Dado que la mención circunstancial de Swedenborg en el blog despertó cierto interés en el mismo, en este post quiero trazar a grandes rasgos un semblante del visionario sueco. Pero la obra de Swedenborg es muy extensa y compleja, por lo cual a la hora de presentarlo se plantea la cuestión de sobre qué aspectos de la misma poner el acento. Pues bien, inspirado por una acertada observación de Blom Dahl, me ha parecido que un relato biográfico centrado en la búsqueda intelectual –que es a la vez espiritual- del visionario sería lo mejor.
La observación en cuestión es la siguiente: dice Blom Dahl que la emergencia de las visiones en la vida de Swedenborg, fue, más que una experiencia puramente mística como se suele asumir, la respuesta frente a una crisis de tipo gnoseológico. Pues, ya desde sus comienzos como científico, y luego cada vez más a medida que su búsqueda se desarrollaba, Swedenborg estaba sumamente interesado en comprender la unidad entre el mundo sobrenatural estudiado por la teología y el mundo natural estudiado por la ciencia.
Visto así, la irrupción de la experiencia visionaria en su vida, vino a dar cuenta de aquello que antes, infructuosamente y durante años, había buscado en aquellas disciplinas.
A la luz de esa idea, entiendo que el itinerario intelectual y personal de Swedenborg puede dividirse en tres etapas claramente diferenciadas: una puramente científica, otra que camina a medias entre lo científico y lo teosófico, y por último la etapa visionaria. Ahora bien, si, por un lado, esas etapas pueden diferenciase con bastante claridad, por otro lado, resulta igualmente claro que se implican mutuamente y que deberían ser entendidas como momentos de una totalidad que alcanza su pleno sentido en la etapa final.
Dicho sea de paso, ese modo de comprender el recorrido como una totalidad cuya realización plena se alcanza al final, puede parecer hegeliano, pero, de hecho, es totalmente swedenborgiano. Ya que en una de sus obras del período medio Swedenborg, aunque no se refería a sí mismo, dijo lo siguiente:
"… sólo en la última, que corona la obra, puede aprehenderse la relación de las cosas que la precedieron, y sólo en ella resulta manifiesto el acuerdo entre las discordancias aparentes"
Pues bien, de mi parte trataré aquí de hacer patente, de un modo breve y general, la relación entre las ‘cosas precedentes’ y la última que ‘corona la obra’ en el caso del propio Swedenborg. Veamos...
El científico teórico y práctico
Emanuel Swedenborg nació en Estocolmo en Enero de 1688 en el seno de una familia acomodada y culta. Su padre era un obispo luterano que quiso proporcionarle a Emanuel la mejor educación posible dentro de su país y su época. Así, lo envió a estudiar en la universidad de Upsala, de la cual el joven Emanuel egresó a los veintiún años con un doctorado en Filosofía y Letras. Y luego, en lugar de seguir la carrera diplomática como deseaba su familia, se dedicó a las ciencias exactas y sus aplicaciones prácticas. Ciencias que en su tiempo se agrupaban bajo la denominación general de mathesis, y comprendían la física, óptica, astronomía y otras disciplinas afines.