domingo, 17 de diciembre de 2017

La teoría da la realidad en "Sobre la esencia".


Zubiri siempre pensó que una teoría de la realidad y una teoría de la intelección no eran sino perspectivas diferentes y necesarias del problema metafísico nuclear: la realidad como fundamento de todo. Encontró profundamente erróneo el principio fundamental de la filosofía moderna, esto es, que no es posible dar cuenta de lo real sin antes justificar la posibilidad del conocimiento, pero tampoco aceptó el llamado realismo ingenuo, que concede prioridad a la realidad sobre el saber. Idealismo y realismo ingenuo habían sido los dos errores entre los que había oscilado la historia de la filosofía. Zubiri pretendió corregirlos abriendo una nueva vía cimentada en un principio básico: no hay prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre el saber. “El saber y la realidad son en su misma raíz estricta y rigurosamente congéneres” (IRE. 10). La relación entre realidad e inteligencia es constitutiva porque no hay realidad independiente de la intelección humana (realidad como formalidad, en el sentido que expuse aquí), ni el hombre puede constituirse como tal aislado de la realidad: lo exterior al sujeto no es un “añadido” suyo, sino que es constitutivo de su estructura ontológica.


Zubiri afirmó la conveniencia de comenzar por una conceptuación de la realidad. Atendamos a la cronología de la obra de Zubiri: éste arrancó la etapa madura de su pensamiento con la teoría de la realidad y la finalizó con la teoría de la inteligencia, pero, siendo estricta y rigurosamente congéneres las dos, y siendo imposible una prioridad intrínseca del saber sobre la realidad ni de la realidad sobre el saber, siempre tuvo presentes las dos -aunque se ocupara prioritariamente de una o de otra- y fue desarrollando en paralelo su teoría de la realidad y su teoría de la inteligencia. Si no se entiende la una sin la otra es porque la una está en la otra, porque la una siempre remite a la otra. Su trilogía sobre la inteligencia aclara y desarrolla muchos aspectos de su teoría de la realidad, y Sobre la esencia contiene ya lo fundamental de su teoría de la inteligencia. Me ocuparé aquí de la teoría de realidad tal como la elaboró Zubiri en Sobre la esencia.
Aunque el análisis de la realidad que encontramos en Sobre la esencia se centra en su estructura y “contenido”, también podemos encontrar -aunque deje su exposición detallada hasta Inteligencia sentiente- nociones de realidad más atentas a su momento de “formalidad”, esto es, a cómo queda lo otro en la impresión humana. En Sobre la esencia se afirma ya que “realidad” es tan sólo el carácter formal de lo aprehendido (SE. 114); que inteligir es aprehender algo como realidad, enfrentarse a las cosas como realidades (SE. 115); que la inteligencia del hombre es sentiente (SE. 369); que hay una formalidad propia de aprehender las cosas y que esta formalidad es algo primariamente sentido (como realidad el hombre, como estímulo el animal) (SE. 391); que el tradicional dualismo “objetivo-extraobjetivo” debe ser sustituido por el dualismo “estímulo-realidad” (SE. 393); que la formalidad viene determinada por una “unidad perceptiva” (resultado de la estructura del sistema nervioso humano) (SE. 394); que el hombre está abierto a las cosas por su sensibilidad y accede primeramente a las cosas sintiéndolas (SE. 413); que inteligir y sentir son esencialmente distintos pero constituyen una unidad metafísica estructural: la inteligencia sentiente (SE. 414); que ésta tiene dos momentos: el de cualidad sentida y el de su formalidad real, y que a la cosa que me es presente sentientemente también le pertenecen esos dos momentos (SE. 415); que la formalidad es “impresión de realidad” y que ésta es constitutivamente trascendental, pues por la intelección sentiente el hombre está abierto a la realidad de las cosas, allende las cosas específicamente determinadas, y abierto, por tanto, no a las cosas limitadas, sino a cualquier cosa (SE. 416); y que la “realidad” es lo primario de las cosas en y por sí mismas y que la cosa real se nos hace presente “de suyo” (SE. 417). También se menciona un concepto que cobrará gran importancia en la noología (teoría de la intelección) de Zubiri, el de “actualidad”. Sostiene Zubiri que “lo único que la cosa adquiere por la intelección es su mera actualidad en la inteligencia. Inteligir es un mero actualizar la cosa” (SE. 113). 


