lunes, 3 de agosto de 2015

A modo de desagravio: riqueza de la filosofía en Japón

Aunque cada tanto paso por aquí para leerlos, hacía tiempo -más de un año- que no escribía un post. Sigo viviendo en Osaka, una ciudad que, a pesar de sus reducidas dimensiones y la superpoblación, está tan armónicamente distribuida que no se siente el agobio típico de una gran ciudad. El idioma es  mi principal dificultad, aunque lentamente hago progresos. Por cierto se trata de una lengua tan distinta a nuestros idiomas latinos, incluso a toda la familia indo aria, que no tienes punto de apoyo posible en casi ningún aspecto. A lo cual hay que agregarle la escritura, que está considerada una de las más complejas del mundo, sino la más, y es un fiel reflejo del espíritu japonés: su notable propensión y aptitud para asimilar lo ajeno y transformarlo imprimiéndole características netamente japonesas.

Pues bien, dentro de ese espíritu japonés de asimilación y transformación hay que incluir también su filosofía. En mi último post, no sin arrogancia pero sobre todo por ignorancia, una ignorancia compartida por muchos (consuelo de tontos…), dije que a los japoneses el filosofar "no les sale del todo bien". Al decir eso no sólo me faltaba información sino que sin darme cuenta me hice cargo del prejuicio -elevado por Heidegger a la categoría de un dogma- de que la filosofía es occidental, y más propiamente europea. Así que en este post quiero hacer una suerte de desagravio a los pensadores japoneses, que por cierto merecen ser leídos y ocupar su lugar dentro del concierto universal del filosofar. De todos modos seré muy breve y general porque el tema da para mucho. 

No hay filosofía en Japón si por filosofía se entiende, como sucede muchas veces, la historia de la filosofía. Pero si llamamos filosofía al quehacer filosófico como tal, debemos decir que los japoneses se han sumado al mismo desde comienzos del siglo XX y han perseverado en ello hasta hoy. Y tal como corresponde al espíritu que mencionaba arriba, han hecho de ese quehacer algo propio. Es decir algo que refleja su propio modo de experimentar y comprender la vida. Hablando muy rápido puede decirse que la filosofía japonesa es la filosofía europea reabsorbida en un suelo budista.

Así, muchas de las categorías conceptuales y grandes tópicos del filosofar europeo se reinterpretan de modo peculiar bajo la luz de nociones budistas como vacío (ku), lugar (basho), etc. Y además permeando toda la reflexión se encuentra siempre una intuición de la totalidad. Un japonés no puede concebir, al menos no como lo hace el occidental, un sujeto subsistente del cual se predican cosas, ni un comienzo y final absolutos, ni muchas otras ideas que los occidentales heredan de Europa, y que ésta a su vez hereda del extraño maridaje entre las culturas griega y semítica. Para el japonés el sujeto y sus predicados son intercambiables, y el comienzo y el final también. Pues la totalidad, el único sujeto real de toda predicación, está siempre presente en las partes. No es casual que los filósofos japoneses muestren cierta predilección por Hegel o por Bergson, salvando las distancias entre ellos, pues son pensadores en los cuales la conciencia de la totalidad está más presente que en otros.

Por otro lado, el pensar japonés no se disocia nunca de la intuición. No hay nada parecido al racionalismo puro y duro de algunos occidentales, pues, por herencia budista, para ellos la especulación nunca descansa enteramente en sí misma: camina siempre sobre un evasivo suelo que la trasciende. Por eso no es casual tampoco que valoren especialmente a figuras como Nicolás de Cusa o Schelling, otra vez salvando las distancias, pues son autores en los cuales la especulación sabe ceder ante la intuición pura, donde el conocimiento como saber cede ante saber del “no saber”, la docta ignorancia.

Para darle un poco de cuerpo a estas generalidades digamos que en el concierto filosófico japonés se destacan: por un lado, la escuela de Kyoto, con su fundador Nishida, y sus más notables exponentes, por ejemplo Nishitani. Por otro lado, un pensador que no se deja encerrar en el molde ninguna escuela, el inmenso Toshihiko Izutsu.

La escuela de Kyoto es expresión de una interiorización y reelaboración japonesa de la filosofía europea.  Y como tal lleva la huella del momento en que se produce la apertura de Japón hacia el mundo filosófico: el siglo XX y el ascenso del nihilismo. En cierto sentido puede decirse que la escuela de Kyoto es la respuesta japonesa al nihilismo europeo. Una respuesta superadora, pues no se queda encerrada en el clisé de la "anti metafísica" ni tampoco pretende volver a ninguna positividad, sino que absorbe el nihilismo contra el fondo del pensamiento budista y lo reinterpreta.

