Goethe el don de expresar lo que sufría su alma. Podemos comunicar a otros cierto sentimiento de algunas emociones inefables, por medio de una mirada, de una melodía, de un movimiento casi imperceptible. Este es el verdadero lenguaje de las almas, lenguaje incomunicable al extraño. La palabra como sonido, como elemento poético, puede establecer una relación, pero la palabra como concepto, como elemento de la prosa científica, no.


Cuando el hombre no se limita a vivir y a sentir, sino que además atiende y observa, el alma es para él una representación, una idea que se origina en experiencias primigenias de la vida y de la muerte, y esa idea es tan vieja como la reflexión, que por  medio de los idiomas verbales se separa de la visión, a la cual sigue. Vemos en el mundo circundante, y como todo ser que se mueve libremente tiene que comprender ese mundo para no perecer, así resulta que de la pequeña, técnica, táctil experiencia diaria, se deriva un conjunto de notas permanentes que se compendian, para el hombre habituado a la palabra, en una imagen de todo lo comprendido, el mundo como naturaleza. 

Lo que no es mundo exterior no lo vemos, pero rastreamos su presencia en otros y en nosotros mismos. Por el modo de su manifestación fisiognómica despierta en nosotros terror o afán de conocimiento y así se produce la imagen reflexiva de un contramundo, en la cual nos representamos y por decirlo así, proyectamos lo que eternamente permanece extraño a la visión. 

La idea del alma es mítica, es objeto de cultos psíquicos, cuando la idea de la naturaleza permanece en el terreno de la contemplación religiosa, pero se convierte en uan representación científica y en objeto de crítica erudita tan pronto como la naturaleza cae bajo el poder de la observación crítica. Así como el tiempo es un contraconcepto del espacio, así también "el alma" es un contramundo de la "naturaleza" y se halla en todo momento codeterminada por la concepción de la naturaleza. 

Ya hemos explicado cómo la noción del tiempo surge del sentimiento de la dirección, que empuja a la vida en su eterno movimiento de la certidumbre íntima de un sino; ya hemos dicho cómo el tiempo se constituye en pensamiento negativo de una magnitud positiva, en encarnación de todo cuanto no sea lo extenso; ya hemos visto que todas las propiedades del tiempo, en cuyo análisis abstracto creen los filósofos hallar la solución del problema, han ido formándose y ordenándose poco a poco en el espíritu por inversión de las propiedades del espacio. 

Pues exactamente por el mismo camino nace la representación del alma como inversión y negación de la representación del mundo, merced a la polaridad espacial, que señalan las palabras "dentro" y "fuera", y por una traducción subsiguiente de los caracteres. Toda psicología es una contrafísica.

Es absurda la pretensión de  fijar una "ciencia exacta" del alma, arcano eterno. Pero el instinto posterior de las grandes urbes, que empuja al hombre al pensamiento abstracto, obliga al "físico del mundo interior" a explicar un mundo aparente de representaciones por otras representaciones, y cada concepto por otros conceptos.

Al pensar lo no externo, lo transforma en extensión; y para determinar la causa de lo que solo se manifiesta de modo fisiognómico, construye un sistema en el cual cree hallar la estructura del "alma". Pero las palabras mismas que en todas las culturas se emplean para comunicar esos resultados de la labor científica, delatan el engaño. Se habla de funciones, de complejos sentimentales, de motivaciones, de umbrales de la conciencia, de transcurso, de anchura, de intensidad, de paralelismo en los procesos psíquicos. Pero todos estos términos proceden del cálculo de representaciones en que se mueve la ciencia de la naturaleza.

La voluntad se refiere a objetos. Esta proposición es realmente una imagen en el espacio. La oposición entre lo consciente y lo inconsciente reproduce con evidencia el esquema de la oposición entre lo supraterrestre y lo infraterrestre. En las teorías modernas de la voluntad se puede reconocer todo el lenguaje  de formas de la electrodinámica. Hablamos de las funciones de la voluntad y de las funciones de la inteligencia en el mismo sentido en que hablamos de la función de un sistema dinámico. 