La estructura de la realidad.

Como se ha visto, realidad es “formalidad de alteridad”, es decir, cómo quedan las cosas (lo otro que el aprehensor) en la percepción. En el hombre las cosas quedan como realidad y en el resto de animales quedan como estímulo. Por tanto la distinción que opera en la metafísica zubiriana es realidad/estímulo, y no realidad/irrealidad. Hasta que lo existente no se actualiza como realidad en la intelección sentiente no es realidad estricta y formal. Aquí radica la congenereidad de realidad e inteligencia. Formal y estrictamente sólo hay realidad en la intelección, aunque la propia estructura de la aprehensión exige ser afectada por algo que ya está ahí: lo real “de suyo” o “en propio” que se actualiza en la intelección sentiente en formalidad de realidad. No es que la cosas reales queden constituidas en el acto de inteligir, sino que sólo en el acto de inteligir se muestran como realidad. Algo real no es algo que esté allende lo sentido, sino que realidad es aquello que adquiere formalidad de realidad en la percepción humana. Sucede que esa realidad “en” (y no “por”) la percepción se funda en un “prius”, en una realidad anterior a la percepción misma (anterioridad puramente formal, no temporal). La estructura de esta realidad es la que analiza Zubiri en su etapa “metafísica”, cuyo primer título es Sobre la esencia.

Todo lo real está constituido por ciertas notas. “Nota” es lo que designa unitariamente dos momentos de la cosa: el de la pertenencia de la nota a la cosa y el que nos notifica lo que es la cosa según esa nota (Zubiri llama “cosa” a todo lo sentido e inteligido, a todo lo actualizado en la aprehensión por las notas que posee. En un sentido más amplio es mero sinónimo de “algo”). Así, el color es una nota de la cosa (el rojo de una manzana), una propiedad suya que al mismo tiempo nos notifica que según esa nota la cosa es de un color determinado (es roja y no verde). Notas son, pues, no sólo las propiedades de las cosas, sino todos los momentos que posee: las partes constitutivas, composición, cualidades, facultades, etc., es decir, todo aquello que pertenece a la cosa o forma parte de ella como algo “de suyo”, como las células de un organismo, la respiración de un animal o la psique humana.
Para Zubiri, realidad es  “todo y sólo aquello que actúa sobre las demás cosas o sobre sí misma en virtud, formalmente, de las notas que posee” (SE. 104). Así, la mesa no es de suyo mesa; es mesa tan solo en cuanto forma parte de la vida humana. Es lo que Zubiri llama “cosa-sentido”. La mesa actúa sobre las demás cosas porque es pesada, maciza, coloreada, etc.; es decir, en tanto que cosa-realidad. Mesa es solamente cosa-sentido, que es siempre y sólo una cosa-realidad que tiene capacidad para ser cosa-sentido. Aunque los efectos de la mesa real (cosa-realidad) son reales, la mesa, en tanto que “mesa” (cosa-sentido) no es real porque “mesa” no es un carácter que le compete “de suyo”, no depende de ella ser una superficie sobre la que colocar objetos, por ejemplo (aquí resulta indiferente que la mesa sea una construcción del hombre para colocar sobre ella objetos; podríamos decir lo mismo de un bloque de piedra que nos pudiera servir de mesa: sería una mesa posible por sus potencialidad como cosa-realidad). Lo que compete de suyo a la mesa es tener una forma, un peso, una solidez, etc., en definitiva, poseer unas notas con las que se actualiza en la percepción humana. La capacidad de una cosa-real para ser cosa-sentido es una posibilidad de la vida humana; posibilidad que no tendría, ciertamente, si no tuvieran determinadas notas reales. Distingue Zubiri entre potencialidad y posibilidad. Esta última es propia de la actividad humana, el “para qué” de la cosa real. La posibilidad pertenece al orden operativo, mientras la potencialidad pertenece al orden constitutivo: es la capacidad de las notas, por su dinamismo intrínseco, de dar de sí otras realidades. Las posibilidades siempre dependen de (se fundan en) las potencialidades, como la cosa-sentido de la cosa-realidad  “Posibilidad y nota real son dos dimensiones completamente distintas de la cosa. Y no sólo son distintas sino que la segunda es anterior a la primera con una (…) anterioridad por el modo primario y primero como la cosa es percibida” (SE 105). Esta “anterioridad” no es anterioridad cronológica, sino estructural, esto es, lo posterior está fundado por lo anterior: la cosa sentido está fundada en la cosa real. “Cosa-sentido es siempre y sólo una cosa realidad que tiene capacidad para ser cosa-sentido. El agua no tiene capacidad para ser mesa” (SE 19).  