Dicho sea de paso, la palabra japonesa “vacío”  (ku), utilizada en la tradición budista para aludir a la verdadera naturaleza de todos los fenómenos, se refiere en el habla ordinaria al “lugar vacante”. Y en su uso filosófico alude a la posibilidad indeterminada que subyace a todo lo determinado. Por eso su asimilación a la “nada” del nihilismo europeo, es inapropiada. Decir de un lugar vacío que es nada no es lo mismo que decir que es la posibilidad de algo. El "vacío" de la filosofía japonesa es fecundo, y está dotado de una energeia, por lo cual no puede ser asimilado a una mera nada.  

Por otro lado, está el inclasificable, y para mí mucho más interesante que la escuela de Kyoto, aunque esto es muy personal, Toshihiko Izutsu. Un autor sumamente prolífico del cual probablemente no sabríamos nada los occidentales si no fuera porque realizó un interesante trabajo sobre Ibn Arabí, que llegó a ser un "clásico" dentro de los estudios sobre el sabio de Murcia. Hablar de Izutsu me llena de entusiasmo, y por eso corro el riesgo de extralimitarme, así que sólo diré algunas cosas generales, y espero pronto terminar, y publicar en algún lado, un trabajo sobre él que tengo comenzado.

Para decir qué es la obra de Izutsu podemos empezar por decir que no es lo que habitualmente se cree que es: no es la obra de un islamólogo. Pues si bien fue pionero en el estudio del Islam en Japón, y es uno de los autores referentes sobre el tema en el mundo, su trabajo no se reduce de ningún modo al estudio del Islam como "objeto” de estudio. Más bien ese "objeto" fue para él el soporte, uno entre otros, de una reflexión orientada por una búsqueda interior más allá de cualquier temática particular: la íntima aunque paradójica relación entre Trascendencia y Palabra.

No por nada el propio Izutsu llamaba a su actividad "filosofía del lenguaje". Aunque esa denominación debería ser tomada, en su caso, en un sentido muy distinto al que tiene en los estudios seculares del mismo nombre. Más bien, si nos empeñamos en ponerle una etiqueta, habría que llamar a su actividad "metafísica del lenguaje". Y sus estudios sobre el Islam deben ser comprendidos, a mi juicio, dentro de ese horizonte. Una metafísica del lenguaje es una pregunta por la dimensión metafísica del lenguaje, una interrogación sobre la relación entre el Principio último y la palabra.   

Izutsu estudió alrededor de treinta lenguas y se dice que dominaba al menos diez de ellas. A los veintitrés años tradujo a Eliot, pocos años después escribía sobre la historia del Islam y sobre gramática árabe, siendo todavía joven hizo la primera traducción del Corán al japonés, a lo largo de su vida estudió a Ibn Arabí, Mulla Sadra, Hamadani y otros sabios de la gnosis islámica, y escribió sobre ellos. Pero también estudió el taoísmo, el confucianismo, el budismo, el Vedanta, y escribió sobre ellos. Así como sobre literatura rusa, lengua china e indostánica, y muchos otros temas.

Se trataba, por cierto, de una mente que no puede encerrarse en ningún campo de especialización. Pues donde hay una especialización quien comanda es el tema, el campo de estudio.  Mientras que en Izutsu, como en todo metafísico, el tema es sólo el lugar y soporte de una interrogación que apunta más allá de todo tema. Izutsu quería elucidar, y articular en un discurso coherente hasta donde fuera posible,  el misterioso nudo entre lo Absoluto inefable y la Palabra en tanto sin ella no habría cosmos ni sentido.  En esas aguas orillaba este notable autor.

En fin, la contribución de ambos, la escuela de Kyoto e Izutsu, a la cultura filosófica mundial es digna de respeto. Espero que este post,  aunque demasiado general, sirva como reparación de mi "injusticia” con los pensadores japoneses. Y ha sido un gusto para mí, por cierto, volver a compartir con Uds. -José, Ana, Encarna, Luis y los otros- en éste estupendo blog.

Nota posterior: al mes de publicado este post pude terminar el trabajo sobre Izutsu al que hice referencia aquí arriba. Me permito citarlo por si a alguien le interesa: Palabra y Trascendencia en Toshihiko Izutsu

9 comentarios:

  1. Desconocemos Japón y su cultura, otro mundo muy diferente al nuestro. Siento que a veces tenemos cierto desprecio o menosprecio por pura ignorancia y desinterés.
    Justamente en lo que hablas de vacío que no es nada y que permite el despliegue de la acción, no está tan lejos de ciertos desarrollos ontológicos contemporáneos, me recuerda algo que acabo de leer este verano en el libro de Luis Sáez, un filósofo granadino, gran conocedor de a filosofía contemporánea cuya lectura recomiendo, a mí me viene muy bien para introducción y explicación de los desarrollos más actuales de la filosofía europea. Escribí esto

    http://quintadelmochuelo.blogspot.com.es/2015/08/decadencia-de-la-admiracion.html

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  2. Otro arcano que me descubres, Ana :-) No sabía de Sáez así que iré pronto a quitarme el tufo de asno...

