sábado, 19 de abril de 2014

NECESIDADES DEL CUERPO Y DEL ALMA

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Escrito por Ana Azanza

Se ha presentado en Madrid el libro de Silvia María Valls y Mailer Mattié titulado "Las necesidades terrenales del cuerpo y del alma. Inspiración práctica de la vida social", editorial La Caída, 2013. Ambas autoras dirigen el Instituto Simone Weil y comparten el interés por esta filósofa a través del Atlántico Silvia María Valls reside en el corazón de México y Mailer es una venezolana afincada en Madrid y voluntariamente apartada de la vida académica.
 Lamentablemente no pude acudir al evento, pero Mailer Mattié ha tenido la gentileza de enviarme y dedicarme un ejemplar lo que le agradezco públicamente. Simone Weil de la que escribí hace no mucho nos ha unido virtualmente.




El audio de la presentación se puede escuchar aquí.
Mailer Mattié
En la charla además de Mailer Mattié intervienen Prado Esteban  y Félix Rodrigo Mora, autores de un libro sobre "Feminicidio o autoconstrucción de la mujer" que quizás interese a don José Biedma por el reciente trabajo que nos presentó sobre ciberfeminismo. Aunque desvía del tema Simone Weil es interesante escuchar la crítica de Prado al feminismo oficial.

Prado Esteban dice que  ella como la que esto escribe ha caído en la órbita de esta filósofa además de por sus escritos por su "vida ejemplar". La vida de Weil fue una vida ejemplar, con aciertos y equivocaciones, pero una vida humana entregada a una causa. Precisamente lo que hoy nos falta. Simone tenía ideales y se entregó a ellos. Recupera  un elemento central de la educación: la propuesta de vidas ejemplares a la juventud.

La propuesta de espiritualidad weiliana parte de la vida real. Tanto Mailer como Prado dicen que Weil no era religiosa, yo diría que es religiosa pero "no eclesiástica". En cualquier caso, la necesidad de alcanzar las grandes metas que se propuso le llevó a superar el miedo al sacrificio. El sacrificio llega cuando se quieren realizar valores. Algo que también hoy hemos olvidado, queremos transmitir valores sin hablar del sacrificio que ello conlleva.

Hablamos de autoconstrucción del yo, de espiritualidad, y las propuestas modernas van orientadas al narcisismo, nos interesa el propio crecimiento personal. Pero Simone vivió una vida valiosa para sí misma en la medida en que se volcó hacia el mundo. No trabajando para una ONG o ejerciendo algún tipo de caridad, sino saliendo a reunirse con los "desgraciados", en aquel momento, los obreros de las fábricas de cultura taylorista. Compartiendo las duras y extenuantes jornadas. El embrutecimiento. Los desgraciados del mundo tienen más necesidad de grandeza que de pan. En ese sentido no se contentaba con hablar de elevados pensamientos para luego olvidarse y pasar a otra cosa. Luchó por cambiar la palabra por la acción. Sus dos textos "L'enracinement" y "La condición obrera" nos hacen entender la vida humana. Quiere incorporar el ideal a la vida, no hacer sólo una retórica a propósito de la verdad o del ideal de verdad. Como bien dice Prado las verdades de Simone Weil son sencillas de ver pero muy difíciles de entender y de hacer.

Mailer Mattié destaca que los contemporáneos de Simone no estaban preparados para entender su obra. Hoy hemos visto y recogido los desastres de la sociedad moderna basada en el lucro como único fin, por tanto estamos más receptivos que ellos. El problema de la sociedad actual es que es el reino de la necesidad imposible de satisfacer. Rige la ley de la reclamación de derechos, olvidando nuestros deberes como habitantes de la tierra, un planeta del que no se conoce repuesto. Los medios se convierten en fines, por muchos derechos que formulemos, no hay medios para satisfacerlos.

Sólo podemos limitar el mal creando medios para satisfacer las necesidades humanas y eso sólo es posible a través de lo espiritual. Hoy lo espiritual ha sido sustituido por la técnica, pero lo espiritual es lo que nos hace humanos, y es la condición de la inteligencia humana. Platón fue el primero que lo entendió. En nuestra sociedad de capitalismo global depredador nos damos cuenta de los desastres que provocamos cuando olvidamos esa pura verdad. La espiritualidad es la fuente del bien susceptible de existir en el mundo, es la fuente de la belleza, de la subordinación a las obligaciones. En ausencia de espiritualidad todo se vuelve infrahumano.

Weil se inspiró en los cátaros y su visión de la sociedad armónica como reflejo del universo creado por Dios en el que los contrarios se complementan. Las necesidades del cuerpo, alimento, calor, reposo, aire limpio y ejercicio físico. Las necesidades del alma, equilibrio, templanza, armonía en la unión de los complemetarios: igualdad y jerarquía, libertad y obediencia voluntaria, verdad y libertad de expresión, soledad y vida social, propiedad personal y propiedad colectiva. La principal de todas las necesidad del alma es el arraigo, sentir que formamos parte del universo y que la vida social debería reflejar esa armonía.