La distinción zubiriana entre cosa-realidad y cosa-sentido y el carácter fundante de la primera es análoga a la distinción entre realidad y ser. Zubiri se aleja de Heidegger al definir al “ser” como la actualidad de lo real en el mundo, lo que presupone la anterioridad de la realidad sobre el ser. Si consideramos las notas que constituyen una cosa, que la hacen ser la realidad que es -la realidad argéntea de la plata, por ejemplo- estas notas, dice Zubiri, no son el ser de la cosa; el ser de la cosa es el decir la cosa, “con estas mis notas, con todas estas mis propiedades reales yo soy realmente así en el mundo”. El ser es el “así en el mundo”. Y esta presencia, la actualización de la cosa, no es lo primario; lo primario –según Zubiri- es ser real, el poseer la cosa unas notas que le pertenecen “de suyo”. El ser, para Heidegger -superando concepciones idealistas- no es un producto del hombre; el ser se da, se desvela, no se produce; sin embargo se da en la comprensión, como cosa-sentido (en el Da-sein, el ahí-del-ser, el lugar donde éste se desvela). El Dasein está abierto al mundo, lo que implica que no puede concebirse sino en relación esencial con el mundo (ser-en-el-mundo), que es el peculiar modo de comportare el Dasein respecto a los entes con los que se encuentra y por el cual las cosas se convierten en utensilios, en algo-para, en cosa-sentido. Zubiri radicaliza esa concepción, afirmando que la aprehensión primordial de realidad, la aprehensión de la cosa como cosa-realidad, es anterior a su comprensión, anterior a que adquiera sentido para la vida del hombre. El hombre no es primariamente un ente que comprender el ser de las cosas, o, como dice Heidegger, el “pastor del ser”, sino un animal de realidades. Una caverna posee unas notas físicas que la hacen tener ciertas características físicas, que son las que hacen posible que adquiera el sentido de “morada” (la cosa-realidad caverna es anterior y condición de posibilidad de la cosa-sentido, de la caverna-morada). Pues bien, sostiene Zubiri, sólo las cosas reales pueden tener y tiene esencia. De las cosas-sentido, dice Zubiri, hay concepto, pero no esencia (SE. 107). La esencia, pues, es física y no conceptual.
La distinción entre “cosa-sentido” y “cosa-realidad” nos ayudaa comprender mejor lo que entiende Zubiri por esencia de una cosa. La esencia, explica Zubiri (SE. 109-111), puede ser esencia “de” algo o esencia “para” algo. Una misma cosa puede tener distintos “para”. Por ejemplo: un trozo de plata puede funcionar como espejo o como pisapapeles; para lo primero le serán esenciales unas notas (superficie lisa y pulida) que serán inesenciales para lo segundo (para lo cual le serán esenciales las notas de tener determinado peso y tamaño). Según “para” lo que utilicemos la cosa, según el sentido que le demos, le será esencial tener unas notas u otras, lo que quiere decir que estas notas son relativas (por ello la cosa-sentido se funda en la cosa-realidad). Un sistema de notas solo es esencial en sentido estricto cuando es necesario para que la cosa sea real (para que sea, por ejemplo, realidad argéntea), no para actuar de determinada forma (como espejo o pisapapeles). En ese caso, dice Zubiri, el “de” coincide con el “para”, y decimos que la esencia de la plata “es la estructura argéntea misma”. Por eso la esencia de una cosa es lo que la cosa es en verdad, su verdadera realidad, realidad física y no concepto. Como decía en el párrafo anterior, para Zubiri sólo la “cosa-realidad” tiene esencia (en sentido estricto), y esto es así porque la realidad propia de la cosa no depende del “para”, sino de aquello que la hace real.
