domingo, 7 de octubre de 2012

Luc Ferry, espiritualidad laica



Autora Ana Azanza

Llevo tiempo interesada por la obra de Luc Ferry, especialmente me resultó útil su “Aprender a vivir” que es una visión original, fácil, asequible y a la vez profunda de la historia de la filosofía. Lo utilicé el curso pasado en primero de bachiller y me sirvió para aclararme y aclarar a los alumnos de ese curso sobre la “esencia” de la filosofía acompañada de su visión histórica inevitable. En “Aprender a vivir” Luc Ferry se ha esforzado por hacer una selección de las enseñanzas más sabias y perennes de los filósofos de cada época. Me parece una de las formas más acertadas que he conocido de hacer la filosofía pertinente en la actualidad.

En cada capítulo sigue un mismo esquema: teoría, ética, sabiduría. Así recorre los antiguos, la filosofía medieval, la Ilustración, Nietzsche y llega hasta la deconstrucción. Incluso finaliza con una propuesta teórica, ética y “salvífica” postdeconstructivista. Y es que Luc Ferry defiende la filosofía como un saber de salvación sin Dios, porque si pensamos y reflexionamos es para salvarnos de nuestros miedos. Miedo a la contingencia, a la muerte, a la enfermedad, a la desgracia vital, a la pérdida de un ser querido. Asuntos constantes en la vida de las personas, contingencias de las que ni la ciencia ni la técnica nos pueden salvar. De ahí la necesidad de la filosofía.

Por eso me he molestado en descargar y subtitular este vídeo entrevista. Son cincuenta minutos de contenido útil, se sea o no filósofo, profesor de filosofía, o estudiante de filosofía. Me parece que Luc Ferry tiene la virtud de devolver a la filosofía esa dimensión de sabiduría al alcance de todos los que quieran molestarse en reflexionar sobre esas cuestiones de la vida nada fáciles. Las religiones ofrecen una respuesta o muchas respuestas, pero la filosofía también ha dicho y sigue dando ideas, es cuestión de pararse a pensar en esas preguntas.

Es destacable su espiritualidad laica, bien diferenciada de la moral. Personifica a la moral en dos nombres conocidos el uno por su defensa de los derechos del hombre, Bernard Kouchner, fundador de Médicos sin fronteras, y Soeur Emmanuelle, célebre por su trabajo con marginados. Derechos del hombre y benevolencia, respeto al otro y compasión activa, en eso consiste la moral.

Pero la espiritualidad es otra cosa. Esta entrevista tiene lugar en un canal católico, la entrevistadora lo recuerda y le pregunta a Ferry sobre la fe que él reconoce no tener. Hay que destacar que siendo agnóstico y sin ningún afán de conversión por su parte, pone de relieve enseñanzas bíblicas que lamentablemente hoy no parecen estar en el centro de interés de la predicación eclesial.

El cristianismo no es una filosofía, pero Ferry descubre en él enseñanzas filosóficas convenientes a las personas sin necesidad de la fe. También me ha llamado la atención su observación sobre el cristianismo como una religión para la gente “pequeña”, en el sentido de capas bajas de la sociedad y no intelectuales. La predicación evangélica habla al pueblo. La observación de Ferry está muy en consonancia con el tipo de personas que protagonizan el evangelio, gentes del campo, pescadores del lago, habitantes de las aldeas, leprosos, viudas, mujeres. Lo despreciado de la sociedad en general. Da la impresión de que cuando la gente rica y poderosa se interesó por ser cristiana se empezó a estropear el invento.

Pertinente distinción la de Luc Ferry entre fe y creencia, puesto que frecuentemente son dos conceptos que tienden a usarse indistintamente. Hay que diferenciar la fe de la creencia. Especialmente divertida es la parte en la que el filósofo Ferry se defiende de los afanes apostólicos que hacia él muestran personas creyentes.
Tocan temas religiosos, incluso se menciona al actual Papa y su primera encíclica sobre el amor. Pero lo que a Ferry le interesa es lo “secularizable” del mensaje cristiano. Eros, filia y ágape, vida después de la muerte, necesidad de amar lo inmortal en el otro, y necesidad de un proyecto común para que el amor funcione. ¿Por qué se rompen los proyectos amorosos?