Es preciso participar en tareas colectivas que satisfagan la necesidad tan humana de sentirnos útiles. Justo lo contrario del trabajo mecánico en la cadena de montaje. Cada ser humano es insustituible y así debería sentirse. En la sociedad actual la utilidad se restringe al mercado de trabajo. Es importante la cultura, la sensación de pertenencia por la lengua, la cultura, la historia, la perspectiva de futuro de una comunidad. Todo lo que desarraiga es lo peor para el hombre. La falta de perspectiva para la juventud en la sociedad española es desarraigo. También lo es el sistema educativo que tergiversa o no cree en el conocimiento y la verdad.
Weil opina que no conocemos la verdadera democracia porque la democracia es prisionera del Estado. El Estado y la práctica política se han convertido en fines.

Félix Rodíguez Mora destaca como el trabajo en la fábrica disuelve la capacidad de pensar. Weil se dio cuenta de que los intelectuales marxistas que encabezaban la revolución proletaria en realidad nunca habían visto la fábrica de cerca, no sabían de qué hablaban. La fábrica te hace "dócil", acostumbra a "ser humillado" por el capataz. A los que vigilan no les gusta la sociablidad de los trabajadores, pueden ser focos de rebelión. Weil dijo que los que hablaban de la misión del obrero lo único que querían era llegar al poder.

Rodríguez Mora defiende que el trabajo fabril destruye al ser humano, no así la sociedad rural. El trabajo asalariado es esclavitud, y este filósofo critica duramente a la izquierda que sólo sabe reivindicar altos salarios. El trabajo se ha convertido en un tormento y debería de ser fuente de satisfacción personal y colectiva. Compara nuestra época con el final de la esclavitud en el mundo antiguo, debemos de encontrar otra forma de trabajar más gratificante, que nos haga personas, sentirnos útiles e insustituibles, como debería ser por nuestra condición espiritual.

Contra el marxismo Weil dice que las necesidades espirituales están por encima de las materiales. No se trata sólo de asegurar el sustento, sino de hacernos más humanos, más libres, más responsables, más sociables por ese trabajo. Orwell descubrió en los años 30 que el fascismo reivindicaba necesidades espirituales de las que los partidos de izquierda se habían olvidado. Ahora que parece que renace la extrema derecha en Europa, viene bien replantearse el asunto de lo "espiritual" como reivindicación política. Queremos ser tratados como personas, no como meros consumidores o meros números de una estadística. Y la mejor forma de conseguirlo es comportarse como tal.
Rodríguez Mora denuncia el encanallamiento de la sociedad actual sin espiritualidad ninguna y la degradación de la izquierda.

Ken Karo Siwa, (1941-1995)
El libro se divide en dos partes. Mailer Mattié ocupa las 140 primeras páginas a las que titula "Palabras de entretiempo". Recoge experiencias actuales de supervivencia cultural y humana a la locura del mundo en el que vivimos, dominado en su mayor parte por las falsas necesidades artificiales de la finanza y la economía. Me refiero a un sistema económico cuya finalidad no es subvenir a las necesidades reales de los seres vivos del planeta sino enriquecer a una ínfima minoría a costa de la gran mayoría. Entendemos que entre los afectados por esta locura está el propio planeta en su conjunto.

 Mailer nos hace descubrir un puñado de experiencias actuales de seres humanos que luchan por escapar a esa locura globalizada. Nos informa sobre Ken Saro Wiwa, escritor nigeriano, asesinado por activismo contra los intereses de una petrolera en su país. Las actividades de dicha petrolera afectaban gravemente a la vida de las comunidades nigerianas y al medio ambiente. O también el feminismo de las mujeres bolivianas organizadas en "Comunidad mujeres creando Comunidad" liderado por Julieta Paredes. Estas mujeres tienen entre los suyos un objetivo bien "weiliano": la igualdad entre trabajo intelectual y manual y el reconocimiento de la diversidad de las mujeres.
Julieta Paredes, activista feminista boliviana
En otro interesante artículo muestra la revitalización del conocimiento médico mapuche, cultura originaria del sur de Argentina y Chile. Los indios mapuches para curar hablan al alma, un método prácticamente olvidado en nuestra medicina occidental basada únicamente en los fármacos y los adelantos técnicos. Simone Weil hubiera estado de acuerdo en que la enfermedad tiene en su origen del alma.

Ivan Illich, weiliano en tantos escritos, nos muestra de la mano de Mailer Mattié que las instituciones industriales tal como las tenemos organizadas, educación, medicina, transporte y alimentación atontan, enferman  y paralizan.

Interesante paso de Mailer por el uso de las contradicciones, otra enseñanza de Simone Weil sobre cómo funciona el mundo en realidad. Hay un uso legítimo y uno uso ilegítimo de ellas, ya que el mundo está hecho de contradicciones legítimas que lo hacen andar, pero también tenemos las contradicciones ilegítimas que destruyen el mundo como muestra el cambio climático.

Esto son sólo algunos ejemplos del interés de este libro, que destaca por salirse de lo políticamente correcto, proponiendo soluciones muy diferentes de las que estamos acostumbrados a leer y oír.