¿Cuáles son las notas esenciales que hacen que una cosa sea lo que es? Es evidente que no todas las notas de una cosa son esenciales (a la plata, para ser plata, no le es esencial tener un tamaño y peso determinados; esto le es esencial para actuar, por ejemplo, como pisapapeles). Las notas de un sistema pueden ser de distinto carácter: las de tipo adventicio, que son extrínsecas al sistema, es decir, presuponen al sistema ya constituido (el color moreno tras tomar el sol de una persona de raza blanca), y las notas de tipo constitucional, que aun pudiendo tener origen causal exterior, en sí y formalmente componen el sistema (el color moreno de una persona de raza negra). Por estas notas, por las notas constitucionales, la cosa es una. Al modo en que cada cosa es una Zubiri lo llama “constitución”, que es la estructura primaria de la cosa, de manera que en virtud de esa constitucionalidad el sistema de notas posee suficiencia constitucional. El concepto filosófico de “constitución” nombra el “modo intrínseco y propio de ser física e irreductiblemente `uno`” (SE. 140).
Pero el sistema constitucional no es aun la esencia de una cosa. El sistema con suficiencia constitucional es una “sustantividad”, que es “unidad primaria”, es decir, una vez establecida esa unidad cada nota lo es sólo en función de las demás, de manera que sólo en esa unidad es cada nota lo que es en la cosa real, en la sustantividad: “la unidad domina, es un prius respecto de la posesión de cada nota aisladamente considerada (…) una vez constituida esta unidad primaria, los elementos constituyentes no guardan formalmente su individual unidad dentro de aquella. En un organismo pluricelular cada célula es algo distinto de lo que pudiera ser un viviente unicelular” (SE. 143,144). Sustantividad es el conjunto unitario, cíclico y clausurado de las notas que constituyen una cosa. El cierre lo conforma cada nota siendo nota-de todas las demás, cierre que cobra la figura de círculo para expresar que cada nota actúa en conjunto sobre cada una de las restantes y sobre el conjunto de ellas. Es lo que Zubiri llama clausura cíclica del sistema (SE. 146), que otorga suficiencia constitucional a la cosa. La sustitución de la idea de “sustancia” por la de “sustantividad” y la concepción de ésta como conjunto estructurado y sistemático de notas es clave en la metafísica de Zubiri. Pretendiendo elaborar una teoría de la realidad que no identifique realidad y sustancia, utiliza Zubiri el término “sustantividad”, que es “la estructura radical de toda realidad [que] expresa la plenitud de la autonomía entitativa. La prioridad del rango en orden a la realidad en cuanto tal, no está en la sustancialidad sino en la sustantividad” (SE. 87). Zubiri introduce por primera vez este concepto en el curso “Cuerpo y alma”, impartido entre octubre de 1950 y junio de 1951, restringiéndolo a los seres vivos con cierta independencia y control sobre el medio. En 1952, en el curo “Filosofía primera”, Zubiri afirma que además de los seres vivos también son sustantividades los cuerpo físicos, definiendo la sustantividad como aquello en virtud de lo cual cada cosa tiene una consistencia y unidad internas. (COROMINAS Joan y VICENS, Joan Albert. Xavier Zubiri. La soledad sonora. Taurus, 2006, pp. 560 y 572).