Analizar un sentimiento significa sustituir ese sentimiento una por sombra espacial y someter esta luego a un tratamiento matemático, limitándola, dividiéndola, midiéndola. Toda la investigación psicológica de este estilo, por mucho que se ufane en superar a la anatomía cerebral, está llena siempre de localizaciones mecánicas y sin darse cuenta, emplea un sistema imaginario de coordenadas en un espacio psíquico imaginario. 

El psicólogo "puro" no advierte que está copiando al físico. No es maravilla, pues, que su método coincida tan horriblemente bien con los más necios procedimientos de la psicología experimental. Las circonvoluciones cerebrales y los filamentos asociativos corresponden exactamente, por la índole de sus representaciones, al esquema óptico del "curso de la voluntad" o del "curso del sentimiento" y en efecto, ambos métodos estudian fantasmas afines, eso est, espaciales. No hay una gran diferencia entre deslindar por conceptos una facultad psíquica o delimitar gráficamente una región correspondiente del cerebro. La psicología científica ha eleaborado un sistema cerrado de representaciones, en el cual se mueve.

Examínese uno por uno los enunciados del psicólogo y no se hallará más que variaciones de este sistema, en el estilo del mundo exterior conocido.



El pensamiento claro, abstraído de la visión, presupone el espíritu de un idioma culto como medio que, creado por el alma de una cultura para ser parte y fundamento de su expresión, viene a constituir como una "naturaleza" de significaciones verbales, un cosmos del idioma en el cual los conceptos, los juicios...poseen una existencia determinada mecánicamente. La imagen que el hombre se  forja del alma depende, pues, en cada momento, del uso de su idioma y de su profundo simbolismo. 

Los idiomas cultos de Occidente, de espíritu faústico,  tienen todos el concepto de "voluntad", magnitud mítica que aparece simbolizada al mismo tiempo por la transformación del verbo, que establece una decisiva oposición al uso antiguo y, por lo tanto, también a la antigua idea del alma. 

Cuando feci se convierte en ego habeo factum, surge un numen del mundo interior. 

La figura de la voluntad en las psicologías occidentales aparece como una facultad delimitada cuya existencia misma no es objeto de la más leve crítica.

VOLUNTAD Y CARÁCTER

Si es lícito caracterizar el tema de la física occidental como el espacio activo, este mismo término habrá de determinar también la índole, el contenido de la existencia del hombre contemporáneo. Nosotros, naturalezas de temple faústico, estamos acostumbrados a incluir en el conjunto de nuestras experiencias vitales los individuos considerados en su manifestación activa, no en su apariencia plástica y estática. Medimos a los hombres por su actividad, que puede dirigirse igualmente hacia dentro o hacia fuera, y en sa dirección valoramos propósitos, motivos, esfuerzos, convicciones, hábitos. El término en que resumimos este modo de ver la vida es la palabra "carácter". 

Hablamos de cabezas que tienen carácter, de paisajes que tienen carácter. ....La música del barroco es el arte propio de la característico, tanto en la melodía como en la instrumentalización. La palabra "carácter" designa también algo indescrpitible, algo que separa la cultura faústica de todas las demás. Y es indudable su profunda afinidad  con la palabra "voluntad". Lo que la voluntad es en la imagen del alma, eso mismo es el carácter en la imagen de la vida, que nosotros los europeos occidentales, y solo nosotros, construimos con entera evidencia.

El empeño fundamental de todos nuestros sistemas éticos es que el hombre tenga carácter. El carácter que se forma en el curso del mundo, la personalidad, la relación de la vida con la acción, es la impresión que el hombre produce en el ánimo faústico. Entre el carácter y la imagen física del universo existe una importante semejanza. El concepto vectorial de fuerza, con su dirección no ha podido aislarse del movimiento....del mismo modo es imposible separar estrictamente del alma la voluntad, el carácter de la vida. En la cumbre de esta cultura occidental faústica sentimos una equivalencia entre "vida" y "voluntad". "Fuerza de voluntad", "energía activa" llenan nuestra literatura moral. son expresiones imposibles de traducir al griego de Pericles.