Mama Tránsito Amaguaña, la justicia y la libertad sólo se alcanzan luchando con honestidad

La segunda parte de libro es de Sylvia María Valls, filósofa y escritora cubano-norteamericana-mejicana, por ese orden biográfico. Se titula "De lo personal a lo impersonal". Sylvia María nos narra su encuentro intelectual con los escritos de Simone Weil, explica porqué le calaron hondo. Y se centra en la utilidad del weiliano "Estudio para una declaración de las obligaciones hacia los seres humanos", texto base de este libro.  Entre otros usos, la filósofa francesa, "mi marciana" para Alain, enseña a desenmascarar las palabras huecas y las palabras trampa. El verdadero poder de este mundo son esas palabras huecas que según Karl Polyani, es una gran ilusión construida por el liberalismo decimonónico. Weil fue de los primeros pensadores de izquierdas en aborrecer el estalinismo, en los años 30 era una rareza. Escudriñar el pasado como medio para avanzar hacia el futuro es el objetivo que se marca Sylvia María con ayuda de la valiosa aportación de Weil.
Sylvia María Valls
Da detalles de la vida de la que fue llamada "Virgen Roja", Simone Wiel una vida entregada de tal modo a la verdad que rechazó cualquier tipo de nexo humano que pudiera comprometer esa búsqueda. El compromiso social hizo de ella una "guerrera implacable". Fijó su vista en el fin último, todo lo demás son bienes relativos a aquel y para nuestra desgracia como humanidad somos incapaces de no embelesarnos con los meros medios.

Los valores morales siempre tienen la misma actualidad, lo que no significa que la expresión de los mismos sea la misma en todas las culturas. La mentira jamás ha sido digna de imitación. Simone entre la razón y la sin razón, porque la "inteligencia tiene que reconocer que hay cosas que escapan a su poder".

Nación, Estado, Dinero desarraigan al hombre y el arraigo como ya he dicho es la primera necesidad humana. Pero se trata de un arraigo que está por venir. La verdad impersonal existe y con un poco de serenidad y voluntad, los seres humanos podríamos entendernos sobre lo esencial. Hace falta atención del espíritu. Las ideas están hechas para circular, no para enfrentarse unas a otras y no se necesita tanto debate como diálogo.

Volviendo a las contradicciones legítimas Sylvia María recuerda la que existe entre igualdad y jerarquía en la sociedad. O que "el hombre ordena a la naturaleza obedeciéndola", otra frase de Roger Bacon" del gusto de Simone. Las contradicciones legítimas consisten en reconocerlas y usarlas como dos pinzas o un par de tenazas, que nos permita entrar en contacto con la verdad inaccesible a nuestra inteligencia.

Particularmente revelador de lo "raro" y sugerente del pensamiento de Simone Weil es el análisis de las obligaciones que son absolutas. Un hombre en sí sólo tiene obligaciones, y son los demás desde su punto de vista los que tienen derechos. Las obligaciones atañen a nuestra relación con la belleza y la justicia que no son de este mundo, dato que olvidaron los redactores de la Declaración de Derechos del 4 de agosto de 1789.  Por tanto obediencia consentida y libertad, castigo y honor, entrega a un objetivo común e iniciativa personal en esta entrega, seguridad y riesgo... son algunas de las contradcciones necesarias. Listado de contradicciones que Weil presenta como alternativa a la Carta de Derechos.

Por terminar con un temas de rabiosa actualidad en nuestro país, tenemos la comparación entre el patriotismo, sentimiento que nace porque reconocemos lo valioso y digno de nuestros cuidados, y el nacionalismo, nacido del principio de fuerza  y de orgullo. Tampoco es despreciable la crítica de Simone  a los partidos políticos, medios de crear pasión colectiva que son irrefrenables en su ansia de poder.

Sylvia María Valls va sacando lecciones de una sabiduría rara de los escritos weilianos, una sabiduría que empuja a la acción. Hoy, cuando tanto hablamos de crisis y de cambio de paradigma, Simone Weil es una auténtica mina y estas dos autoras la explotan a cielo abierto. Una lectura en suma que puede cambiar el mundo.
Simone Weil, 1909-1943

3 comentarios:

  1. Lo que más me gusta de tu entrada, Ana, es el entusiasmo que rezuman sus frases. Pascua de resurrección y recreación del espíritu, sin el cual, el verdadero nombre de la muerte tendría que ser, muy "ecológicamente", reciclaje de biomasa homínida... Pero, afortunadamente, las palabras de Simone siguen impulsando a la acción creadora como un firme motivo de esperanza.

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    1. Feliz pascua también a tí. Sí, la resurrección pasa inevitablemente por el sacrificio, es una enseñanza de la vida ejemplar de Weil y de todos los luchadores por diversas causas "pequeñas" aparentemente perdidas relatadas en "Las necesidades terrenales del cuerpo y del alma".

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    2. Gracias de nuevo, Ana... En cuanto a lo de "guerrera implacable"... creo que dije "impecable"... que resulte "implacable" contra algunas cosas de ahí proviene, de su impecabilidad guerrera (como decía el amigo Carlos Castaneda)...

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