Autora Ana Azanza
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Michel Onfray explicó la obra de Freud durante 20 años en el
instituto, el psicoanálisis forma parte del examen de bachillerato. Antes lo había descubierto de adolescente, leyó los tres ensayos de la sexualidad, cuando le explicaron que según Freud al contrario de que lo que enseñaban otros en el confesonario la masturbación no provocaba el crecimiento de las orejas sino que era una etapa normal en el desarrollo. En la universidad siguió un curso sobre Freud, se enteró de que el doctor vienés obtenía resultados, curaba. Y conoció los 5 casos más célebres de los efectos salutíferos del psicoanálisis. Y que Freud solo a partir del autoanálisis descubrió universales humanos: el complejo de Edipo, el banquete primitivo, la horda primitiva, la muerte del padre...etc. Explicó "Totem y tabú", los estadios de la sexualidad, el nacimiento de la ley, al mismo nivel que el imperativo categórico kantiano o la alegoría de la caverna. Freud era un momento importante de la historia de la filosofía.
En el instituto Onfray descubre que cuando narra estas historias de Edipo y Electra, los alumnos se sienten "tocados", alguno de ellos después de clase le cuenta asuntos personales, su infancia, sus problemas. Se Hablan del porqué de la pedofilia o de las violaciones. El profesor se ve convertido en psicoterapeuta muy a su pesar. El marido de otra profesora era psiquiatra y aceptó ocuparse de los alumnos. Había cierto "chamanismo" en el hecho de ser profesor, podría haber estado todo el curso explicando psicoanálisis y obtener un ascendiente peligroso sobre los alumnos. Pero el espíritu libertario de Onfray le impide seguir y guiar a los demás. No le gusta tener "ovejas" que pastorear. El siguiente encuentro con el psicoanálisis será en la universidad creada por él.
En
2002 inauguró su universidad popular de Caen. Cuando no se está en la
universidad lo más fácil es montar una propia. En realidad lo hizo impulsado
por el hecho de que Jean Marie Le Pen llego a la segunda vuelta de las
elecciones presidenciales francesas y esto no sólo le indignó, sino que
pensó que si una gran parte de la población apoyaba una propuesta nacionalista y racista, la gente tiene razón del hartazgo porque la
política tradicional no soluciona, pero por otra parte la
ideología excluyente no es una buena salida. De ahí que elevar la cultura del pueblo, dar instrumentos
para la reflexión fuera su propuesta. Por eso creó la universidad popular de
Caen en la línea de los ilustrados, hay que expandir la cultura, sacarla de los
cenáculos y mostrar los recursos que ofrece la reflexión. No todo el mundo
tiene el arte para poner en pie una iniciativa parecida y convencer a otros 16
amigos especialistas de diferentes campos de que participen en el
proyecto, un proyecto por el que nadie gana un céntimo y por el que nadie paga
tampoco. Pero Onfray lo llevó adelante.
En esa universidad imparte sus conferencias que han dado
lugar a los diferentes volúmenes de “Contra historia de la filosofía”. Se ocupa
de personajes olvidados por los manuales o por las explicaciones oficiales,
empezó por los antiguos, continúo por los medievales, dedicó tres cursos al siglo XIX y tras explicar Jean Marie Guyot
y Nietszche que es su gran maestro del pensamiento, planeó dedicar un cuarto año
a Freud, tratándolo como un filósofo vitalista.
Onfray da una conferencia por semana que según dice le lleva
30 horas de preparación. Es un obrero del trabajo filosófico, ha calculado
todos los tiempos de lectura y escritura que hacen falta, se plantea el trabajo
intelectual no como diletante ni como una cuestión de vanidad intelectual, es
entre otras cosas lo que hace de él un personaje muy atractivo filosóficamente
hablando, incluso aunque no se compartan todas sus ideas. La cultura, la
filosofía, la lectura y la escritura no son un pasatiempo, son como cualquier
trabajo actividades que ayudan al cuidado de sí, a la construcción personal y a
la vez tienen una dimensión de servicio social. Ese aspecto de “servicio social”
de la filosofía es el que me parece mas valioso y que se echa en falta entre
nosotros. Tenemos algunas islas aquí y allí, pero no hay un diálogo continuado
de filósofos españoles o hispanohablantes, por ensanchar la comunidad, que ilustraran al país y en el que participara,
sino la totalidad, sí una gran parte de la población, al menos con titulación universitaria
o con inquietudes culturales-intelectuales-espirituales.