La filosofía como espiritualidad laica ayuda a desplazar el miedo que nos atenaza y nos impide vivir. “El miedo nos vuelve egoístas y tontos” dice Luc Ferry y si queremos pensar hace falta libertad. Sería una de las enseñanzas de la filosofía. El sabio es el que ha vencido sus miedos. Todas las grandes visiones filosóficas consistirían en espiritualidades laicas, remedios contra nuestros miedos. Ferry es consciente de que también en la filosofía hay  modas, hace veinte años, era impensable que los estudiantes se interesaran por la espiritualidad, la política lo ocupaba todo. Pero en la actualidad las tornas han cambiando, en eso coincide con el diagnóstico de Michel Serres.

San Agustín acusa a los filósofos de soberbios por querer salvarse con la sola razón. Ferry se defiende recordando la leyenda de Ulises y Calipso, cuando Ulises prefiere ser mortal y envejecer, a la vida inmortal que le ofrece la ninfa de la isla Ogigia. ¿Por qué esos 20 años de Ulises dando vueltas constituyen un viaje filosófico? Ferry desvela que ese viaje simboliza nuestra vida, y explica porqué la solemos echar a perder. A partir del minuto 30:00.

Charlan sobre el amor al enemigo ejemplificado en una experiencia cotidiana para el que tiene hijos, y “ágape”, amor incondicional.

De ahí pasan a la infancia comparada con la vida adulta, del culto a la infancia que hace inútil la educación, puesto que si lo mejor es ser joven madurar no tiene ningún interés.
Menciona la transformación de lo “sagrado” en nuestras sociedades, ¿qué es hoy lo sagrado?  según la etimología ¿qué es aquello por lo que estaríamos dispuestos a sacrificar la vida? Lo sagrado paradójicamente da sentido a la vida.

Su paso fugaz por el ministerio de educación le sirve para exponer las dificultades del político al tener que elegir entre lo malo y lo malo, lo que Weber llama “trágico de la razón histórica”.
Sus demonios nunca dominados e incluso la forma de morir y la evolución que ha sufrido en relación a la muerte aparecen al final de la entrevista. El problema de la vida que plantea Luc Ferry se puede resumir en cómo combinar amor y muerte.

5 comentarios:

  1. Muchísimas gracias, Ana, admirada políglota, por tu esfuerzo para facilitarnos el acceso a la entrevista de Luc Ferry, que es un auténtico festín intelectual. Menuda metralleta verbal que gasta el filósofo francés. No dejéis de verla porque, de verdad, es pura pirotecnia de ideas. Y no solo él: la entrevistadora, lista y guapísima, me ha parecido estupenda. Casi me gusta más esta entrevista que la de Onfray, porque tiene un ritmo mucho más rápido y variado. A la entrada, para ser perfecta, solo le falta una pequeña biografía de complemento, y que te comprometas a presentarnos también, como una especie de trilogía, a Comte-Sponville, a quien entrevistaron previamente en ese mismo programa.
    En cuanto al contenido, imposible recensionar aquí semejante catarata de conceptos y sugerencias. Anoté un montón de reflexiones pero no caben todas en un comentario. Me gustó especialmente su lectura de la renuncia de Ulises a la inmortalidad que le ofrecía Calypso, como metáfora de la aceptación de la vejez y la muerte, constitutivas de la condición intrínsecamente humana, y de la parábola de los talentos para explicar el concepto de dignidad moral en el humanismo moderno.
    Y coincido plenamente contigo: los libros del autor son una estupenda puerta de entrada a la filosofía, muy accesibles para quienes empiezan pero capaces de estimular por igual a los ya iniciados.

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  2. Gracias a tí por tus palabras. No voy a disimular que admiro a nuestros vecinos del norte por esa continuidad filosófica de varios siglos. Hace posible la profundidad del pensamiento, se va ahondando en un mismo cauce, y cuando se es profundo se está en condiciones de explicar de manera "digerible" para un amplio público los conceptos. La filosofía tiene ese lado esotérico inevitable, si se prescinde de su misión educadora a mí no me interesa.

