LAS VOCES DE LOS ÁNGELES: UNA UTOPÍA MUSICAL DEL RENACIMIENTO EN FERRARA
Hace ya 20 años descubrí, escuchando Radio Nacional, el Concierto Secreto de las Damas de Ferrara, un repertorio exquisito de madrigales compuesto por un maestro renacentista de extraño nombre, Luzzasco Luzzaschi. Unas voces angelicales cantaron, hace cuatrocientos años, los más hermosos poemas de amor, dignos de alegrar las estancias de un soñado paraíso musical. Eran las de Livia D’Arco, Laura Peperara y Anna Guarini, las tres jóvenes e ilustres Damas de Ferrara, bellísimas y portentosas cantantes e instrumentistas que, en las postrimerías del siglo XVI, hicieron posible un auténtico milagro, el de la perfección musical. Ante el secreto impuesto por el duque de Ferrara, como parte de una bien orquestada campaña propagandística, la Europa culta solo pudo atisbar, entre asombrada y envidiosa, el talento de las Damas, únicamente accesible a unos pocos privilegiados. A la muerte del duque, casi todas las maravillosas composiciones especialmente escritas para ellas se perdieron. Por tanto, no debería extrañarnos ignorarlo todo acerca de este prodigioso episodio histórico.
Hace tres años, en nuestra visita a Ferrara, esperé ilusionada que la guía que nos acompañaba mencionara a las Damas, pero pude comprobar que tampoco sabía nada al respecto. Este vacío de información me convenció de la necesidad de divulgar las increíbles circunstancias que rodearon al Concerto delle Donne. El problema reside en que quien esto escribe no es historiadora y carece de formación musical pero, tal vez, el formato multimedia y el contenido felizmente heterogéneo de este blog se presten a paliar tales carencias, ayudándome a transmitiros una imagen de conjunto a partir de las escasas y fragmentarias noticias, muy pocas en castellano, que he podido recopilar con tiempo y paciencia. Y, con ellas, la emoción que produce poder viajar mentalmente a ese momento irrepetible de la cultura occidental.
LUCREZIA BORGIA
1.- EL ESPLENDOR ARTÍSTICO DE LA CORTE DE FERRARA
Todo comenzó con Lucrecia Borgia (1.480-1.519). La hija del cardenal Rodrigo Borgia, más tarde Papa con el nombre de Alejandro VI, siempre fue utilizada por su familia como instrumento en sus luchas de poder. Con tal fin, en 1501 se dispuso su tercer matrimonio con Alfonso D’Este, duque de Ferrara, ciudad-estado del norte de Italia cercana a Bolonia y Mantua.
La bella e inteligente Lucrecia- que alabaron los poetas de su entorno como gentil y honesta, muy al contrario de lo que sugiere la leyenda negra de los Borgia-, contribuyó a transformar la belicosa Ferrara en una de las cortes más cultivadas de Italia, embellecida por magníficos palacios, plazas y jardines que hacen de ella, todavía hoy, una joya del Renacimiento.