Cada cultura a pesar de pretender universalidad, posee su propia concepción moral. Nietzsche fue el primero en vislumbrarlo y sin embargo Nietzsche no comprendió el carácter simbólico de los diferentes estilos morales que comparó con el occidental. 

Desde Joaquín de Fiore y las Cruzadas se nos ha hecho necesaria la idea de humanidad como conjunto activo, combatiente, progresivo que nos cuesta pensar que esta manera de concebir al hombre sea occidental y pasajera.

A pesar de que todas las ciudades antiguas combatían sin cesar entre ellas, la ética griega dista mucho de haber consderado la lucha como principio ético. Los estoicos y epicúreos enseñaban la renuncia a la lucha. En cambio el afán típico del alma occidental consiste en superar y vencer obstáculos. Actividad, decisión, afirmación de sí. Lucha contra los aspectos cómodos de la vida, realización de lo que tiene universalidad y permanencia, de lo que sirve de enlace entre el pasado y el futuro, tal es el contenido de los imperativos faústicos, desde los tiempos  del gótico hasta Kant y Fichte....El carpe diem de los antiguos está en contradicción con todo lo que Goethe, Kant, Pascal, la Iglesia consideran valioso. (...)

Hemos de entender el carácter como la forma de una existencia en movimiento, que a la mayor variabilidad une la mayor constancia con el principio. El carácter hace posible una biografía significativa como Poesía y realidad de Goethe. Las antiguas biografías de Plutarco, comparadas con la de Goethe, constituyen una colección de anécdotas en orden cronológico y no una evolución histórica. Y Alcibíades, Pericles y en general cualquier hombre de esrirpe apolínea no serían susceptibles de biografía goethiana. Porque aunque hay hechos falta la relación entre ellos, los sucesos se siguen como átomos. No es el que el griego haya olvidado buscar leyes generales, es que no las podía encontrar en su cosmos.

 

Por eso fisiognómica y grafología hubieran padecido miseria en la antigüedad. La ornamentación griega si se compara con la gótica es gran sencillez por lo que toca a expresión característica. En cambio ofrece una uniformidad en sentido intemporal que no ha sido alcanzada jamás.

Venus de Milo - Wikipedia, la enciclopedia libre

Si examinamos el sentido antiguo de la vida, encontraremos un elemento fundamental de la valoración ética, contrapuesto al carácter, como la estatua se contrapone a la fuga, la geometría euclidiana al análisis y el cuerpo al espacio. Ese elemento es el gesto.

El gesto es el principio fundamental de la estatíca psíquica, y las palabras que en los idiomas clásicos sustituyen a nuestra "personalidad" son "prosopon" y "persona" que significan "personaje", "carátula". En la lengua de la época romana, el término designa el modo de manifestación pública, los gestos y ademanes, y por lo tanto, el núcleo auténtico, la esencia del hombre antiguo.

Se decía de un orador que hablaba como "prosopon" sacerdotal, como "prosopon" militar. El esclavo es "aprosopos", pero no "asomatos", es decir, que no tenía una actitud importante como elemento de vida pública pero sí un alma

Cuando el destino le deparaba a alguien el papel del rey o de general, los romanos lo expresaban con los términos persona regis, imperatoris. En esto se revela el estilo apolíneo de la vida. No se trata de desenvolver posibilidades internas mediante un esfuerzo activo, sino de mantener una actitud cerrada, de acomodarse a un ideal de realidad plástica. La ética antigua es la única en la que actúa cierto concepto de belleza. Llámese "sofrosine", "kalokagathia" o "ataraxia", siempre es un armonioso grupo de rasgos sensibles, palpables, manifiestos al público, determinados para los demás y no para el propio sujeto. El hombre antiguo era objeto no sujeto de la vida externa. (...)

El hombre antiguo vive en el ágora, en el foro, donde cada cual se ve reflejado en los demás, que son propiamente los que le dan realidad. Todo esto se contiene en la expresión "somata poleos", los cuerpos de la ciudad, los ciudadanos. Se comprende que el retrato piedra de toque del barroco, se la representación del hombre con un carácter, en cambio en la época floreciente de Atenas, la respresentación del hombre como actitud, como "persona", había de culminar en el ideal de la estatua desnuda.

 



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