El mero hecho de que un libro de filosofía sobre Freud pueda
dar lugar a escándalo y controversia nacional y que genere varios debates
televisivos en franja horaria de mayor audiencia me parece envidiable,
sanamente envidiable.
Así que en 2010 su libro número 50 incendió la discusión. El
“Crepúsculo de un ídolo” empezó vendiendo 50.000 ejemplares en una semana,
motivo suficiente para que algunos trataran a Onfray de nazi, fascista,
antisemita, agente de la ultraderecha. Antes de la publicación, Onfray solo había
llegado a Freud desde Nietzsche y quería presentarlo como un filósofo vitalista
ante su público de la universidad popular. Fue entonces cuando leyó “El libro
negro del psicoanálisis” una obra de 2005 en la que participa un puñado de
especialistas en psicología. Este libro también fue denostado por el establishment
“psi” francés con parecidos insultos que se le dedicarían a Onfray cinco años más
tarde. Al acceder a dicho “Libro negro” Michel Onfray comprobó que se hablaba
de hechos reales de la vida del maestro del psicoanálisis ignorados por el público.
Por ejemplo: que el psicoanálisis existía antes que él, y siguió existiendo
durante su vida y después que él, Freud no fue su creador propiamente hablando.
Sólo se hizo más famoso que nadie gracias a esta práctica. Según Onfray el
psicoanálisis no cura, hay un 30% de éxito por el llamado efecto placebo, más o
menos lo que ocurre en la gruta de Lourdes o lugares similares en que se ven los
ex votos de los sanados por efectos milagrosos del agua o la simple visita.
En este vídeo me parece interesante la intervención de Boris
Cyrulnik, psicoanalista practicante que asegura que muchas de las afirmaciones de
Onfray que han provocado tanto escándalo entre los colegas él las había leído
ya. Solamente cambia el ponerlas a disposición del gran público y el carácter
polémico de Onfray. No pretende desanimar a los que recurren al psicoanálisis,
que por otra parte discute que esté tan extendido como se dice. Las sesiones de
Freud costaban 450 euros la hora, se ha molestado
en calcular al cambio. Freud prescribía una sesión diaria de lunes a viernes y
había que pagar en metálico, todo libre de impuestos. Con esas bases no era una
terapia muy popular en la Viena
de principios del siglo XX, aunque hoy los hospitales de día de la salud pública
francesa ponen psicoanalistas a disposición de la población.
Además Onfray asegura que en una sesión de psicoanálisis es
el ego el que sale todo el tiempo: “yo y mi padre”, “mi madre”, “mi infancia”. Demasiado narcisismo. Le parece
que Freud extrapolaba sus propios problemas al resto de la humanidad. Concretamente
el complejo de Edipo de querer relaciones con su madre y matar al padre, como
origen y explicación de ciertos sufrimientos, de demasiados sufrimientos no le
acaba de convencer. Desmonta algunos de los casos que le hicieron famoso como
el del pequeño Hans. Supuestamente este niño tenía miedo a los caballos y la
explicación de Freud era que el bocado de los caballos le recordaba el bigote
de su padre, y en el fondo temía que su padre lo castrara por querer acostarse
con su madre. Pero el pequeño Hans ya adulto reconoció que tenía miedo de los
caballos porque una vez vió una caída del caballo que le impactó. Hay más
desmontajes de la leyenda en el libro de Onfray, el caso Dora, la pretendida
renuncia a la práctica de las relaciones sexuales a los 37 años que no fue tal,
puesto que si bien dejó las relaciones con su mujer eso no le impidió
relacionarse con su cuñada, el destrozo que le hizo en la cara a una paciente
queriéndole curar con cirugía de alguna enfermedad y olvidando retirar 50 cm de gasa antes de cerrar,
la muerte de una amigo por ingesta de cocaína que él le había recetado…Oscuridades
de la biografía freudiana, como la “atención flotante”, concepto creado por
Freud para justificar que el analista eche una cabezada durante la sesión, pues
los inconscientes hacen el trabajo. La supuesta renuncia a la sexualidad de
Freud se debía a que según confesión propia debía sublimar toda su energía en
la creación del psicoanálisis.