Las notas constitucionales de una sustantividad pueden estar fundadas en otras o no estarlo. Entre las notas constitucionales hay algunas que están fundadas en otras,  pero las hay también que no están fundadas en otras sino que por ser infundadas no reposan en otras. Por ello estas notas, más que constitucionales son constitutivas. Por ejemplo, un albino tiene como notas constitucionales la ausencia de pigmentación en pelo, piel y ojos, pero éstas no son notas constitutivas porque se hallan fundadas en las notas del genotipo, en los genes. Zubiri advierte que estas notas serán constitutivas a menos que a su vez estén fundadas en otras. Establecer si hay otras notas que fundan las notas del genotipo es un problema que atañe a la ciencia.
La sustantividad, hemos dicho, es el sistema con suficiencia constitucional. Pues bien, este sistema tiene un subsistema, formado por las notas constitutivas, que es la esencia del sistema. Un subsistema, según Zubiri no es un sistema (una sustantividad) en sentido estricto; no posee suficiencia constitucional, pero sí posee “cierto carácter de sistema dentro del sistema total”. “Sub” significa “dentro de”, lo que expresa que el subsistema no es algo oculto tras el sistema, sino un momento formal del sistema. Las notas esenciales forman un subsistema dentro del sistema que es la sustantividad (SE. 192). La esencia es el “conjunto unitario de notas que necesariamente posee la cosa real (…) es una unidad primaria (…) el principio de sus demás notas, las del sistema, las de la sustantividad” (SE. 98). La esencia es, por tanto, el principio estructural de la sustantividad, el conjunto de notas sobre el que (y al que) se añaden otras notas para formar una sustantividad: el sistema de notas necesarias y suficientes para que una realidad sustantiva tenga sus demás notas constitucionales y incluso las adventicias. Sobre la esencia, pues, como principio estructural, se construye la cosa real. Es el sistema entero el único que posee realidad, pero constituyéndose sobre las notas esenciales. Como tal principio estructurante, la esencia es esencia “constitutiva”, pero la esencia tiene a sus vez una función especificante por la que es esencia “quidditativa” (SE 233): por compartir la esencia genética es por lo que decimos que dos individuos son de la misma especie, por lo que decimos que la nueva realidad pertenece al phylum, y recíprocamente que el phylum es lo que ha permitido que la esencia, que no era más que constitutiva, se haya convertido en una esencia específica quidditativa.  Respecto a la evolución de la materia y los organismos, la importancia de la esencia radica en que si se alteran las notas esenciales ya no se tiene la misma sustantividad pero modificada, sino otra realidad, otra cosa. Si se destruye la esencia se destruye la misma realidad sustantiva (SE 249).
Pero la realidad no es la esencia y lo demás de la esencia (las notas inesenciales) una apariencia de realidad, como se ha considerado tradicionalmente. No hay una esencia escondida tras la cosa real, sino que la cosa real es realidad esenciada, esto es, una sustantividad construida a partir de una esencia. Es la sustantividad, la cosa constituida en su unidad, lo que aparece primariamente, lo que se actualiza en la impresión, y no un sustrato sustancial al que se le añaden accidentes. Por eso la realidad recae sobre la sustantividad. La idea es clara: Zubiri no acepta que haya algo más real que la totalidad de la cosa, algo así como una sustancia más real que haga ser a una cosa precisamente esa cosa. La sustantividad nos dice que las cosas son tales por la estructura del todo, en vez de la realidad mayor de una de ellas. Con la idea de sustantividad Zubiri trata de abordar filosóficamente la realidad, de acercarse a las cosas atendiendo a su realidad y no buscando una sustancialidad que sea la verdadera realidad despojada de sus apariencias. El concepto de sustancia, cree Zubri, ha impedido ver la realidad como lo que es: estructura dinámica.
Las cosas reales, como ya he dicho, poseen multitud de notas que forman una unidad intrínseca, esto es, una unidad no basada en la mera adición de notas, sino una unidad sistemática. Una nota es siempre una nota en un sistema dado. Un sistema posee propiedades aditivas, que resultan de la suma de los elementos que componen la estructura, y propiedades sistemáticas, que no pueden ser reducidas a la suma o combinación de las notas de la estructura. Con respecto a las aditivas, las sistemáticas suponen una novedad radical, lo que tiene como consecuencia -y esto es esencial- la irreductibilidad de las propiedades sistemáticas a las propiedades de sus componentes. Si estas notas se separaran, si perdieran su conexión, como ocurre a veces, el sistema desaparecería por desintegración.