    En nuestro país tenemos la alegría de vivir mediterránea, a la vez que una historia caracterizada por los exilios de las grandes cabezas. Es casi un criterio de calidad del pensador español ¿cuándo fue exiliado y por quién? así no hay manera con tanta cuchillada, hace falta tradición, "tieeemmmpo" para la reflexión, cierta continuidad. De este vídeo se pueden sacar muchas ideas.Una sola: fue Napoleón quien instauró la clase de filosofía actual en Terminal...hace 200 años. Me vienen a la cabeza tantos contrastes que mejor me voy a callar sobre ellos para no echar más sal a la herida.

    Luc Ferry no es el oráculo, pero expone de manera ordenada asuntos profundos que llegan al corazón y la cabeza de la gente. A los alumnos acabo gustándoles después de "sufrirlo". Es ordenado y sistemático, cualidades muy apreciadas cuando se es profe.
    Me anoto lo de Comte Sponville.

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  3. Excelente entrada y entrevista, adornada con magníficos comentarios... Velocidad, agilidad en la exposición de las ideas, pero legitimada por una excepcional claridad, diría que cartesiana. Estupendo Luc Ferry y estupenda la entrevistadora.
    Ahora bien, esa reducción blanda de la filosofía a soteriología, a doctrina de salvación,a moral y espiritualidad laica, comparece como un síntoma de los tiempos "helenísticos" que vivimos, y no está muy lejos del tetrafármacon de Epicuro... La misma diatriba contra la esperanza y la fe la encontramos en el estoicismo tardío, la misma exhortación a plenificar el instante...
    Aceptando el talante moral o espiritual del discurso, creo que debemos equilibrar el instanteneísmo (amor fati nietzscheano, carpe diem horaciano) con un cierto respeto a la esperanza, el último bien que se pierde, y sin la cual no caben proyectos ni planes de futuro y, por consiguiente, tampoco compromisos creativos.
    Por otra parte, esa reducción de la filosofía a teoría administrativa del miedo, no vale ni por extensión ni por intensión. Quiero decir que la filosofía es también lógica, teoría, reflexión, crítica y utopía (con su noble rostro y su peligroso brazo armado), por un lado; y que otras creaciones culturales como la religión, la ciencia, el arte,la técnica o la televisión, y no sólo la filosofía, sirven también como vastos conjuros contra la muerte o contra el miedo a la muerte. Es verdad que la vida buena depende sobre todo de la gestión del miedo..., eso, si se goza de una salud aceptable, claro, y no falta algo de suerte. Pero la vida buena no se compone sólo de la serenidad que ofrece la ausencia de angustia o temor (que si fuera total resultaría tan peligrosa como temeraria), sino que también tiene que ver con la calidad y el equilibrio de otras emociones y con la economía de los placeres...
    Uso las parábolas de los Evangelios filosófica y educativamente desde hace años, particularmente la de los talentos, así que no puedo sino aplaudir esa reapropiación del legado que la Iglesia está con tanta frivolidad desperdiciando por hablar y adoctrinar sin ton ni son. Y me alegra saber que nuestros colegas vecinos se toman en serio la religión y lo sagrado... Me ha encantado esa solución a la pregunta de por qué Dios, tan perfecto en la tradición semita, creó el mundo imperfecto... Dios ha creado el mundo por amor (ágape) en el sentido de que -como un bondadoso padre o como una madre ecuánime- se retira para dejar ser al otro...
    Por cierto, en absoluto estoy seguro de que siguiera a Luc Ferry y a Ulises rechazando la oferta de Calipso: Inmortalidad y eterna juventud... Aunque tal vez la soberbia de la fe (o su optimismo) exceda a la resignación del filósofo y yo merezca por esa hybris el castigo de sus viejos y poéticos dioses. Eso sí, me ataría como el héroe de Ítaca al mástil del barco, para no ser convertido en cerdo pero no privarme de la experiencia de la llamada de las Sirenas, conociendo la belleza de su canto.

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  4. La espiritualidad, es un despertar de la conciencia divina que esta dentro de nosotros, impulsándonos a profundizar en nuestro conocimiento interior para conocernos y perfeccionarnos. http://es.scribd.com/doc/151924145/ESPIRITUALIDAD-LAICA

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    1. Pienso en una espiritualidad menos ensimismada, más pendiente del diálogo y del otro, aunque el otro sea un viviente irracional. El hombre interior es también o ha de ser el prójimo exterior, que me interiorizo, cuyas penas y alegrías comparto, con el que coopero en la tarea de la "salvación" o de la supervivencia, etc.
      Gracias por el comentario.

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