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  3. Interesantísima entrada, Max. Debes prodigarte más en nuestro blog. Tengo curiosidad por saber si estos autores están publicados en español, ¿cómo has accedido a ellos? Muy interesante esa superación japonesa del nihilismo europeo. Ahora se cumplen cincuenta años de la muerte del autor de Elogio de la sombra, supongo que conoces la obra. Creo que la reseñé en Signamento... Saludos desde el otro lado del mundo.

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  4. Gracias por tu interés y amabilidad, José.

    En cuanto a los autores que cité: mi japonés es aún muy limitado como leerlos en su lengua (sólo puedo cotejar alguna que otra frase o palabra, o curiosear acerca del ideograma que corresponde en japonés un concepto que encuentro en inglés). De modo que los leo en traducciones (Izutsu ha escrito algún que otro trabajo directamente en inglés).

    De Nishida y Nishitani no tendrás dificultades para encontrar materiales en la web y gratuitos, y además en español. Si te interesa la relación con el nihilismo europeo pienso que Nishitani debería ser tu prioridad (busca "La religión y la nada"). Pues Nishida, a mi juicio, tiene un valor más bien fundacional pero finalmente sus aportes no son tan relevantes (excepto su idea de "lugar" que es interesante). Encontrarás gratis su "Pensar desde la nada" en una edición pdf

    En cuanto a Izutsu lo único que hay en español es su importante trabajo sobre Ibn Arabi ("Sufismo y taoísmo"). Ese también lo puedes conseguir gratis en Internet. Y en Internet también hay varios trabajos suyos en ingles: "Language and magic", "The concept and reality of Existence", "Basic problems of abstract quiddity", y varios más. No tendrás dificultad en encontrarlos y descargarlos gratuitamente.

    En una biblioteca de Osaka encontré un interesante libro sobre su obra, y que fue el que me abrió los ojos acerca de la verdadera dimensión de Izutsu: "Toshihiko Izutsu and the Philosophy of Word: In Search of the Spiritual Orient" de un joven autor japonés llamado Eisuke Wakamatsu. Ese lo tengo fotocopiado en papel, y no he visto que haya edición digital.

    No leí Elogio de la sombra, así que te agradezco el estímulo. Iré a ver tu reseña para empezar.

    Abrazo

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  5. Esa idea de la totalidad presente en las partes me recuerda al microcosmos de los humanistas y a la mónada de Leibniz, quien por cierto se acercó con interés y agudeza excepcional al pensamiento oriental.

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  6. Muchísimas gracias por las referencias, voy a ver qué pesco para mi kindle. Respecto a Tanizaki y su Elogio de la sombra aquí tienes una síntesis y comentario de la obra que leí no hace mucho a sugerencia de un ceramista casado con una artista japonesa muy andaluza llamada Hisae, ;-)): http://anthropotopia.blogspot.com.es/2013/04/bellas-tinieblas.html

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  7. Está disponible en red la tesis doctoral de Juan José López Pasos: "Esencia y vacío en la obra de T. Izutsu y K. Nichitani. Te puede interesar, Max porque hay amplias referencias al japonés...

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  8. Gracias por todas las referencias José.

    Tengo mucho por estudiar. De hecho la escritura japonesa por sí sola es un verdadero "objeto" filosófico, si vale la expresión. Cada ideograma o "kanj" (literalmente: "letra china" aunque no todos provienen de china), y cada familia de ideogramas es un pozo profundo de donde extraer sentidos a veces totalmente inesperados. Digo esto porque el pensamiento de esos autores no puede ser disociado, a mi juicio, de esa base, tan distinta a nuestros idiomas y a la escritura alfabética.

    A lo cual se debe sumar el suelo budista. En el cual nunca existió eso que el genial pedante de Heidegger llamó la "onto teología". Nunca ha habido aquí una concepción positiva del ser (el ser reducido a lo ente), por lo cual tampoco cabe hablar de nihilismo en el sentido nietzscheano. Nishitani comprendió la diferencia entre ambos mundos y si bien le prestó mucha atención al nihilismo europeo, no hizo ninguna asimilación rápida. Hay que tenerlo en cuenta al leerlo.

    En fin el tema da para mucho. Gracias otra vez por tu interés y aportes.

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  9. A un mes de publicado el post sobre los japoneses, me he permitido agregar al final del mismo un enlace a un pequeño trabajo mío sobre Izutsu. Lo reitero no porque quiera llamar la atención sobre mi trabajo, muy limitado por cierto, sino porque quiero difundir su obra y pensamiento: http://laescalera-sophia.com.ar/teosofia/IzutsuPalabraTrascendencia.pdf

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