“Un sistema posee varios caracteres fundamentales. Ante todo la interna concatenación e interdependencia de todas sus notas” (SE 144). Para explicar esta unidad estructural de las notas en el sistema Zubiri convierte la “nota” en “nota-de”, pues la nota lo es sólo estando articulada con las demás. Esa articulación es lo que expresa el “de”: la unidad de las notas, el hecho físico, real, de que la nota de una cosa sea en la cosa nota de todas las demás, la primacía del todo unitario sobre los elementos que lo integran. La importancia del “de” reside en que es en él y no en la nota, en lo que consiste el sistema. Y el “de” no expresa una relación entre cosas reales, sino que es un momento intrínseco de la realidad. La realidad última y primaria de una cosa es ser un sistema de notas. Para ser realmente sistemático el conjunto de notas de una sustantividad debe ser clausurado (que las notas formen algo completo) y cíclico (que cada nota esté condicionada por todas y condicione a las demás). No hay, pues, ningún sujeto distinto u oculto detrás del sistema. No hay más que el sistema mismo, al que Zubiri llama “la unidad constructo de notas”. Este sistema constructo se manifiesta, se patentiza como estructura. Si bien es cierto que las notas tienen un contenido propio, ninguna nota tiene realidad por sí misma, sino como nota-de una unidad; sólo la sustantividad, el constructo entero tiene realidad propia (SE. 475). El “de suyo” que se actualiza en la intelección es estructura, no sustancia, ni esencia, ni sujeto.
Las notas, pues, no forman meros sistemas de relaciones sino estructuras. Para subraya el aspecto no meramente relacional de las notas dentro del sistema y de las sustantividades entre sí, acuña Zubiri el término “respectividad”. Las notas no están en relación unas con otras dentro de un sistema, sino que las notas son constitutiva y estructuralmente respectivas. Respectividad que no es conceptual, sino física (SE. 289), e insistirá Zubiri en muchos de sus cursos y publicaciones en que toda la realidad es respectiva en cuanto realidad, es decir, que la respectividad no es una relación entre cosas reales, sino un carácter metafísico de la realidad, un momento determinante de la constitución misma de cada relato: la respectividad se identifica con la cosa, no es nada distinto de ella. La respectividad afecta a la constitución de cada cosa; cosa que no empieza siendo ella misma lo que es para luego ponerse en relación con otras cosas, sino que ocurre justamente al revés: lo que cada cosa es, es constitutivamente función de las demás (SE. 427). La respectividad no es nada distinto de la cosa misma, es decir, una relación entre cosas, sino su interna, su intrínseca constitución.

Dimensión “talitativa” y dimensión “trascendental” de la realidad.
Hemos visto hasta ahora que todo lo real está constituido por ciertas notas, que el sistema cuyas notas tienen suficiencia constitucional (estructural) es lo que Zubiri llama sustantividad, que sobre la esencia (subsistema de notas esenciales) se constituye la sustantividad, y que todas estas notas son respectivas. Pues bien, todas las cosas reales tienen otro momento que excede al contenido, que excede a sus notas, a su ser determinado (lo que hace que algo sea, por ejemplo, plata, perro u hombre); y es que son reales. Realidad no es una nota más de las cosas, sino un carácter que trasciende a todas las cosas independientemente de las notas que éstas tengan. Pero no es un algo que tenga existencia más allá de las notas, sino una dimensión de la cosa real. Realidad es realidad de tal cosa. Sólo hay la realidad de las cosas concretas. Es así que la trascendentalidad de toda cosa es un momento “físico” de ella.