En el siglo XIX las ciencias humanas pretendían
cientificidad como las naturales, de esa ola participó el psicoanálisis. En la actualidad
pro Onfray y anti Onfray parecen estar todos de acuerdo en que no es ciencia,
la prueba es que ante el relato de un sueño cada psicoanalista da su interpretación
propia, no hay una común. La tesis final de Onfray es que Freud tomaba sus propios
deseos por la realidad de los demás.
La pregunta que queda tras la lectura del libro es cómo y
por qué ha podido tener tanto éxito si las bases no eran seguras. Eso daría
lugar a otro libro pero Onfray asegura que no es su tema. En los últimos capítulos
del libro muestra el modo como se organizó la “secta” freudiana. Primero
exclusión de algunos colaboradores, (Adler, Jung) formación de un círculo de
adeptos dispuestos a darle la razón en todo al maestro y a quitársela al resto
de la “malvada” humanidad. Fabricación del personaje “elegido” con la gran
biografía escrita por Jones, 1500 páginas para mostrar los signos de persona
marcada desde el nacimiento para una misión. Leyenda dorada de Freud creada y
mantenida por sus seguidores, reuniones de iniciados, anillo para todos los
pertenecientes al círculo cercano, corresponsales en diversos países,
organización de los congresos y las revistas.
La relación con su hija Ana que recogerá el legado paterno no
parece cabal, la tesis de Onfray es que no le dejó vivir aparte de la “leyenda
del psicoanálisis”. Han acusado al filósofo de Caen de que si Freud pasó de la
filosofía al psicoanálisis Onfray hace el camino inverso, Onfray quiere matar
al padre. Sólo que él no ha tenido problemas con su padre. La filosofía de un
hombre es su vida, una tesis nietzscheana del prefacio de la "Gaya ciencia"que le es muy cara, le lleva a
interesarse por las vidas de todos los filósofos que explica en su “Contrahistoria”.
El pensamiento es confesión vital. También Onfray ha sufrido, primero como huérfano
sin serlo alojado cuatro años en una institución con curas que abusaban aunque
no de él, luego ha tenido un infarto de miocardio, y alguna otra enfermedad
grave. Pero partiendo de la miseria y de no haber nacido en una familia
acomodada, no se hunde en ello, sino que hay una superación en su vida. Invita
a la reflexión y como Montaigne hacía dictando sus confesiones que no
escribiéndolas, ese decir en voz alta ya es terapéutico.
Hay otros caminos para la autorrealización personal, otras
terapias. El psicoanálisis posfreudiano es una opción, pero con conocimiento de
causa, sin leyendas. El arte, la música, la filosofía, no la “Crítica de la razón
pura” con la que un ciudadano corriente tiene poco que hacer, tampoco con la “Gramatología”,
todo ello es muy interesante para los profesores de filosofía.
Pero para el ser humano en general la filosofía está en Séneca,
en la carta a Meneceo, en Epicuro, en Marco Aurelio o Epicteto. Habla del
recurso a los filósofos antiguos cuando la filosofía era una forma de vida y no
motivo de parloteo para iniciados. De adolescente Onfray descubrió que hay una
moral sin religión, que hay una diferencia entre el bien y el mal, hay cosas
que nunca se deben hacer, y para afirmarlo no hace falta ni estar loco ni ser
creyente. Basta ser persona. Hubo filósofos antes del cristianismo, seres
humanos con un sentido de la existencia.
Este extremo se ve que ha sido determinante en su recorrido vital. La moral no
es el privilegio ni de las religiones ni de ninguna institución. Le ha pasado
lo mismo con el psicoanálisis, Onfray necesita poner de relieve que hay más
psicologías y psicoanálisis que el freudiano, antes y durante y después de
Freud.
Hay otros interesantes vídeos sobre la cuestión