Los dos momentos de cada cosa real son, respectivamente, su momento talitativo y su momento trascendental, que se dan de forma simultánea y están articulados de tal manera que hay prioridad de lo trascendental, ya que “realidad” es un carácter que trasciende al contenido talitativo de lo real. Pero ocurre que al orden trascendental sólo se accede desde el orden talitativo. Sólo la percepción de las notas específicas de las cosas nos da acceso a su carácter inespecífico de realidad. Sólo percibiendo el conjunto estructurado e integrado de notas que es la sustantividad (lo específico) percibimos el carácter de realidad de esa misma sustantividad (lo inespecífico). Es el contenido específico de las cosas reales lo que determina su carácter trascendental.
De la talidad, asimismo, también deben considerarse dos aspectos: “según aquello que ella es en sí misma, y según lo que trascendentalmente determina. Y esto último es lo que temáticamente llamo “función trascendental” (SE 425). Es decir, talidad no es el simple contenido de las notas, sino que es este contenido en aprehensión, teniendo una “formalidad”. Con la noción de formalidad, como ya sabemos, se refiere Zubiri a cómo queda “lo otro” en la aprehensión. En el animal queda como estímulo, en el ser humano como realidad: formalidad de estimulidad, que hace a la cosa cosa-estímulo, o formalidad de realidad, que la hace cosa real. Las notas, pues, hacen que la cosa sea “tal” realidad y no otra, pero además hacen que posea una forma de realidad concreta con la que se implanten en el contexto de las demás cosas, es decir, le determinan un “modo” de realidad, un modo de ser real. Distingue Zubiri entre forma y modo de realidad. Forma de realidad es el sistema de notas que constituye la unidad de una cosa. Es esta forma lo que percibimos, y no notas sueltas o en caótico conjunto. Por otra parte cada forma de realidad tiene un modo de implantación diferente; es el modo de realidad. El ser humano, por sus notas psíquicas y orgánicas, posee una forma de realidad por la cual se implanta en el contexto de las demás cosas de un modo determinado: inteligiendo sentientemente o sintiendo inteligentemente, es decir, aprehendiendo las cosas como reales. El animal, en cambio posee una forma de realidad por la cual se implante entre las cosas sintiéndolas como estímulos. Las notas del perro hacen al perro “tal” perro, pero además le determinan una vida sentiente (y al hombre una vida inteligente y al vegetal una vida que consiste en vegetar).
En la articulación entre el orden talitativo y el orden trascendental, tal como la plantea Zubiri, se encuentra la frontera entre una filosofía de la inteligencia y una filosofía de la realidad. En esa frontera se sitúa el ser humano, la única sustantividad que por su estructura psico-física aprehende las cosas en tanto que cosas reales. La formalidad de realidad es inespecífica: aprehendemos que algo es real, es decir, el nivel trascendental de la realidad. La aprehensión de los contenidos de la cosa real siempre es específicamente determinada: aprehendemos “tal” cosa real, esto es, la realidad en su nivel talitativo.
En consecuencia, aprehender lo real supone aprehender lo específico y lo inespecífico de la cosa, su contenido y su formalidad, que son dos dimensiones de la cosa percibida. No hay sino una sola impresión: al sentir intelectivamente cualquier cualidad estimulante, la inteligencia está abierta a la cosa-realidad, a la cosa específicamente determinada -la impresión de, por ejemplo, de ese rojo real-  y a la realidad allende toda especificidad (lo realidad inespecífica del rojo o del verde), y por lo tanto, abierto a cualquier cosa (SE. 416). Es por esto por lo que Zubiri dirá que el hombre es esencia abierta. Pero como ya se ha dicho: a lo trascendental se accede siempre por lo talitativo, sintiendo tales o cuales cosas; son las notas específicas de la cosa las que no estimulan y nos abren al inespecífico carácter de realidad. No hay realidad sin cosas reales.
Zubiri, X. Inteligencia sentiente. Inteligencia y realidad. Sociedad de Estudio  y Publicaciones. Alianza. Madrid. 1980 (IRE).
Zubiri, X. Sobre la esencia. Sociedad de Estudios y Publicaciones. Madrid. 1962 (SE).
José Javier Villalba Alameda.

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